Yoon Jeong Han es un ladrón muy listo que siempre se encuentra huyendo de la policía. Nunca se queda mucho tiempo en el mismo sitio así que es sumamente difícil que den con él.
Viviendo una rutinaria vida llena de huidas y peleas callejeras, su vid...
Al abrir la puerta sintió que el corazón se le oprimía de pena.
La habitación estaba completamente vacía, las cortinas estaban cerradas y la cama con sabanas blancas se encontraba ligeramente destendida, pero no había más.
Por supuesto la suerte no podía sonreirle, no a Jeong Han.
— Lo siento, no sé por qué lo hice. Debí haber confiado en ti es sólo que yo...
— Será mejor que te marches o...— interrumpió el doctor que estaba tan sorprendido que no había podido terminar de formular la oración.
— Si— Jeong Han, avergonzado al haber empujado al doctor por un impulso que no entendió se dio la vuelta— En realidad yo...— cerró la puerta— Quería... quería saber en dónde está enterrado Joshua, yo quiero...
— No está aquí.
— Pero...
— Sus padres se llevaron el cuerpo a América—Seok Min tuvo que detener la sonrisa que se formaba en sus labios al ver la expresión desesperanzada del otro— Ahora largo.
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— Lo siento — se disculpó pensado que el doctor no había tolerado ser empujado cuando la verdad aquello era lo que menos le importaba, quería echarlo a patadas, no había sido el empujón, era el mero hecho de que existiera y de que se encontrara ahora tan cerca de Joshua lo que a Seok Min le frustraba tanto.
— Vete ya— finalizó amargamente sacudiendo la parte de la bata en la que el rubio había puesto sus manos— Oh, Yoon— llamó y el otro que estaba a un paso de subir al elevador se volteó a mirarle— Ese color de cabello te queda fatal deberías cortarlo, pareces una chica— estaba seguro de que no volvería a verle, así que decidió soltar un poco del odio que había acumulado por él a lo largo de los años.
Con una expresión triste y confundida, el rubio subió al elevador y desapareció de la vista de Seok Min.
— ¿Con quién hablas? — el castaño se asomó por la puerta de la habitación.
— No era nadie — suspiró aliviado, si hubiese salido segundos antes todo habría estado arruinado— ¿Dónde estabas? Entré a la habitación pero...
— En el baño —interrumpió señalando la puerta café que se encontraba dentro de la habitación. Seok Min soltó una ligera carcajada que desconcertó al castaño, estaba agradecido de que la suerte le sonriera ampliamente.
— Ahora mismo iré por tu expediente, lo siento, me distraje hablando con J... — carraspeó— con Jazmín.
— Creí que habías dicho que no era nadie.
— Entra a la habitación — mandó con tono autoritario, temiendo que en cualquier momento el rubio volviera.
Joshua asintió de mala gana. Sabiendo que después de que lo examinaran tendría que pasar el resto del día en el hospital hasta que Seok Min terminara su turno.
