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Los platos habían sido dejados en el fregadero, el resto de la pizza ahora reposaba en la nevera. La cocina se encontraba desierta, la noche corría ligera y pasiva. Algunos grillos cantaban en las afueras de la casa. Las escaleras de la casa estaban desiertas y arropadas por una capa de oscuridad, al igual que todo el segundo piso, con el bolso de la pequeña reposando en una esquina de la habitación del mayor. Justo al lado del cesto de la ropa sucia, dónde ya hacía la ropa de diario del mayor. Se podía escuchar en medio de aquel silencio la grifería del baño dejando escapar leves gotas que replicaban contra la fría cerámica, tiendo un pequeño descenso, un pequeño disfrute de vida...Así cómo nuestro paso en este mundo.

La sala se encontraba en silencio y también arropada por una tenue oscuridad, oscuridad que era obstruida por las luces que venían del salón grande del fondo, dónde el mayor tenía su gran televisión, sus videojuegos, un sofá de cuero de color café, la biblioteca, un escritorio y algunas otras estanterías dónde guardaba algunas cosas. Las lámparas alumbraban sólo algunas esquinas de aquella habitación, Los cuerpos de ambos se encontraban en el sofá de cuero, ambos estaban viendo televisión en silencio, el aire acondicionado estaba encendido, y la película transmitida en aquel momento envolvía perfectamente aquel ambiente tan pacifico y tranquilizador. Mary se encontraba bajo la suavidad de unas finas cobijas de color morado, su cabeza descansaba en el pecho del mayor, sintiendo su respiración, escuchando sus latidos, deleitándose con los mismos.

El mayor estaba sosegado, perdido en sí mismo, extasiado. La cena había sido fantástica, ella había sido fantástica, apenas eran las diez y cuarenta y cinco minutos de la noche. Aquel día no había podido ser más descabellado pero, había valido la pena. Aún podía recordar a Norah, abnegada al hecho de que él era gay, repudiándolo y limitándolo a tener que mostrarle evidencia. Era una suerte que las personas de vez en cuando le dijeran que era "gay" y lo juntaran con sus amigos para crear fanfics y esas cosas. El rostro de Norah jamás se borraría de su mente, jamás sacaría sus ojos café brillando de comprensión al notar que él había comenzado a llorar por el supuesto repudio de sus amigos por su "homosexualidad". Quería reírse de todo, estaba loco de remate, pero si lo hacía Mary preguntaría, y realmente no quería irrumpir el silencio que estaba viviendo en aquel momento.

-Daddy...¿Podemos ver Mrs Onion de nuevo? – Irrumpió la pequeña el silencio.

Mark ni se inmutó.

La lujuria, había vuelto, cómo si ella hubiese convocado a un demonio usando simplemente esa palabra.

¿Cómo podía usar las palabras indicadas en momentos indicados? Aquello era un don que sólo ella tenía, usar todas esas herramientas especiales en tuercas precisas y objetos determinados.

Es que ella era una pequeña y traviesa Diosa.

Intentó tragar salivar mientras se reacomodaba en su asiento. Ella se reincorporó y lo miró, sus mejillas sonrojadas y sus labios húmedos hacían que la tela fina de su pantalón de pijama ahora se sintiera extremadamente transparente y amenazara con delatarlo en cualquier momento. Notó que el escote de la pequeña estaba un poco desacomodado y que su piel se tornaba rosada. Los ojos de ella brillaban con incertidumbre, y él, él ahora se sentía esclavo...Esclavo de sus propios impulsos.

-M-Mary ¿Estás segura? – Ella no dudó en asentir. – La podemos ver en mi habitación de nuevo...

-N-No...Aquí está bien. – Mary mordió su labio.

Los golpeteos en la ventana habían comenzado a anunciar que la lluvia les hacia compañía, y que la señora lluvia haría que Mark se sintiera aún más miserable, más deseoso, más impetuoso. El mayor no se lo pensó dos veces tampoco. Realmente le daba curiosidad ver cómo todo aquello terminaba, aún cuando él más que nadie sabía cómo iba a terminar. Se levantó del asiento sin mirar mucho a la pequeña que ahora se encontraba jugueteando con sus manos en el sofá, buscó el dispositivo USB que le había prestado su amigo Jack entre toda esa pila de objetos que tenía sobre su escritorio. Al encontrarlo, se limitó a acercarse a la pequeña y simplemente dárselo en la mano.

|Mi vecino.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora