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      ✿Habían pasado ya varias noches desde que Jinho estaba en la cabaña y no había tenido ni la más mínima señal del príncipe. Incluso se precipitó a pensar que quizás lo había abandonado allí para que el reino tuviera un vagabundo menos; por lo menos no lo había asesinado.
   Se había entretenido mirando el cielo cuando la luna salía, siendo en su mitad un lobo y en la otra un simple humano. El problema era que aquella noche ya no sería mitad y mitad, sino que se convertiría en lobo en su totalidad.

   Todavía conservaba esperanzas, esperando ver a Hongseok volver a por él. Al menos para sentir que ha sido notado por alguien en toda su corta vida.

   Por el momento lo único que podía hacer era encerrarse en la caseta y dejar que el tiempo transcurriera. Por lo menos no había vuelto a divisar a ningún humano paseando a altas horas de la noche. Y esperaba no volver a hacerlo.

   También había conseguido tallar algunos adornos en la madera de las paredes, todo con sus uñas —las cuales crecían en la noche—. Al principio pensó que sería estúpido, sin embargo, era una de los pocos entretenimientos que tenía allí.

   Aburrido de estar todos los días sin poder salir nada más que por la noche, abandonó el interior de la casa para respirar algo de aire puro. Todo estaba desierto, ni siquiera se oía el piar de los pájaros.
   Avanzó unos pasos hasta que sintió que había pisado algo; un papel. Al agacharse para recogerlo se percató de que era una carta, una carta que desprendía un aroma que no podía confundir y que tenía un porte elegante. La abrió con delicadeza, viendo una letra preciosa pero que era casi incapaz de entender.

   Jinho había aprendido en la calle, así que sus conocimientos eran algo más que los básicos. Sabía leer y escribir a muy malas penas, lo cual le hacía sentirse bien porque casi ninguno de los campesinos sabía.

   La carta decía que esta noche estuviese preparado, y pudo recordar entonces que el príncipe le había dicho que solo irían a palacio cuando fueran lobos. Quizás para no levantar sospechas y en el hipotético caso de encontrarse con humanos, ser capaces de echar a correr.

   Se le escapó una pequeña sonrisa, ¿quién no querría cambiar de aires siendo un sin-techo?
   Visitaría un castillo, un castillo. Cada vez que aquella palabra pasaba por su cabeza más increíble le parecía. Era casi como un sueño hecho realidad.

🌘🌘🌘

   Por otra parte, las cosas en palacio parecían marchar bastante bien.

   —¿Y piensa traerlo aquí? —preguntó un sirviente de voz melodiosa, en un ligero tono de burla.

   —Por supuesto —respondió el príncipe—, cuando vengan mis padres ya veré lo que haré con él.

   —Usted sabrá lo que hace.

   El sirviente de claros cabellos rubios siguió con su tarea; la cual era mantener ordenada la habitación de su príncipe. Este estaba sentado frente a su escritorio, delante de él un calendario que su padre le había entregado donde estaban colocados sus periodos de celo. Mérito para la señorita Eunbin, quien era una conocida bruja en el reino. Sabía hechizos de todo tipo y además estaba al tanto de los licántropos, lo cual ayudaba en demasía a la realeza.

   Por ello Hongseok había sugerido a sus padres salir al otro reino, así es cómo obtuvo la libertad para pasear por sus calles en busca de algún otro licántropo.
   Sus progenitores siempre habían sido muy reservados, por temor a que el pueblo se percatarse de que eran hombres lobo. Pero a Hongseok eso no le importaba, al menos no tanto, él se interesaba más en buscar un mate, un compañero con quien pasar el resto de su vida. Sabría que tarde o temprano su padre le buscaría una esposa, pero él no quería estar toda su vida con una dama a la cual no amaría.

🐺Pet me🐺 🌜JinHongseok🌛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora