Capítulo 8: Venganza

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Me fui de ahí y aparecí enfrente de mi casa. Cuando estudie la casa percibí que había algo diferente, pero no podía decir que. Era como ese sentimiento cuando percibes un olor pero no sabes cómo describirlo. Mientras analizaba cada parte de la casa Theodoro me tapo los ojos.

—Adivina quién soy—Me dijo con una voz grave
—Theodoro, por Dios—
—Oh rayos, ¿cómo pudiste adivinarlo?— Quito sus manos de mis ojos y me abrazo por atrás
—Se ve que la siesta te ayudo bastante—
—La verdad si—Se movió y de pronto me cargo como un bebe, tenía una sonrisa enorme en su cara
—¡Theodoro bájame!—
—¿Por qué? ¿No te gusta que te cargue?—
—No, no es por eso, es que traigo vestido—
—Tranquila, ¿Quién te va a ver? Solo un fantasma pervertido que ande por aquí— Su comentario me hizo reír. Comenzó a caminar hacia la casa conmigo en brazos. Subió las escaleras y llego al pasillo de las habitaciones.

—Es el segundo a la derecha—
—Ok pero ¿cuál es tu habitación?—
—Si me bajas, te diré—

Me dejo en el suelo y camine hacía mi habitación, esperando verla como la deje, pero estaba equivocada.
Todas mis cosas estaban en cajas que decían "Caridad". Un sentimiento de impotencia se apodero de mí.

—Sabes que nena, mejor vámonos de aquí...—Comenzó a decir Theodoro, pero yo ya me había acercado a una caja, la abrí y la voltee, dejando que todo su contenido se cayera al suelo. Y así hice con todas las cajas, dejando en el cuarto un verdadero desastre.

Cuando acabe con todo, me di la vuelta y Theodoro no estaba en la habitación. Me intente calmar, pero lo único que logre fue que el sentimiento me invadiera y comencé a llorar, caí en el suelo llorando desconsolada. No podía creer que enserio hubiera hecho esto, la odiaba, después de lo que había escuchado cuando vine por primera vez después de mi muerte, pensé que estaba arrepentida, pero al parecer, ese sentimiento le duro unos minutos. Escuche un ruido y levante la mirada para observar a Thedoro parado, viéndome con preocupación. Me puse de pie y camine hacia la salida. Cuando estaba a punto de salir me tomo por la muñeca y me acerco.

Lo abrace con fuerza. Y aquí estábamos otra vez, abrazados y yo llorando por la misma persona.

—Theodoro...no lo entiendo—Le dije sollozando
—¿El qué?—
—No la entiendo a ella...¿Por qué no me quiere a pesar de que ella me hizo, a pesar de que soy su sangre?—Theodoro soltó un largo suspiro y me acaricio el cabello
—Porque...que sean de nuestra sangre no significa que nos van a querer—

No dijimos nada más, quería dejar que el silencio calmara las aguas.

Theodoro se movió un poco para después decir:

—Tu hermano es un poco impuntual, ¿no lo crees?—

Me separe de él limpiándome la cara con una risita nerviosa.

—Je je, un poco—Theodoro estaba observando su reloj.
—¿Un poco? Ya lleva 20 minutos tarde—Se volvió y me sonrió como si nada hubiera pasado
—Gracias Theodoro—Le dije con incomodidad
—¿Por qué linda?—
—Bueno...por todo lo que has hecho...debo ser una molestia—
—Claro que no nena—Se acercó—Tu nunca lo vas a ser para mí, siempre estaré ahí para lo que necesitas. Si lo que necesitas es que te consuele con un abrazo, tan solo dímelo, para eso estoy—
—Gracias—
—No hay de que preciosa—

El sonido de la puerta abrirse nos interrumpió, se escuchaban varias voces, al parecer iban a ser unos 5 o 6 chicos.

—Al fin aparecen—Puso los ojos en blanco y se asomó por la escalera—Vamos, hay que entrar—Tomo mi mano y me guio al cuarto de mi hermano.

Todo estaba como lo recordaba, no había cambiado nada.

Mi hermano y sus amigos subieron y entraron en la habitación entre risas. Eran 5 y yo solo conocía a 4. Él que yo no conocía traía un maletín y lucía mas serio que el resto.

Desde que me fui.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora