¿Just Friends? -Romanogers-

>Historia Paralela< "Just Friends"

Un 15 de abril de hace dos o tres años (ni me acuerdo ya) nació este libro. Mi primer libro. Y hoy llega a su final.

Cabe decir que esta era la manera en la que este libro debió ser. Y si les digo la verdad no sé porqué cambié la trama. Cuando comencé a hacer este libro, (tres años atrás, creo), iba de esta forma.

Esta versión es una parte de los cambios que dije habrían, y en perspectiva me gusta más esta forma que lo cliché que había hecho anteriormente, aunque también me entiendo; era mi primer libro y blah, blah, blah. Sigo presionándome tanto que pienso debí ser mejor que eso.

Antes de comenzar tendrían que saber varias cosas. Como que la Natasha de esta historia es una perra, y que quizás lleguen a odiarla. También quizás hasta sientan pena por Steve en varias ocasiones, pero creo que es mejor así.

En fin, espero les guste esta parte tanto como me gusta a mí la manera en la que mi cabeza está haciendo versos. Espero al final cumpla también con mis expectativas.

P.D. ¿Ven como, en relación al título de la historia, el título de esta parte no tiene signos de interrogación? Espero que se den cuenta al final c:

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Omnisciente

Era increíble la forma en la que tenían más de tres horas allí, sin hacer nada más que mirar la pantalla.

La mente maestra de Natasha Romanoff no se daba cuenta en ese momento; su pensamiento de que la televisión atraía a mentes sin consuelo a un paraíso psicodélico era sustituido por las imágenes que llenaban su cerebro.

Steve Rogers quizás era contrario en ese sentido.

Llegó a coincidir con su mejor amiga en esa ocasión, cuando ambos decidieron seguir ese consejo de que sólo era para matar el tiempo y distraerse del caos habitual del mundo, más del New York al que se enfrentaban a diario.

Se convencieron de ver una película, luego otra y así comenzó todo.

Estaban a veinticinco minutos de la segunda cuando cerró los ojos con fuerza.

De alguna manera había podido acostumbrarse al brillo ajustable de su móvil y P.C. pero no al de aparato principal de su sala.

Los ojos le ardían, y su vejiga pedía a gritos ser vaciada.

Vio a la izquierda, buscando la mirada azul de su compañero de actividad, cosa que no encontró.

Estaba tan incómodo como ella, pero en cambio éste no apartaba los ojos de la caja.

Era como si luchara contra sí mismo para dejar de mirar, sus ojos perdiendo la batalla.

No fue hasta que achicó los ojos que lanzó una carcajada, liberando a su amigo.

—¿Qué pasa?

—Si ya no quieres ver eso tienes todo el permiso de cambiarlo, Steve— le informó sonriendo, levantándose del sofá y estirando sus piernas entumecidas.

Esta fue una clara señal para el castaño, el cuál tomó el control remoto y comenzó a oprimir el botón con la flecha hacia arriba.