Capítulo 11: La lista

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Aparecimos en la biblioteca, no me había dado cuenta de que estaba obscureciendo, la biblioteca seguía abierta, pues apenas eran las 7 de la tarde y cerraban a las 8. Nos sentamos en la misma mesa de siempre, habían dos muchachos alrededor metidos en un libro.

—Y, ¿Qué te parecieron mis amigos?—Me pregunto Theodoro estirandose en la silla
—Son buenos y divertidos, pensé que serían un poco mas secos conmigo pero me trataron como si nos conociéramos desde hace años, eso me gusta—
—Si, así son ellos—Miro al techo pensativo—Ahora que lo pienso, nos conocemos desde hace...trece años—
—¡Wow! Son demasiados años, deben ser tus mejores amigos—
—Lo son, de hecho, no me imagino sin ellos—Sonrió, pensé en Rhian, ella era mi mejor amiga desde hace cuatro años, sin ella, yo me hubiera suicidado hace mucho tiempo—¿Qué piensas?—
—En mi mejor amiga, Rhian, la extraño—
—¿Esta viva o muerta?—
—Sigue viva—Suspire—Si no fuera por ella, yo me hubiera suicidado hace mucho tiempo—
—Aja...—
—Ella fue la primera persona en hablarme cuando entre a tercero de secundaria, todos me veían raro pero ella me comenzó a hablar, después de eso decidimos entrar a la misma preparatoria y pues...aquí estoy—
—Eso es muy triste—Apoyo los codos sobre la mesa—Pero, si la tenías a ella, ¿por qué te suicidaste entonces?—
—No se puede parar la tormenta con una persona—
—Lo siento...—
—Esta bien...¿Sabes? Ahora que lo pienso, quedaron muchas cosas pendientes—
—¿Cómo?—
—Ya sabes, nunca hice las cosas que juraba que iba a hacer, nunca hicimos las cosas que queríamos hacer...—
—Todos pasamos por esto—Nos quedamos en un silencio reflexivo—Ya sé lo que vamos a hacer—Exclamo poniéndose de pie
—¿Qué?—
—Espera...—Miro a ambos lados y se dirigió a uno de los chicos que estaba sentado, el cual parecía que estaba dormido. Theodoro, con mucho cuidado, tomo una de las libretas que tenía el muchacho ahí, junto a una pluma—...Quiero que escribas en esta libreta todas las cosas que nunca hiciste—
—¿Por qué?—
—Solo hazlo preciosa, ¿Si?—Asentí—Bueno, enseguida regreso, tengo que hacer algunos recados. Cuando vuelva, ya tienes que haber  acabado esa lista, ¿ok?—
—Ok...—
—Nos vemos—Me dio un beso en la cabeza y se esfumó.

Mire la libreta, tenía un montón de ideas, cosas que nunca hice, pero estaban todas en desorden. En ese momento llego la bibliotecaria a decirle a los dos muchachos que estaban por cerrar. Primero le dijo al que estaba despierto, el cual recogió sus cosas y se fue. La bibliotecaria se despidió y prosiguió a despertar al otro.

—Cariño, despierta...—Le decía con dulzura—Vamos cariño, despierta, estamos por cerrar—Mientras la bibliotecaria despertaba al chico, escondí la libreta y la pluma poniéndolas por debajo de la mesa, no quería que me la quitaran.
El chico por fin despertó.
—Lo siento, la universidad no me deja descansar—Dijo medio dormido
—Oh cariño, no importa, ¿Qué estudias?—
—Química—
—Espléndido—Lo llevo por las mesas hasta que ambos se perdieron entre las estanterías.
Escuche como se despidió y cerro la puerta. El chico que ponía los libros llego con el carrito y quito los libros de las mesas para irse.

Saque la libreta y la puse enfrente de mi.
—Bueno, solo tengo que escribirlas—Me dije, tome la pluma y comence a escribir cada idea que se me venía a la cabeza. Todo fluyó, para mi sorpresa, muy bien. Cada que acababa de escribir una frase se me venía otra a la cabeza.

El tiempo se fue volando y para cuando levante la vista de la libreta, ya estaban todas las luces apagadas y el reloj marcaba las diez de la noche. Había llenado toda la hoja, le di la vuelta y seguí escribiendo, la mayor parte de las cosas que estaban escritas eran cosas muy sencillas pero había otras que tenían mas dificultad.

Escuche como alguien se acercaba hacía donde yo estaba, sus pasos eran lentos y arrastraba los pies, como alguien que regresa del trabajo después de una larga jornada.
Me puse de pie extrañada y di unos cuantos pasos.

Desde que me fui.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora