Frío, misterioso y callado son las palabras perfectas para describirlo, a pesar de que se muestre cariñoso y gentil, no es lo que parece.
Él es Dylan Adams y pronto sabrán su historia
Cariñosa, antipática y extrovertida son las palabras perfectas pa...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Alice
Entro a casa y me lanzo en el sofá quedando con mi vista hacia el techo. ¿Que clase de juego es este? ¿Porque justamente el tenía que mudarse?
—¿Ali?— se acerca Hannah interrumpiendo por completo mis pensamientos.
—¿Huh?— me levanté del sofá y me dirigí a la cocina a buscar un poco de agua.
—¿Estás bien? Te noto más pálida de lo normal, ¿viste un fantasma o algo?— la escuché detrás de mi, ¿acaso no sabía que ellos se habían mudado ahí?
—Al parecer no sabes quiénes se mudaron.
—De haberlo sabido, te lo hubiera dicho y así no hubieses venido como si viste un fantasma o algo así.
—Lo que vi es peor que un fantasma— la mire entrecerrando los ojos para que al menos captara algo, cosa que no hizo pues me preguntó que pasaba.
» Los vecinos son Derek, Dominic, y por su puesto y no menos importante, Dylan.
—¿¡Que!? ¿Derek está aquí? O por Dios— su expresión cambió totalmente de una muy tranquila a preocupada.
—Pues si, que tiene— le pregunté restándole importancia, luego recordé lo que me había dicho.
Me gusta un chico, se llama Derek.
—Al parecer ya recordaste lo que te dije, al ver tu expresión cambiando totalmente, igual que la mía— empezó a reírse.
—Porque no vas a darle la bienvenida también, Logan debería, pero no está aquí— dije caminando hasta la sala.
—Quizás debería, pero mañana, hoy deben estar muy exhaustos— dijo dándome una sonrisa.
En ese preciso momento el timbre empezó a sonar, con pereza me levanté del sofá mientras veía como Hannah subía a su habitación. Abrí la puerta y me encontré con el ser más insoportable del mundo, Dylan.
—¿Que haces aquí?— lo enfrenté.
—Nada, solo quería pasar— logró esquivar mi agarré del marco de la puerta, para así poder entrar.
Di un portazo y lo miré con cara de pocos amigos, —¿Acaso también vives aquí?
—Muy graciosa— se acercó a mi, pero luego me alejé para dejar una distancia prudente y considerable de él.
—¿Porque haces esto? Todo esto de molestarme o lo que sea, si piensas que seré una más de esas chicas que mojan por ti, estás equivocado— le dije echando furia y enojo por la boca.
