Capítulo 1

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Aiden

Salgo del aeropuerto y la luz del sol me ciega. Saco las gafas de sol de la mochila que llevo y me las pongo. Esto es lo que ocurre cuando estás toda la noche volando para regresar al lugar que dejaste hace cuatro años. Miro a la gente, los coches, el tráfico... todo. Nada parece haber cambiado ni evolucionado y eso no sé si me da tranquilidad o me aterra.

-¡Aiden! -La voz de mi madre me anima bastante. La veo desde un monovolumen saludarme con la mano. Suena mejor su voz al natural que al teléfono. No puedo evitar sonreír con alegría al ver lo guapa que está. Se nota que es feliz y eso me complace. Sé que fue duro para ella enviarme lejos, pero había llegado el momento de que empezara una nueva vida, y fuese feliz.

Me acerco con la maleta a cuestas, debo admitir que no tenía planeado volver. Pero ella ha insistido mucho en que conozca a mi nueva familia. Siendo sincero, también he vuelto por una increíble oferta de empleo.

Nos abrazamos y ella toma mi rostro entre sus manos. Debo tener un aspecto horrible después de no haber dormido nada en toda la noche. El hecho de volver a este lugar en el que viví tantas cosas en mi adolescencia, me ha puesto muy nervioso.

-Debes estar cansado, sube -dice mi madre emocionada. Dejo la maleta en el maletero y cuando entro al asiento del copiloto, veo las dos sillitas que hay en el asiento trasero.

-Duermen como ángeles -digo mirando a los que ahora son mis pequeños hermanos. Los dos mellizos no se parecen físicamente a mí, aunque la niña tiene algunos rasgos de mi madre-. Daniel y Chloe, ¿verdad? -Mi madre asiente y toma mi mano mientras nos ponemos rumbo a su casa.

Unos nervios irracionales me recorren entero, supongo que mi madre se habrá mudado a otra casa después de que yo me fuese. Nunca he preguntado sobre ello y ahora me pasa factura el desinterés fingido. Siempre le he querido preguntar si ha vuelto a ver a nuestros vecinos o si sigue viviendo allí, pero nunca he tenido el valor para hacerlo.

-Hace tiempo que no le veo -dice mi madre tomándome por sorpresa. Parece que todavía puede leer mis pensamientos. Intento disimular y fingir que no me afecta en lo más mínimo lo que me ha dicho.

-No sé de qué hablas. Tengo que llamar a Claire y decirle que ya estoy aquí.

Mi madre no dice nada más, simplemente conduce en silencio. Yo busco el número de mi amiga para quedar con ella. Hace tiempo que no nos vemos, pero no perdimos el contacto. Tampoco le pregunté por esa persona y aunque ella intentó ponerme al día con su vida, siempre se lo impedí. Mi corazón todavía no se ha recuperado y algunas veces, esas palabras siguen resonando en mi mente.

Claire responde de inmediato. -¡Aiden! ¿Ya has llegado?- No puedo evitar reírme ante su alegría. Parece que también me ha echado de menos.

-Acabo de llegar. ¿Nos vemos mañana? -digo, teniendo en cuenta que hoy voy a necesitar descansar.

-No. Nos vemos esta noche, tenemos que ponernos al día.- Cuelga antes de que yo pueda negarme o encontrar alguna excusa. No sé exactamente si solo quiere hablar de nuestras vidas o va a hablar de esa persona.

Cuando me doy cuenta de que el coche ha parado, miro a mi alrededor. Casi me quedo sin aliento al ver la casa de mis recuerdos. Estaba equivocado al pensar que mamá se había mudado. La miro sorprendido esperando que diga algo, solo se encoge de hombros y me sonríe.

Benjamin, el esposo de mi madre y padre de los mellizos, sale de la casa con una enorme sonrisa. Me da un abrazo efusivo al que yo correspondo. Sin duda, es una buena persona. Solo nos vimos el día de la boda y nunca más. Siempre me mandaba saludos con mi madre, pero no hemos tenido contacto. Aun así, se nota que me tiene aprecio y cariño. Recuerda mi aniversario mejor que mi propia madre y también se encarga siempre de que los regalos de navidad lleguen a tiempo. Ahora es parte de mi familia o mejor dicho, yo soy parte de la suya.

Me gustas túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora