Desbloqueado

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Pasaron unos días desde lo que ocurrió en la casa del Edgar, luego de aquel día no hablamos sobre el tema, sólo hablaba con el Jaime cuando grabábamos y era como siempre; pero ese hecho me molestaba, él hacía como si nada hubiera pasado en cambio yo, ¡yo no podía olvidar lo que hiso el culiao! Me besó po, y según él estaba curao, ¡mentira! Yo conozco al Jaime de hace rato, yo sé cuándo el güeón está curao y definitivamente no lo estaba, tres vasos de chelas no son lo suficiente pa que se cure.

-Y cómo te conté ayer, mi familia se va al sur porque se murió una tía que no conozco así que pueden venir a quedarse si quieren. -Mi mente estaba en otra hasta que escuché la palabra "quedarse".

-Ya po Naiko, bacán. -Le dije a través del celular.

-Buena, le voy a avisar a los chiquillos entonces, estate atento al whatsapp por cualquier cosa, chao. -El Naiko estaba como emocionado, me cortó sin esperar que me despidiera. Estaba echao en mi cama, creo que el Naiko me había pegado su emoción ya que estaba igual de emocionado. Al fin voy a ver al Jaime... No, era un sentimiento extraño, quería verlo pero a la vez no, no me entiendo, el único que podría responderme qué sucede con el Jaime es el Naiko. Mientras pensaba mi celular sonó, era un whatsapp, no lo miré. Volvió a sonar, volví a ignorar. De seguro se estaban poniendo de acuerdo para ver quién llevaba qué. Ahora me estaban llamando, qué lata; hasta que vi de quién era la llamada, era del Jaime. Contesté lo más rápido que pude.

-Aló. -Sabía que se venía una puteada por no responder whatsapp.

-Oye ¿pa qué chucha tení celular y con plan más encima si no conestai? -Ahí estaba, el típico saludo del ruliento.

-No me hables así, dime qué quieres. -Estaba un poco feliz, hace rato no hablábamos sólo nosotros dos.

-El Naiko dice que si podemos ir a comprar el copete nosotros, tiene que ir a dejar a la familia al aeropuerto. -Se escuchaba un poco molesto, no creo que el ignorarlo por whatsapp lo haya hecho enojar, ¿o si?

-Puta el Naiko, ya oh, vamos. -Estaba nervioso por verlo, ansioso quizá era la palabra.

-El Edgar nos va a estar esperando en el Lider que queda cerca de la estación, a las siete Nicolás, no lleguí tarde o te mato. -Edgar culiao, me cagó todo.

-Ya culiao, a las siete.

-Pero a las siete Nico.

-¡SI SÉ! Chao. -Le corté. Miré la hora en mi celular, las cinco; conchetumare. Me vestí para la ocasión y le pregunté un par de veces a mi mamá cómo me veía.

-¿Acaso vas a salir a bailar? -Me quedó mirando por un rato con una ceja levantada.

-No mamá, quién chucha sale a bailar a las siete. -Mi mamá y sus güeás.

-No me digas que vas a zumba con las viejas de la junta vecinal. -Estaba cagá de la risa, riéndose de su propio hijo.

-Ya chao, me voy. -Tomé las llaves y me fui rápido, iba un poco tarde pero no quería que el Jaime se enojara así que me apuré en tomar el metro. Para variar iba lleno, las señoras me empujaban de aquí para allá. Al salir de la estación me topé con el Edgar que se iba bajando de una micro.

-¡Edgar! -Le grité de una calle a otra. Éste se puso rojo porque yo estaba saltando y haciéndole señas lo que llamaba la atención de todos. Crucé la calle y nos pusimos a caminar al super.

-Creo que vamos un poco tarde, nos va a matar. -El Mafla miraba su celular mientras íbamos caminando.

-Tranquilo, son las siete quince, no creo que se enoje. -Pude divisar a lo lejos la entrada del Lider, allí estaba el Jaime, con los brazos cruzados y sentado en donde se dejan estacionadas las bicicletas.

-A la horita que vienen llegando los culiaos, ¿acaso se pusieron de acuerdo pa venirse juntos? -A la mierda, sí que se había enojado.

-No, na' que ver, nos topamos en la salida del metro. -Explicó el Edgar.

-Ya no importa, compremos altiro. -Nuestras miradas ni se cruzaron, creo que me evitaba adrede... O quizás me estaba pasando rollos. Compramos muchas cosas para comer y tomar, me dio un poco de extrañeza que el Jaime metiera tanto copete al carrito del super.

-Oye Edgar, qué onda el Jaime. -Le hablé en voz baja mientras estábamos solos en un pasillo.

-¿Lo preguntas por lo del copete? -Al parecer el Edgar también lo había notado.

-Si, por eso; ¿le habrá pasado algo?

-¿Habrá terminado con la polola y se va hacer pico tomando hoy? -Le hice unas señales al Edgar ya que el Jaime venía entrando al pasillo con el carrito. Lo que dijo el Edgar podría ser cierto, el Jaime siempre hablaba de que estaba chato de su mina pero nunca terminaban, hasta hoy quizás.

-¿Encontraron las aceitunas rellenas? -Preguntó el Jaime.

-Ah, no, todavía no. -Dije.

-Están acá al frente, los mando a los dos a buscar algo y ninguno lo encuentra. -Tomó la lata de aceitunas y nos fuimos a la caja a pagar. Mientras esperábamos el Uber el Edgar se me acercó sigiloso, algo tenía que decirme.

-Le pregunté al niño y claro po, terminó con la mina. -Puta el Edgar es Dios, en menos de quince minutos ya había averiguado lo que le pasaba al Jaime. Quería ir a darle ánimos al Jaime pero no podía ya que yo "no sabía". Al subirnos al Uber el tipo le pidió al Edgar que se sentara adelante para que los taxistas no nos siguieran y pensaran que somos un auto cualquiera. El Jaime y yo íbamos atrás con las bolsas, había un silencio incómodo en todo el auto. El chofer puso música y comenzó a hablar con el Edgar sobre no sé qué cosa, ése hombre que es bueno conversando con extraños. Aunque ahora el auto iba más animado la parte de atrás iba muy callada. El rojo iba mirando por la ventana mientras yo sujetaba con fuerza las cervezas para que no se agitaran.

-Si las abrazas tanto se van a calentar. -Me dijo de la nada.

-Las metemos al refri y listo. -Dije sin soltar el pack de cervezas.

-Haz lo que querai. -Pa las güeás que me habla el maldito. Cuando llegamos a la casa del Naiko el Jaime cambió, ahora estaba un poco más alegre, eso hacía que me enojara, puta que es bipolar el Jaime por la chucha. El Naiko como dueño de casa vale callampa, hay que decirlo, el Edgar tenía que ayudarlo en todo; servir las cosas pa picar, no sabía donde habían pocillos, no sabía dónde estaba el cuchillo grande y por último no sabía dónde estaba el sacacorchos.

-Puta Naiko pa la otra contrata una nana o le pagai un sueldo al Edgar. -Al fin estaba viendo al Jaime de siempre, el que tira tallas, el simpático, el molestoso.- ¿Qué me estay mirando tanto?

-Nada oh, no te pases películas. -Le dije en broma, justo me había pillado mirándole.

- Nico, ¿podí venir a ayudar al Edgar con el abrelatas? -Me gritó el Naiko desde la cocina, me había salvado. Caminé detrás del sillón del Jaime y agaché la vista hasta sus manos, y lo vi. Sí, lo vi. ¡VI SU PATRÓN! Al fin lo había conseguido, estaba tan feliz que quería comentárselo a alguien, pero no podía. Ahora sólo tenía que tener el celular del rojo y por fin podría saber todo. Se había convertido en mi obsesión sapearle el teléfono al Jaime.

-Nico, mira la güeá que estás haciendo. -El barbón me pegó un codazo en el brazo, estaba echando las aceitunas afuera del pocillo.

-Chucha. -Estaba tan concentrado en cómo quitarle el celular que estaba mandándome puros cagasos por lo que me echaron de la cocina. En el living el Jaime ya estaba tomando mientras prendía la X-box del Naiko. Pensé que mientras más tomaba, más chance tenía de quitarle el celular. O al menos eso creí.


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Hola a todos, lo sé, lo sé. No merezco sus views, nunca actualizo dentro de un plazo pero es que AH, no hay excusas, perdón. Pero si aún así no se han ido y siguen leyendo este fic maraco les prometo que luego de terminarlo seguiré escribiendo más fics por ustedes. Se viene el segundo semestre, denle con todo, el segundo semestre siempre se hace más corto. Como siempre, gracias por leer. Cuídensela, los tkm<3

El patrón del celu (Jainico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora