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Klaus era el que me había protegido de aquella explosión, tenía cristales clavados en la espalda, lo cual hizo que me preocupase. Estaba herido por mi culpa, aunque sea un vampiro no me gusta que le ocurran estas cosas.

-No sé qué harías sin mí, amor.- dijo con una sonrisa tierna mientras me acariciaba la mejilla, entonces rodé los ojos y lo besé.
Es imposible no amarlo.

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Una vez que Damon liberó a Bonnie comenzamos el plan que Tristán, Elliot y yo habíamos estado ideando.

-Cindy es muy poderosa, tanto que es capaz de revivir a Amelia con nuestra ayuda, sin importar los brujos del otro lado.- dijo Tristán desesperado, intentando hacer que su hermano entrase en razón.

-¿Y si no lo es?- preguntó Ander.

-... Entonces moriré y aún así recuperaréis a vuestra hermana.- contesté yo a su pregunta, me miró con lástima, como si estuviese arrepintiéndose de haber querido matarme anteriormente. O eso quiero pensar.

-¿Qué? No, es muy peligroso. No vas a morir.

-Klaus, a lo mejor soy tan poderosa como ellos dicen.

-¿Y qué más da? No voy a permitir que corras ese riesgo, y si tengo que encadenarte para que no lo hagas no dudaré en hacerlo.- dijo el híbrido entre dientes intentando contener sus visibles lágrimas, agarrando mis muñecas con sus fuertes manos.

-Además, si consiguiese sobrevivir se ganaría la ira de todas las brujas y brujos del más allá.- dijo Bonnie preocupada.

-Pero eso no importa porque Cindy es mucho más fuerte, en ningún momento dependerá de ellos.- pensó Ander en voz alta.
Todos quedamos en silencio, sin saber qué hacer o qué decir.

-Iré con vosotros a resucitar a Amelia.

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¡¿Estás loca?! ¿Acaso quieres morir?- me gritaba Klaus muy enfadado fuera de la casa.

-Quiero ayudarles, y que ellos me ayuden.

-¿A morir? Pues déjame decirte amor, que no pondrás un pie en ese coche.- dijo señalando al coche de Ander.- Te dije que no me importa encadenarte si eso significa que estarás a salvo.

-¡Déjame ya! Tengo derecho a elegir lo que yo quiera, y sé que puedo hacerlo. Y tú, siendo mi novio deberías confiar en mí y en mis poderes.

-No, yo siendo tu novio tengo derecho a desconfiar de todo lo que suponga arriesgarnos a que mueras.- lo miré con el ceño fruncido y sin decir una palabra caminé hacia el coche, y justo antes de abrir la puerta Klaus se colocó delante de mí.

-Klaus, déjame ya.

-No.- dijo muy serio mientras apretaba la mandíbula.

-¡Motus!- grité con mi voz sobrenatural haciendo que Klaus saliese por los aires gracias al hechizo mientras quedaba aturdido por el volumen de mi voz.
Entonces vi como se levantaba hecho una furia.

-¡¿No entiendes que te quiero?! ¡Si te pasase algo me moriría! Pero tú quieres irte, ¿sabes qué? ¡Vete! ¡Revive a una bruja muerta y muérete tú! ¡Después a quien le tocará llorar tu pérdida será a mí!¡Pero de qué servirá llorar si estarás jodidamente muerta!- gritó con su profunda e intimidante voz. Me quedé paralizada, quería subirme al coche, pero me era imposible mover un sólo músculo.
No reaccioné hasta que sentí lágrimas resbalando por mis mejillas.

-Adiós Niklaus.- me subí al coche y lo dejé ahí, de pie, con lágrimas de rabia y tristeza.

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Cuando llegamos a Prince Hills y nos bajamos del coche me detuve a contemplar el lugar.
Casas pintorescas y bonitas, todo muy limpio y la brisa relajaba a cualquiera.
Elliot y Ander caminaron hacia una gran y hermosa casa, mientras que Tristán caminaba junto a mí.

Al entrar había una mujer y un hombre, adultos, parecían ser los padres de ellos.
Al verme se levantaron rápidamente.

Ander les pidió que se calmasen. Entonces todos nos sentamos mientras que cada hermano explicaba lo planeado.

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Estábamos en el patio, los seis alrededor del cuerpo sin vida de Amelia.

-¿Estás preparada?- me preguntó Tristán, entonces asentí con una sonrisa.

-Phasmatos Raverus un Animum. Phasmatos Raverus un Animum. Phasmatos Raverus un Animum.- repetíamos todos cogidos de las manos, una y otra vez, cada vez más fuerte.
La cabeza comenzaba a darme vueltas, pero no me detuve, no pararía hasta ver que Amelia estaba viva.

Entonces comencé a escuchar voces, y lo supe, los brujos del otro lado intentan frenar el hechizo. Mis palabras se iban entorpeciendo, entonces hice más esfuerzo y conseguí intensificar el hechizo.

No paraba de escuchar las voces de los brujos, gritándome. Entonces me harté, mientras los demás seguían con el hechizo yo grité tan fuerte como pude, haciendo que las voces cesasen.

-¡Phasmatos Raverus un Animum! ¡Phasmatos Raverus un Animum!- grité finalmente haciendo que todo acabase.

No escuchaba nada, no sentía, no podía hablar ni gritar.
Entonces caí en la cuenta.
Había muerto.

INEFABLE [I] || «Klaus Mikaelson»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora