Mi padre me acomoda sobre el asiento y me coloca el cinturón. Al cerrar la puerta tras sí descubre una ventana de cristal y yo me dedico a contemplar el paisaje que se alza tras esta. Unas llamas consumen poco a poco el hogar en el que he crecido, en el que he descubierto el verdadero significado del amor. Cientos de recuerdos se desvanecen con rapidez, a pesar de que muchos de estos han sobrevivido al paso del tiempo, manteniéndose más vivos que nunca. Aunque, el hecho que resulta más difícil de aceptar es que el cuerpo inerte de mi madre se encuentra en el interior de la casa, fundiéndose a fuego lento. Me siento impotente por no poder hacer nada para cambiar el rumbo de las cosas.
Paseo la mirada por el jardín y localizo a Jonathan de brazos cruzados, que saluda con un asentimiento a mi padre y luego cruza una mirada conmigo.
Flexiono las piernas, de manera que las coloco sobre el asiento, y las rodeo con mis brazos. De esta forma, estas se encuentran próximas a mi pecho y me aportan cierto consuelo.
Christopher ocupa el lugar del conductor y pone en funcionamiento el motor de su Todo Terreno. El coche se incorpora a la carretera y se desplaza por ella con rapidez. No me sorprende percatarme de que mi padre haga caso omiso a las señales de tráfico y se salte algún que otro semáforo en rojo, pues está igual o más nervioso que yo. La situación en la que nos vemos envueltos nos perjudica a ambos. Los dos sentimos el mismo miedo y el mismo dolor. Yo he perdido a una madre pero él ha perdido al amor de su vida. Aunque no lo aparente, todo esto supone un calvario para él. Sin embargo, Christopher siempre se muestra fuerte a pesar de estar roto por dentro.
El coche se detiene en una plaza de aparcamiento de un hostal.
-Pasaremos aquí la noche- anuncia.
Al volver a poner los pies en tierra emprendo una marcha hacia el interior del edificio. Mi padre, que camina a mi vera y lleva una bolsa negra, me pasa un brazo por los hombros y me acerca más a su persona. Finalmente deposita un beso en mi coronilla y me suelta.
-Buenas noches. Mi mujer hizo una reserva a nombre de Christopher.
El hombre comprueba en el ordenador que la información que le acaba de aportar mi padre es correcta.
-Una noche, ¿no es así?
-Sí.
-Tome- le hace entrega de una llave-. Es la habitación 32. Sólo debe subir las escaleras, girar a la izquierda y recorrer el pasillo.
-Muchas gracias.
Christopher abre la puerta de la habitación y la mantiene abierta con tal de cederme el paso. El interior posee una escasa iluminación y los muebles son viejos. En el centro hay una cama cubierta por una colcha de color azul marino. En la pared en la que está colocado el cabecero, hay un cuadro de un jarrón con rosas rojas. En un extremo de la estancia hay una puerta blanca que desemboca en el baño, dotado del mobiliario necesario para el aseo personal. Aunque, el espejo cubierto de polvo que hay sobre el lavabo parece indicar todo lo contrario.
Mi padre deja la bolsa en el suelo y procede a levantar el colchón y dejarlo de pie, apoyado sobre la pared, ocultando el cuadro. En el somier descansan diferentes tipos de armas, algunas de ellas son puñales de diferentes tamaños y hojas, otras son pistolas de distintos modelos. Hay una abundante cantidad de pequeñas cajas de balas de plata.
-¿Qué son todas esas armas?
Christopher las coge de dos en dos y las va guardando en la bolsa negra que trae consigo.
-Papá-mi padre hace como si no me hubiera escuchado y continúa yendo de un lado a otro de la habitación. Ante la negativa decido forzar el tono de voz-. ¡Papá!
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Cazadores Nocturnos 1: El Resurgir #SoupAwards #PecesAzules #BooksAwards2017
FantasyAriana Greenberg era una adolescente corriente hasta que se produjo un trágico incidente que cambió su vida para siempre. Con el tiempo descubre que pertenece a una familia de cazadores que se encarga de combatir a los seres nocturnos que suponen un...