Día 4.

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Despues de conocer a Joshua, Jeong Han había pasado todo ese día, el día siguiente y parte de la noche pensando en esa sonrisa tan deslumbrante y en esa voz tan cálida.

Estaba en el sofá de su refugio temporal mirando fijamente la pequeña mesita de madera en la que se encontraba una caja con pollo y verduras.

Había comprado la comida para el joven, la habia seleccionado cuidadosamente preguntándose si le gustaría y había añadido algunos condimentos con cariño.

¿Con cariño? Cuando se dio cuenta de lo que hacía volvió a su refugio y dejó la comida en la mesa. Negándose a volver a ver al joven.

¿Qué eran todos esos sentimientos sugiendo en su interior? Se preguntaba. Cuando Joshua lo había aventado de su cama, había podido sentir una calidez inmensa, el sentir el roce de esos finos dedos le había provocado una descarga eléctrica en todo el cuerpo, nunca había sentido algo como eso, por esa razón se levantó en seguida y sin mirar al castaño.

Tiró la caja de comida a la basura y en seguida se arrepintió de esta acción.

Salió a la calle, llevando una sudadera discreta con una capucha que cubriera sutilmente su rostro.

Caminó dos cuadras y llegó al lugar en el que había comprado la comida anteriormente, eligió y preparó todo de la misma forma.
Y se decidió a ir al hospital. Sintiendo que lo hacía con egoísmo, no iba para ver al joven enfermo, no iba para cuidarle o por qué estuviera preocupado por su estado. Jeong Han se las arregló para salir de su escondite e ir a verlo, sólo por el mero hecho egoísta de querer sentir su tacto una vez más.

Al llegar al hospital entró sin problema, el par de policías en la puerta ni lo inmutaron, pasó desapercibido.

Subió al elevador y su mano presionó el botón con un ligero temblor. Al salir de éste caminó temeroso por el pasillo situándose frente a la habitación del joven. Respiró profundamente y puso su mano en la manija, aún dudando.

-Oh, así que era a ti a quién esperaba- dijo amablemente una voz tras él. Se giró y vio que quién le hablaba era el doctor Seok Min.

-No yo, en realidad...- estaba nervioso, esperaba que el doctor no pudiera reconocerle, pero su ansiedad se debía tambien a que el doctor había hablado en tiempo pasado, dijo 'esperaba', eso significaba que ya no lo hacía, que ya no le importaba verlo otra vez. Jeong Han era muy meticuloso con las palabras- Él me encargó un poco de comida, y aquí está- levanto la caja y el doctor la examinó con la mirada muy superficialmente.

-Oh, entonces es una lástima.

-¿A qué se refiere?- el miedo estaba apoderandose de él y sin embargo se mostraba firme y amable, Jeong Han tenía un don para enmascarar sus sentimientos.

-Has venido, si, pero ya es demasiado tarde.

Las palabras del doctor como cuchillos atravesaron al rubio y tuvo que hacer un esfuerzo para no soltar la caja que sujetaba con su mano izquierda, soltó un suspiro y el doctor se extrañó al ver su pálido color.

-¿Demasiado...Ta-tarde?- el rubio le miró de cerca aún aturdido- ¿Qué quiere decir con 'demasiado tarde'?

-Pues qué va a ser- le mostró el reloj en su muñeca- Quiero decir que ya casi se acaba la hora de visitas.

Sintiendo que el alma le volvía al cuerpo, el rubio se giró y abrió la puerta cerrandola en la cara del doctor, jurando que había montado todo ese misterio para divertirse un rato. Entró enfadado y se quedó tras la puerta unos segundos con los ojos cerrados.

Joshua no sabía si decir algo, pudo sentir que su corazón latía tan fuerte que podia haberse salido de su sitio en ese momento.

-Hola- la voz de Joshua interrumpió los pensamientos asesinos que tenía Jeong Han en ese momento.

Inmediatamente cambió su expresión de frustración por calma.

-Hola- respondió, quiso avanzar pero sus piernas no le obedecían, tuvo miedo de que el castaño se diera cuenta del leve temblor en sus piernas y se burlara.

Pero a Joshua le pareció adorable.

-Traje... Tu comida- el rubio alzó la caja.

-Puedes comerla por mi- el castaño hizo una seña para que el otro se acercara más.

-¿Ya no tienes hambre?

-En realidad, mi enfermedad me quita el apetito.

-¿Por qué me pediste que te trajera comida entonces?- Jeong Han estaba genuinamente extrañado.

-¿Por qué? Dices- Jeonghan se había acercado y Joshua pudo tomarle la mano con facilidad, lo jaló un poco hasta conseguir que se sentara en su cama y él trató de incorporarse, para que ambos estuvieran sentados, el castaño se acercó a la oreja del rubio quién no podía reaccionar y le susurró- Por que quería volver a verte.

Jeong Han pudo sentir esa corriente electrica encendiendo todo su cuerpo otra vez, pasó saliva nerviosamente y volteó a ver a Joshua, quién no habia retrocedido.

Sus caras estaban frente a frente, sus narices se rozaban la una con la otra, Jeong Han cerró los ojos y abrió sutilmente la boca. Joshua esbozó una ligera sonrisa de lado y aproximó sus labios a los suyos.

Antes de si quiera rozarse se vieron interrumpidos por el timbre que anunciaba que la hora de visitas había terminado.

Ambos se alejaron de un saltó y Jeong Han desvío la mirada, podía sentir sus mejillas ardiendo.

-Creo que es momento de irme- rió nervioso.

-Ni lo pienses- Joshua tomó su mano y la apretó con fuerza como una súplica sutil pero desesperada para que el rubio no lo dejara.

La enfermera de ese piso pasó a cada una de las habitaciones a verificar que no hubiera más visitantes.

-¿Todo bien Joshua?- preguntó Jazmín. Observando como el joven mantenia la mirada fija en el techo.

-Todo tan igual que siempre- contestó sin ganas.

-Duerme bien, Jisoo- Jazmín se despidió con estas palabras y cerró la puerta sin más.

Jeong Han salió de debajo de la cama con mucho esfuerzo.

-Si que es un lugar estrecho- dijo mientras se quitaba la pelusa de la ropa y se sacudia el cabello.

-Gracias por quedarte- contestó Joshua, y Jeong Han se preguntó por qué lo había hecho, por qué se había quedado, por qué había aceptado ahora que su libertad colgaba de un hilo ya que la policía lo tenía en la mira.

-Dame una de tus mantas- el rubio quería desviar el tema- me acomodaré cerca de la puerta, así podré oír si alguien se aproxima.

Joshua le dejó con la mano estirada y el rubio pudo ver una expresión de disgusto.

-¿Qué pasa?

-Ven aquí.

Sin muchas preguntas se acercó y Joshua tomó su mano nuevamente recorriendose un poco y alzando las mantas como dándole la bienvenida.

-¿Qué haces?- Jeong Han se sonrojó completamente al ver las delgadas piernas palidas de Joshua bajo las mantas.

-Duerme conmigo.

Los corazones de ambos se sincronizaron y latieron tan fuerte que ambos podían sentir el pálpito en su garganta. Ambos estaban temerosos, ambos experimentaban un sentimiento nuevo.

Jeong Han obedeció y se metió en la cama con el castaño, se miraron por un rato y Joshua sonrió de vergüenza.

Entonces, al mirarlo, Jeong Han tembló, tuvo miedo al ver esa expresión, porque cuando Joshua sonreía le daban ganas de quererlo toda la vida.

Don't Wanna Cry | JIHAN |  SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora