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—Despierta, amor. Dijiste que querías seguir con tu vida normal, y aquí estoy yo para cumplir tu deseo.— dijo mi híbrido favorito entrando por la puerta con una bandeja en sus manos.

—¿Sabes cocinar?

—... Lo he intentado.— confesó finalmente sonriendo de manera inocente.— ¿Estás segura de que debes ir a clase? Los demás volverán a intentar separarnos.

—No permitiré que lo hagan, lo prometo.— Klaus se quedó mirándome serio por unos instantes, irradiaba preocupación.

—Está bien, pero como vea que desapareces 10 minutos, los mataré.— sonreí ante su seriedad y le revolví el pelo. Me devolvió una hermosa y cálida sonrisa, entonces comencé a desayunar.

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—Andrew, ¿crees que podremos recuperar a Cindy?— preguntó el hermano pequeño de la chica mientras se peinaba con las manos para irse.

—Estoy seguro de que habrá un final feliz para todos.— respondió apoyado sobre el marco de la puerta.
Sus palabras sonaron firmes, como si realmente estuviera seguro de que lo que decía acabaría siendo verdad.

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El Salvatore mayor se encontraba sentado en el sofá, mirando a la nada y reflexionando mientras se tomaba una botella de bourbon. Pensaba en qué habría pensado Cindy cuando descubrió la verdad, qué habría pensado sobre él.

Stefan lo observaba desde la lejanía, arrepentido y con expresión de tristeza en su rostro. Quería acercarse a su hermano, decirle cuánto sentía haberlo fastidiado todo, pero sabía que lo fastidiaría aún más. Así que simplemente lo observó por última vez antes de abrir la puerta de la entrada para ir a clase.

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Llegué a los pasillos, a los amplios pasillos llenos de adolescentes fastidiados por entrar a clase. No veía a ningún conocido, me alivió, ya que no tendría que huir de ahí como alma que lleva el diablo.

Tranquilamente fui hacia mi taquilla, pero antes de abrirla me giré; cruzaba el pasillo un chico con una sudadera con capucha y una mochila negra. Iba con la cabeza agachada.

Me entró curiosidad por saber quién era aquel misterioso alumno, y porqué me llamaba tanto la atención.
Entonces levantó la cabeza, y lo vi, reconocí perfectamente aquella cara.

—Cindy Morton.— me saludó al verme con una sonrisa mientras se colocaba frente a mí.

—Tristán Davis, ¿cómo estás?— le pregunté tocándole el hombro, él sonrió ante aquel acto y asintió con la cabeza.

—Estoy perfectamente, gracias a ti, te debo una.— le sonreí y entonces sonó el timbre que señalaba la entrada a clase.

—¿Qué tal si quedamos esta tarde? Así ya estaremos en paz.— se quedó mirándome por unos segundos, sonriendo mientras me analizaba; es como si fuera la primera vez que alguien se le acercaba.

—Te invitaré a un café.

—Prefiero un Cola-Cao.— él rio y lo miré seria.— Es la verdad.— me uní a su risa y juntos entramos en clase.
Debo decir que quizá ese chico es raro, que no lo conozco de nada, y sé que oculta algo... Aunque quién no; pero lo que quiero decir, es que a pesar de todo, parece un chico de fiar, alguien en quien puedes confiar. Por ahora no lo afirmaré, pero sé que mi instinto esta vez no me falla, o por lo menos no respecto a él.

Al entrar a la clase de historia, para mi mala suerte estaba Alaric en la mesa del profesor, sentado. Aunque si él era el profesor es obvio que debía estar ahí. Esto de ser banshee me afecta a la cabeza o algo.

Se me quedó mirando con una expresión que reconocía a la perfección, era la cara que puso Damon cuando me suplicó en el Grill que volviese, antes de que todo esto pasase. Entonces desvío su mirada hacia mi izquierda, donde se encontraba Stefan; y luego a mi derecha, donde estaba Tyler.

—Oye, ¿por qué el Sr. Saltzman y los chicos que están a los lados no paran de mirarte?— me preguntó Tristán desde atrás muy confundido.
Decidí hacer como que no lo escuché y lo ignoré.
Esperé a que la clase comenzase y Alaric habló sobre lo que tenía que hablar, no presté atención a ninguna de sus palabras, no me apetecía. Y sé que dije que quería volver a mi vida normal, pero creo que será difícil.

—Cindy, ¿quieres decirle a la clase en qué estás pensando?— lo fulminé con la mirada y me levanté de mi asiento.

—Pienso que usted, Sr. Saltzman, es un inútil.— todos se quedaron callados, vi como me miraban pensando en cómo podía haberle dicho eso al profesor de historia. Pero para mí no era el profesor de historia, no era el Sr. Saltzman, para mí era Alaric, el cual me ha mentido como todos.

A paso acelerado salí del aula, entonces escuché pasos que iban tras mí, me giré bruscamente encontrándome a Tyler.

—Tú también me mentiste, ¿verdad, Tyler?— pregunté dolida, él no respondió, me miró con lástima y decidí darme la vuelta para ir hacia los baños, pero agarró de la muñeca.

—... Cindy, lo siento, de verdad. No sabes cuánto te echábamos de menos.

—Tanto como para mentirme y ponerme en contra de personas que sólo querían ayudarme, ¿no?— se quedó callado. Y yo negué con la cabeza.— No, Tyler. No hay palabras para describir lo hipócritas que habéis sido.

Me solté de su agarre y me fui, no quería escuchar ni una disculpa más, sino estallaría.

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—Oliver, llevas toda la mañana aquí, vamos. Tenemos que entrar a clase.— intentaba Jeremy levantar a Oliver de las gradas del gimnasio.

—No, Jer, no puedo caminar por los pasillos, porque como vea a mi hermana sé que no podré soportarlo.

—¿Soportar el qué?

—Que me odie.— dijo con sus ojos cristalizados. Su amigo se sentó junto a él y posó su brazo alrededor de los hombros del chico aflijido.

—Te prometo que todo se arreglará, Andrew, Cindy y tú volveréis a vivir en vuestra casa, y Alaric, Elena y yo iremos a haceros una visita cada día. Damon y Stefan cenaran con nosotros, y los demás se apuntarán. Todo volverá a ser como antes.— Oliver, al escuchar aquellas palabras provenientes de Jeremy, lo abrazó. Y sin poder evitarlo lloró.

—Gracias, Jer.

—No hay de qué, amigo. Y ahora vamos, no pienso dejar que te deprimas en un gimnasio que apesta a sudor.— dijo levantándolo y yendo hacia los pasillos.

Entonces sonó el timbre y todos salieron como zombies de las aulas, todo se llenó de los alumnos del centro.
Entonces Oliver no pudo evitar gritar, un dolor insoportable se había apoderado de él. Jeremy lo llevó corriendo a los baños.

—Oliver, ¿qué ocurre? ¿Qué te pasa?— preguntaba el chico muy preocupado por su amigo, el cual seguía agonizando de dolor.
Entonces levantó la cabeza de Oliver, y lo vio, sus ojos amarillos y sus colmillos. Finalmente a su amigo le desapareció el dolor, el color amarillo de sus ojos, y sus colmillos.

—Elena, a Oliver le ha pasado algo... ¿Dónde estás?

—Jer, te he llamado para decirte que la chica que trajisteis ayer ha muerto hace unos instantes. Estoy en el hospital.— dijo ella desde la otra línea del teléfono.
Jeremy se quedó petrificado, miró a su amigo, el cual estaba muy asustado, y asintió con la cabeza.
Le colgó a su hermana sin decir una sola palabra más.

—... Amigo, tenemos que hablar sobre un tema sobrenatural.

INEFABLE [I] || «Klaus Mikaelson»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora