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Allí en el suelo, en el clímax de su delirio, alguien abrió la puerta y la rescató, la tomó entre sus brazos y de inmediato reclamó su nombre, ya no podía reconocer las voces, sí, las voces con claridad, su cuerpo era agitado con fuerza y su respiración era lo único que podía escuchar.

-¡¿MARY?! - La voz masculina de él se escuchaba cómo una vieja melodía...Carrasposa, melancólica, lejana.

Pronto su mente escucharía que él estaba llamando de manera suplicante, que estaba desesperado por saber qué le estaba ocurriendo y que encontrarla en la habitación, desvanecida en el suelo y llorando...Lo hacía sentir como un monstruo.

-¡MARY! ¡MARY! MARY PEQUEÑA RESPONDE. - Y es que los gritos del mayor no podían traerla a la consciencia de manera inmediata.

Ella tenía los ojos entre cerrados, y poco a poco sus extremidades no reaccionarían, y su cabeza se echaría para atrás y sus ojos se cerrarían por completo. La muñequita de porcelana se había caído de la repisa...Y, para ella, nadie había estado presente para unir sus piezas...O siquiera recogerla del suelo. Nadie...

Nadie estaría allí...Era mejor cerrar los ojos y dejarse llevar.

Y así el dolor desaparecería.

¨***

La vista de la pequeña era tenue, borrosa, nuevamente, vaya mañana se había sometido a pasar. En cuanto volvió en sí, notó que todo estaba intacto, que eran las ocho de la mañana y que...Al parecer nada había ocurrido, que todo aquello había sido un simple sueño, una pesadilla que había sentido a raíz de los cólicos que había tenido mientras dormía pero, lo único real de aquello había sido que en efecto el mayor no había despertado a su lado, la ausencia de su cuerpo en la cama seguía allí...

Tan real, tan palpable, tan hiriente como siempre.

La pequeña simplemente se limitó a levantarse, notando que sus mejillas estaban húmedas, que su vientre estaba bien pero sus piernas le dolían un poco, que su mochila continuaba en el mismo rincón recostada, que al parecer todo seguía en completo silencio y orden. Inspiró hondo al notar que había tenido una de las peores pesadilla que jamás había tenido con respecto a desgarramientos, torturas y dolores se refería.

<<Todo pareció muy real.>> Recalcaba la pelinegra mientras tomaba la perilla con sus manitas y la giraba, dirigiéndose al baño. Sintió de nuevo aquellas tristes ganas de llorar, vio su reflejo en el espejo y se aferró del lavabo, intentando ocultar de nuevo todos aquellos sentimientos que la confundían y que la dejaban a merced de cualquier persona.

Se limitó a abrir la llave y dejar salir el agua, mojó sus manitas, seguidamente su suave rostro y decidió tomar un poco de enjuague bucal para hacer algunas gárgaras y limpiar su boca, retirando aquel aliento que podría espantar a su príncipe.

Mi príncipe ausente.

Mary reacomodó su cabello al dar por sentada su rutina matutina de limpieza personal. Se miró las manos una vez más recordando aquella espantosa pesadilla, recordando a Mark llorando en el sofá, recordando a su madre llorando, a su padre en el ataúd...A su prima yéndose lejos, a todos dándole la espalda. Aquel sentimiento que no debía aparecer, que tenía restringida su entrada al pecho de Mary, volvía a aparecer pero, esta vez más fuerte.

La toalla que colgaba detrás de ella en aquel perchero le sirvió de consuelo para secar las numerosas gotas cristalinas y espesas que ahora salían de sus cansados ojitos. Su pesada respiración comenzaba a soltar pequeños sollozos, dejándola de nuevo expuesta a ese constante dolor que se había negado a reconocer.

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2017 ⏰

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