Ella no supo qué decir, su relación ya tenía un año y él era el primero en decir aquello, se quedó muda.
El silencio comía al chico por dentro, ella no le respondía, pensó que era algo que debió haber dejado para después.
- Ya, solo olvídalo ¿si? - dijo un poco incómodo.
- No Yayo, se que todos esperamos que el sentimiento sea correspondido, tú me amas y sé que esto puede lastimarte pero, agradezco que me lo digas, no te puedo corresponder con esas palabras por qué te estaría mintiendo, yo te quiero y mucho, eres una persona muy importante para mi, sé que si me das tiempo podré llegar a corresponderte, solo espera, no significa que no te vaya a llegar a amar o que tengas que esperarme toda la vida, te quiero demasiado, es lo que te puedo ofrecer en estos momentos, si lo aceptas verás que podrá crecer, si sientes que no es suficiente para ti, yo comprenderé cualquier decisión que llegues a tomar.- con esa última frase su vista se desvió al suelo, lo próximo que sintió fueron los brazos del hombre rodearla.
- Yo te esperaré cariño, hasta el fin del mundo, por que lo que siento por ti es muy grande.- y le brindó un corto beso en la frente.Pero ni ese tierno gesto le provocó lo que el chico de la oficina de un lado le había hecho sentir con un solo roce de sus dedos.
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Ella había evitado todo el día a su jefe, no quería saber nada sobre él, sentía que con solo hablar con él podrían pasar cosas, pero no sabía si clasificarlas buenas o malas, simplemente no quería verlo hasta meditar sus cosas.
Salió de la oficina, rápida y sigilosamente, no quería que nadie la notara y lo logró, pudo llegar hasta su auto y vio que el de José seguía ahí, tal vez se quedaría unas horas más editando algunos textos u otras cosas, a ella no le importó mucho y arrancó su auto, no en dirección a su casa, si no con rumbo al muelle.Cuando estuvo cerca de la arena retiró sus zapatos para que estos no se llenarán de aquel sólido.
Fue bajo el muelle, la luz aún estaba presente, no pasaban de las 19:30 así que solo se sentó.Estaba confundida, frustrada, asustada de aquella sensación que el moreno le había hecho sentir en su cuerpo.
Recostó su espalda completamente en la arena, en el teléfono activó la grabadora de voz, luego puso sus manos en la cara, no le gustaba sentirse de esa forma, ella pensaba que de una u otra manera estaba traicionando la confianza de su novio, quien hoy le había abierto sus sentimientos, le había dicho que la amaba y ella sólo se lo agradeció.
- ¿Tan mierda soy? - habló para sí misma mientras dejaba soltar unas lágrimas que le mojaban las mejillas y se estancaban en su cuello mojando el camisón.- ¿Qué significa esto? No quiero sentirme así.- sollozó y se puso en posición fetal, sin mover sus manos.- Yo quiero amar a Yayo, él es mi constante, mi mejor amigo, mi pareja, mi amante, quién me hace reír, me aconseja, me consuela, pero es que.- soltó un grito ahogado.- maldita la hora en la que decidí mudarme. ¿Qué tengo que hacer? ¿Alguien sabe?, por qué yo no, me siento débil, no quiero empezar desde cero, estoy asustada.
Quiero a Yayo, tengo que enfocarme en eso, en cumplir mi meta de amarlo, de corresponderlo.Luego de haber llorado unos minutos más por algo que no sabía identificar bien, salió de su cueva, sacudió su cuerpo y sin importarle que se adentró en el mar, su ropa no se mojaba, el agua solo le llegaba hasta las pantorrillas, miraba el atardecer, era algo que quería guardar en su mente por siempre.
Volvió hasta su auto, aventó los zapatos en el copiloto y sacudió su pies fuera del vehículo para no ensuciarlo, sentía su espíritu un poco más libre, después de haber gritado a la nada sus sentimientos, ella siempre hacía eso, era su forma de meditar, gritaba todo, lo grababa y posteriormente lo escribía, pero esta vez lo haría en esas mismas hojas que ya consideraba como un diario personal.
Condujo hasta su apartamento, pasó por la recepción sin hacerse notar, pero el portero la llamó.
- ¿Es usted Coraline Venegas? - preguntó en inglés, ella lo entendió y asintió con la cabeza.- Esto es de usted.- apuntó un ramo de margaritas de varios colores que estaban sobre el mostrador.
- ¿Quién las envía? - preguntó nerviosa, tenía una sensación extraña.- El chico que las entregó dijo que venían de parte de un tal Eduardo Gutiérrez.- y pudo respirar con tranquilidad al saber que eran de parte de su novio, ella las tomó gustosa y le dio propina al portero por el favor de cuidarlas.Subió por el elevador con el arreglo en manos, que idiota al pensar que serían de alguien más, solo Yayo la conocía tanto para saber que las margaritas eran sus favoritas.
Una vez en su casa, dejó sus cosas en el suelo de la entrada y fue hasta la cocina para buscar un frasco en donde ponerlas, puso agua, hielos, les retiró el papel celofán y tomó la nota para leer lo que esta decía:
Sabes que te esperaré, no importa si no me llegas a amar, hasta con solo ser tu amigo me conformaría, sería más que feliz.
No necesito que me digas que me amas, por qué se que muy en el fondo tú lo sientes.Lalo..
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Tentación Prohibida
FanfictionEres la más dulce y prohibida tentación que jamás tendré.