Steve y Natasha eran mejores amigos desde la universidad. Sabían todo lo del otro y se tenían un afecto casi de hermanos , pero ¿qué pasaría si un suceso en particular logra dañar su relación y llegar a confundirlos a tal punto de no saber si en rea...
El día anterior había hecho tantas cosas que, cuando finalmente pude acostarme, mi cuerpo no pensó dos veces en relajarse y quedarse dormido.
No me había levantado la noche completa, ya que Steve me había dicho que si escuchaba a James llorar él lo atendería. No me encantaba la idea, pero en verdad estaba cansada.
No fue hasta que sentí unas pequeñas patadas en mi estómago que desperté de golpe.
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— Dios, James...— dije al verlo acostado tranquilamente entre Steve y yo—. ¿Cuando pasó esto?
— Lo de James pasó hace un año— contestó sarcástico—. Y lo traje a mitad de la noche, estaba incómodo— respondió.
Dios, era cierto.
— Steve, yo...— quería hablar, pero mis palabras fueron ahogadas por un pequeño llanto silencioso.
— Natasha— se acercó, con cuidado de no despertar a James, y me abrazó.
— Ya cumple un año, Steve— dije en sus brazos.
— Y tú estas muy sensible— contestó alejándose.
No lo podía evitar, mi pequeño cumplía un año hoy.
— Creo que es bueno si nos alistamos— me levanté de la cama.
— Toma un baño tu primero, yo ya me duché. Despertaré a James— dijo desde la cama.
— Claro, no me demoro— antes de entrar le di un rápido beso al que sería mi esposo dentro de poco.
Explicaré un poco:
El día anterior decidimos venir a Italia, donde celebraríamos el primer cumpleaños de Daniel, y también nos casaríamos al día siguiente. Dos fechas muy importantes.
El lugar específico era Roma y, para el cumpleaños del pequeño, daríamos un recorrido por la cuidad como familia, para en la noche ir a un restaurant y cenar. Con Steve había quedado en no hacer algo grande para la fiesta de James; era su primer cumpleaños y no recordaría nada cuando sea mayor, así que aprovechamos y celebramos aquí.
Para la boda no sería algo tan distinto, o eso pensaba. Los planes estaban en manos de Wanda, Pepper y Clint, quien estaba más que emocionado. A Tony lo dejamos fuera porque sabíamos que haría algo muy extravagante y con muchas personas, cosa que no queríamos.
Cada vez que pensaba en la boda, o en la fiesta de Daniel, me ponía muy nerviosa y sensible. Me ponía a llorar y todo eso. Incluso tenía náuseas por los nervios tan grandes.
