Capítulo 11.

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Agustín se pasó una mano por el pelo. Con la punta de la lengua, se relamió los labios, primero por el inferior y luego por el superior, en un intento por volver a sentir el sabor de la boca de Carolina sobre sus labios. Su sabor era exquisito. Lo único que quería hacer en ese momento era entrar a su habitación, tomarla entre sus brazos y devorarla en un beso hambriento. No recordaba la última vez que se había excitado tanto con un beso, pero la boca de Carolina era simplemente una adicción.

Miró a su alrededor. Habían cajas por todos lados y la sala estaba mas vacía de lo que podía recordar la última vez que vino hacia su departamento. Supuso que eran cajas de la mudanza que Carolina le había mencionado. Suspiró y se acostó sobre el sillón, cubriéndose con la manta que ella le entregó. De pronto la culpa surgió en su interior. Tal vez se había pasado con besarla. Normalmente él asía las cosas sin pensar, pero Carolina hacia que todo fuese al revés. Lo dejaba bastante con qué pensar. Cerrando los ojos, trató de apartar a Carolina de sus pensamientos y se dejó caer en un profundo sueño.

De día. Carolina se despertó. Se levantó y al instante recordó a Agustín. Abrió la puerta de su habitación y salió, pero en vez de encontrárselo durmiendo en el sillón como esperaba, vio un delicioso desayuno servido en la cocina. Huevo con tocino había en un plato, con café servido en una taza y tostadas con mantequilla. Su boca se abrió en una pequeña "o" y tomó el pequeño papel que yacía a un lado.

"Espero que esto recompense por hacerte enfadar... aún así no me arrepiento de besarte. Gracias por dejarme dormir en tu departamento y perdón por husmear en tu cocina. Que tengas un bonito día.
- Agustín ".

Carolina sonrió y dejó el papel sobre la mesa. El tocino con huevo aún estaba caliente por lo que pensó que Agustín no se había ido desde hace mucho. Comió con tranquilidad y cuando terminó, se bañó y se vistió con unos jeans viejos y una polera/remera algo desgastada por tanto lavarla. Hoy era el día de la mudanza, por lo que tenía que escoger algo cómodo y viejo en caso de que se ensuciase. Terminó con amarrarse el pelo en una coleta y cuando iba a ir a la cocina, alguien llamó a la puerta principal.

- Hola.- sonrió Gabriel.

- Hola, cariño.- dijo y lo besó ligeramente en los labios. Gabriel entró al departamento y Carolina cerró la puerta.- llegas justo a tiempo.

- El camión de mudanza ya está por llegar.

- Perfecto. ¿Viniste en tu auto?- Gabriel asintió.- bien, es que quiero que lleves mis cuadros de pintura. No quiero que se arruinen en el trayecto con el camión de mudanza.

- Claro. ¿Ya los tienes listos?

- Si.- dijo, con los ojos brillando de orgullo.- ¿Los quieres ver?

- Me encantaría.

Carolina lo guió a su estudio de pintura. Estaba vacío y todos los cuadros estaban guardados en una caja apartada de las demás. Carolina se agachó y sacó con mucho cuidado los cuadros para su exposición en la universidad.

- ¿Qué te parece?- preguntó ella.

- Son...preciosos.- dijo, mirando con detenimiento las pinturas de paisaje. Una sonrisa se asomó por sus labios.- Carolina , no sé de adonde sacas tanta imaginación para hacer estos paisajes tan hermosos. Sin duda les gustará a los jurados.

- ¿Tu crees?

- Claro que si.- dejó los cuadros en su lugar y se inclinó para besarla.- ¿Cómo lo pasaste en la despedida de soltera de tu amiga?

Carolina se tensó. Lo miró, y la culpa se hizo presente otra vez. Se le veía tan relajado y feliz, que el simple pensamiento de que se enfadara con ella lo asustaba.

- Gabriel, hay algo que tengo que contarte respecto a eso... pero en la noche te diré.

Gabriel frunció el ceño.

- Está bien.- dijo no muy bien convencido.

El timbre sonó y Carolina fue a atender. Justo a tiempo, los hombres de la mudanza ya habían llegado.

El Stripper-[Aguslina]-[Hot]-[Adaptada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora