CAPITULO 39

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—¿Aún no puedo ver a mis padres?—pregunte totalmente aburrida recostada en los sillones lujosos del Hotel

—No—fue la simple respuesta de Piccoro. Bufe exasperada de sus cortas contestaciones, este hombre era sin duda de pocas palabras y por más que trataba de sacarle información o pláticas sobre algo no lograba conseguir más de tres palabras

—Al menos puedes decirme cuando podré hablar con alguien más que no seas tu, porque digo ciertamente ya me han arrebatado nueve años de mi vida y por una vez en años me gustaría saber que paso con mi familia y amigos— o lo que queda de ellos pensé, no podía asegurar que después de tantos años fueran a recibirme con los brazos abiertos. Una parte de mi quería imaginar que al verme, sonrieran felices, me abrazaran y brindaran su amistad y amor incondicional, pero en el fondo de mi corazón me punzaba la realidad, una pequeña astilla en el me decía que ellos me odiaban o guardaban aun un tipo de rencor. Mi alma aunque quería creer internamente que todo el cariño que algún día me tuvieron sigue ahí en el fondo de sus corazones y que después de todo el coraje y el rencor, recuerden lo mucho que me quería tanto como yo a ellos.

El suspiro, mientras terminaba de colocarse su gorra de policía y guardaba su arma en su cintura

—tienes que ser paciente Bulma —dijo terminando de acomodar su corbata —en unas días empezara el juicio y creme que ahí no pararas de hablar con otras personas que no sean yo—se rio un poco —pero por ahora hay que esperar

—Bien —susurre después de todo tenia razón—pero ni creas que me quedare aquí aburrida de la vida yo voy a Salir—le advertí

—Solo ten cuidado —

Me coloque un Vestido rosa junto con una diadema que le hiciera juego trate de acomodar el afro azulado que tenia de cabello y Salí del Hotel dispuesta a dar una vuela, la ciudad estaba un poco cambiada de lo que recordaba, los edificios estaban mejorados, tanto como note la marca de la corporación en varios de los automóviles que pasaban en la carretera, el sol daba en mi rostro así que saque unos lentes rojos de la bolsa para colocármelos, decidida a ir al centro comercial y comprar ropa diferente a la que estaba acostumbrada en el campo, me dispuse a cruzar la calle no sin antes caer de sopetón en el duro pedimento de la banqueta sobre mi trasero.

—Imbécil —le grite al carro negro lujoso que conducía a toda velocidad esquivando a todos y que por un momento casi me mata, mi corazón latía rápidamente y por alguna razón no pude quitarle la vista al auto hasta que despareció de mi mirada.

—¿estás bien muchacha? —oí una voz vieja increíblemente conocida, levante mi vista para ver al anciano de traje negro, sombrero y unos lentes rojos de sol enfrente mío acaso era…

—¿Director Rochi —dije perpleja

El sonrió mientras se acomodaba más las gafas

—Ya no más niña solo Maestro Rochi —me dijo ofreciéndome las manos para ayudar a pararme, lo mire por unos momentos dudando si, darle mis manos y aceptar su ayuda o salir corriendo, la última sin duda era la mejor pero opte por la primera, me ayudo a levantarme y estaba a punto de darle las gracias cuando sentí como acariciaba mi trasero y le daba una palmadita —Oh oh sin duda as crecido mucho pequeña Bulma — tenía la vena marcada en la frente por el enojo y la indignación de su acción no dude ni un momento en plantarle la bofetada de su vida, dejando la palma de mi mano marcada completamente roja en su rostro anciano

—Usted no cambia Viejo libidinoso —dije con un Tic de enojo pero entonces me di cuenta de una cosa —un momento dijo Bulma —pregunte perpleja acaso el…Lo observe como se acariciaba el rostro golpeado y se acomodaba nuevamente las gafas.

Mi Destino Eras TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora