Frío, misterioso y callado son las palabras perfectas para describirlo, a pesar de que se muestre cariñoso y gentil, no es lo que parece.
Él es Dylan Adams y pronto sabrán su historia
Cariñosa, antipática y extrovertida son las palabras perfectas pa...
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Alice
Luego de haber dejado a Hannah y Logan en el sofá durmiendo, fui a mi habitación a ver si teléfono y hablar un poco con Luke ya que era el único despierto a media noche.
«Hey, ¿estás despierto?»
«Pues si, el insomnio se apodera de mi justamente a estas horas»
«Ya somos dos mi querido amigo»
«¿Y que quieres hacer entonces?»
«Ni idea, ¿pero sabes algo? Mejor nos vamos a dormir, no sea y vallamos tarde a la escuela, otra vez»
«Tienes razón. Nos vemos mañana entonces, te quiero»
«Vale, igual yo»
* * *
Me despierto más pesada que ningún otro día, pues aparte que el sol de la mañana golpeó mi cara haciendo que me despierte, me dormí demasiado tarde leyendo.
Me levantó con pereza de la cama a ducharme y lavar mis dientes. Luego de quince minutos de baño, voy a mi cuarto a vestirme. Busco en mi armario y encuentro una camiseta negra y unos jeans, aparte de mis converse. Dejo mi cabello libre para que pueda secarse, tomo mis llaves, teléfono, bolso y salgo de la casa con mis hermanos detrás de mi.
En el camino como siempre, me encuentro a Luke y Chloe.
—Oye Alice, ¿No sabes aún quien se mudará al lado de tu casa?— decía Luke mientras observaba su teléfono.
—Espero y sea alguien atractivo— dijo Chloe con una sonrisa pícara.
—No lo se, y tampoco se si es alguien atractivo— le di a ambos una mirada de pocos amigos, pues notaron mi sonrojo leve.
Llegamos a la escuela y nos quedamos hablando un rato, luego veo una moto estacionarse en la escuela, teniendo curiosidad de quien es, enfoco la mirada esperando a que se quite el casco. Mi cara cambia totalmente al darme cuenta que el dueño de esa hermosa motocicleta, es Dylan, así que simplemente entro a la escuela, ignorando por completo como las chicas se derretían por el.
Cuando entré a la escuela me dirigí a mi casillero a ordenarlo un poco, ya que estaba hecho un desastre. Luego de haber terminado tomé los libros de la siguiente clase. Me senté al lado de un chico que compartía clases conmigo desde séptimo grado, le di una mirada y un asentimiento con la cabeza en forma de saludo. Más tarde llegó el profesor de literatura, y mientras estaba en mis asuntos y copiando todo lo que estaba en la pizarra, alguien tocó la puerta del salón, y por el cabello castaño pude deducir que era mi hermano.
