Día 14.

1.1K 198 96
                                    

Con el hospital amurallado por hombres de azul y patrullas en cada entrada cualquiera en su sano jucio lo habría pensando dos veces, pero Jeong Han no era cualquiera y la razón nunca había tenido gran cabida en él.

Subió, como cualquier inquilino lo habría hecho, al edificio habitaciónal que se encontraba al lado del hospital, con respiración agitada las multiples escaleras que aparecían a cada vuelta como retandolo. El edificio era muy viejo y no habían hecho mucho para reparar las tuberias rotas y las paredes agrietadas, mucho menos habían pagado para la construcción de un elevador.

Abrió la puerta rejada que daba a la azotea y una vez en esta, por primera vez desde que se había levantado esa mañana tuvo un mal presentimiento.

La distancia entre un edificio y otro era más notable de lo que se hubiera imaginado. Incluso con sus piernas largas sabía que probablmente no era una buena idea, pero era lo más factible.

¿Qué mas podía hacer?
Ya había analizado todas las posibilidades, todas y cada una de las entradas posibles estaban bloqueadas o vigiladas con demasiada exactitud, como si lo hubiera ordenado alguien que supiera su manera de moverse.

No había duda, era obra de Seung Cheol.

Había actuado con extrema cautela pero sin contemplar que podría acceder por la azotea, nunca habría pensado que Jeong Han llegaría a tales extremos, y la verdad, el rubio tampoco lo habría imaginado.

Poner su vida y su libertad en riesgo por ayudar a alguien más, en cualquier otro momento de su vida se habría reído al imaginar ese absurdo panorama.

–Bien–inhaló con seguridad– Es momento.

Retrocedió unos cuantos pasos hasta que se encontró en el borde, miró hacia el edificio frente a él y frunció el seño.

Sin pensarlo demasiado tomo impulso y con gran valor corrió hasta el extremo de la azotea más próximo al hospital y, como en una de las tantas películas de acción que había visto alguna vez, saltó de una azotea a la otra con una enorme fe.

Para su mala suerte su vida no era una película de acción y él tampoco era el inmortal protagonista, su salto pese a sus esfuerzos fue demasiado corto, con rápidos reflejos extendió su mano y pudo aferrarse de la esquina de la azotea del hospital.

Colgando, hizo un intento por impulsarse hacia arriba con ambas manos, pero el esfuerzo fue inútil, su cuerpo era demasiado pesado en esa posición.

Soltó un pequeño quejido para despues percatarse de la multitud de uniformados bajo él, tenía que ser discreto o lo atraparian justo ahí.

Después de tratar en seguidas ocasiones de impulsarse hacia arriba apoyándose solamente de sus manos su cuerpo quedó exhausto. El sudor frío caía por su frente y las palmas ya habían empezado a sangrarle.

Como si fuera un hecho divino, su muñeca se vio rodeada por la palma de una mano amiga que lo ayudó a subir con relativa facilidad.

–Seokmin–jadeó con extremo pesar– ¡Maldito! Tardaste demasiado.

–¿Y cómo iba a saber que estarías aquí? Estuve esperando por ti desde hace dos días.

–Tuve ligeros problemas con la Policía.

–Ya lo veo–contestó encendiendo su cigarrillo– Es una suerte que te haya encontrado yo.

–¿Suerte? Pensé que sabrías que recurriría a la azotea al ver todas las entradas bloqueadas.

–¿Y por qué iba a pensar yo en todas tus malditas estrategias?–era la primera vez que el rubio veía tan irritado a ese usualmente alegre doctor–Me gusta venir aquí a fumar.

Don't Wanna Cry | JIHAN |  SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora