Capítulo 2: Con amor, tu peor enemiga

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Cerré los ojos y cuando los abrí estaba en la sala de mi casa. En la mesita de centro había un montón de flores. Me acerque y tome un ramo al azar, tenía una tarjeta que decía:

"Mi mas sentido pésame, estoy destrozada. Con amor, Kelly"

Era una carta de mi tía Kelly, una hermanastra de mi mamá.
Mientras admiraba las flores, escuche algunos sollozos que venían de la cocina, camine y cuando entre, la imagen que se me presentó me partió el corazón en dos. Mi madre, estaba en la barra, con una taza de té enfrente de ella, con las manos apoyadas en la barra, sosteniéndola mientras gruesas lagrimas caían de su cara hacia el mármol.

—¿Por qué a mi?— se repetía —La amaba tanto— levanto la cabeza para voltear a ver al techo —Yo sé que no se lo demostraba mucho pero en serio la amaba, era mi hija, tal vez cometí el error de no hacérselo saber pero era mi hija, ella debía saber que la amaba.

—Claro que lo sabía mamá, solo estaba esperando que tu me lo demostraras—susurre queriendo no hacer mucho ruido, sabiendo que ella no me escuchaba.
Mi mamá se agacho poniendo los antebrazos en la barra mientras lloraba desconsoladamente.

Me acerque e intente abrazarla, pero lo único que hice fue atravesarla. La mire con tristeza y le dije:
—Yo también te amaba mamá.

Una lagrima recorrió mi cara y otra y otra más, comenzaba a llorar, no podía creer que mi madre estuviera diciendo esto después de mi muerte.

Me di media vuelta con la cara llena de lagrimas y ahí, observándome con una mirada de tristeza pero con una sonrisa comprensiva, estaba Theodoro. Me asombre al verlo ahí, viendo como mis sentimientos salían a flote. Por un momento sentí un poco de rabia, por verlo ahí espiandome, pero cuando él abrió sus brazos levantando las cejas, invitándome a abrazarlo, caí en su trampa.

Corrí hacia él y lo abrace con una fuerza que no era propia de mi, llore con mas fuerza en su pecho, y por algún motivo, esta escena me tranquilizo. Él sosteniendome en sus brazos, acariciando mi pelo y teniendo un silencio comprensivo. Yo, abrazándolo como si me fuera a caer, sintiendo su aroma llenar mis pulmones y llorando en su chaleco.

No recuerdo haber tenido alguna escena así con cualquier persona cuando estaba viva, pero en el tiempo que llevábamos así, me sentía tranquila a pesar de la situación.
Sentí una pequeña brisa y una luz que se filtraba detrás del cuerpo de Theodoro.

Unos minutos después, Theodoro me tomo los hombros y me separo de él, se agacho hasta que quedo a mi altura, quedando frente a frente.
Estábamos afuera de mi casa. Él seguía con esa mirada triste, pero ahora le había agregado un toque de compasión. Con sus largos dedos quito de mi cara las únicas lagrimas que me quedaban y me regalo una sonrisa cálida.

—Tranquila nena—me dijo con una voz suave
—Lo siento por eso—Me sentía un poco incómoda
—No importa corazón, esto es bastante normal.
—¿Es bastante normal que te quedes abrazado a alguien que llora como un bebe?
—No, no me refería a eso, sino al hecho de que la mayoría también llora al ver por primera vez a alguien después de su muerte—se defendió—Lo de abrazarte me salió del alma—Me sonrió
—Pues...gracias...lo...necesitaba.
—No hay de que nena.

Nos quedamos callados, viéndonos el uno al otro, un momento bastante largo para ser raro, pero no lo suficiente para ser incómodo.

—Pero, tengo una duda, ¿Cómo sabías que yo estaba aquí, si se supone que estabas trabajando?
Abrió mucho lo ojos y se puso un poco nervioso.
—Este...pues, es que...cuando tu estabas...ya sabes...yo...
—Theodoro.
—¡Agh!, odio que seas tan adorable...no me deja mentirte. Pues...ok, ya Theodoro, solo dile—Aspiro profundo y se arreglo el cabello—Bueno, cuando te vi por primera vez, no me llamaste tanto la atención, pero cuando vi toda tu vida y después de que me dijeras que tu decisión era quedarte aquí me interese en ti, ya que quería saber que sería de ti y pues...te seguí.

Tan solo me le quede viendo con un poco de desconfianza. Él me veía expectante.

—¿Enserio?—Fue lo único que pude decir.
—Si, lo siento, no sé en lo que estaba pensando nena, perdón.
—¿Sabes? No estoy enojada, solo impresionada—
—¿Impresionada? ¿Por qué?
—Nunca nadie se había interesado en mi vida—Baje la cabeza—Siempre fui invisible...
Una de sus manos tomo mi barbilla y me levanto la cabeza.
—Nena, te prometo por mi alma, que nunca serás invisible para mi—Me sonrío mostrando una perfecta sonrisa—Te lo prometo—Le devolví la sonrisa
Quito su mano de mi barbilla y puso una pose diva.
—Puedo ser tu mejor amiga, podríamos salir al centro comercial a comprar ropa o a comer un helado— Lo mire con cara extraña —O si quieres, puedo ser tu hermana o tu madre o tu novio, puedo ser lo que tu quieras.
—Gracias, pero me conformo con ser amigos.
—Mejores amigas—Levanto las cejas con expectativa
—Mejores...amigas.
—¡Yey!—Comenzó a dar saltos muy poco masculinos y a aplaudir —Ok, lo primero que vamos a hacer es algo que para la mayoría de aquí les divierte mucho.
—¿Qué?
—Ya veras, sé que te gustara, a la mayoría de los que llegan aquí les gusta ver esto.
—Dime que.
—Mejor déjame enseñarte...pero tienes que cerrar los ojos.
—¿Para que?
—Tú tan solo hazlo.
Cerré los ojos y sentí como me tomo el brazo, una brisa me rozo la cara y él me soltó
—Muy bien...puedes abrirlos.
Abrí los ojos y estábamos en una habitación que desconocía. Se veía costosa.
—Theodoro, ¿Dónde estamos?
—¿Recuerdas a Morgan Colligan?
—Claro que si, ella era la que más me molestaba, nunca me dejo en paz.
—Bueno, creo que te gustara ver esto.

Una chica pelirroja en una bata de seda entro en la habitación, Morgan se veía mas delgada de lo que recordaba y debajo de sus ojos verdosos tenia anillos azules. Caminaba con lentitud y con aire perezoso hacia su escritorio. Se sentó dejando caer todo su peso en la acolchonada silla.
Se quedo inmóvil durante unos segundos, mirando la ventana y como si despertara de un shock, se tallo los ojos y saco un cuaderno de piel de su cajón. Vio hacia ambos lados como alguien que esta a punto de hacer una travesura y abrió el cuaderno y saco una foto.
Al principio no pude distinguir de quien era, pero al acercarme un poco, me di cuenta que era una foto mía.

Morgan comenzó sollozar, sosteniendo mi foto entre sus manos. Lagrimas comenzaron a caer en el cuaderno de piel abierto.

—Lo siento...En serio, lo siento Allison...nunca pensé que esto llegaría a pasar pero, en serio, lo siento...—Se limpio las lagrimas pero estas volvieron a caer—Recuerdo esa vez que me preguntaste que por que te molestaba, que por que te odiaba tanto y yo...nunca te dije la razón...yo nunca tuve una razón para molestarte, tan solo...lo hacía y quisiera pedirte una disculpa...por todo lo que te hice...Lo siento mucho Allison Baker, Dios bendiga tu alma— Se recostó en el escritorio y siguió llorando.

Pero, aunque yo soy una persona a a la que le da tristeza ver personas llorando, cuando vi llorando a Morgan, no sentí ningún otro sentimiento mas que la satisfacción de ver a alguien que me hizo llorar muchas veces, llorando.
Voltee a ver a Theodoro y él tan solo miraba a Morgan con una expresión de satisfacción y superioridad en la cara.

Desde que me fui.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora