Cazadores Nocturnos 1: El Resurgir #SoupAwards #PecesAzules #BooksAwards2017

Capítulo 4

Los pájaros emprenden el vuelo y surcan el despejado cielo azul. Sus alas se mueven con gracia y belleza y asemeja que las bañan como si de un lago se tratase. Se agrupan en bandadas y juntas eligen un nuevo destino para pasar la próxima estación. Poco a poco se van perdiendo de vista en el horizonte y me acoge un sentimiento de soledad. Por otro lado, los árboles visten sus hojas de tonos caobas y algunas de ellas son arrancadas por la brisa fresca que azota las copas. Estas emprenden así un nuevo viaje, cuyo destino está aún por determinar.

Parpadeo un par de veces y descubro que me encuentro sentada en un banco de madera que hay en el jardín trasero de la casa. Las flores me conceden el honor de apreciar sus vistosos tonos antes de sucumbir a los encantos del otoño y yo, fascinada por su esplendor deslizo mi dedo índice por uno de los pétalos. Estoy ensimismada en ello cuando escucho el dulce piar de un pájaro, así que elevo la vista y me dejo guiar por la procedencia del sonido.

Me pongo en pie y camino un par de pasos hasta situarme junto a uno de los árboles. En un pequeño hueco del tronco hay una cría de pájaro acurrucada sobre las hojas que le rodean.

-Hola, pequeño- extiendo una de mis manos y lo tomo en la palma. Le acaricio la cabecita con mi dedo índice y este me responde encogiéndose-. Sé que tienes miedo de volar pero créeme, estoy segura de que te va a encantar en cuanto lo pruebes-acojo al gorrión entre ambas manos y las muevo suavemente en sentido ascendente con tal de animarle a volar y surte efecto pues este da sus primeros saltitos-. Vamos, ya lo tienes- el pájaro emprende el vuelo y una vez alcanza el cielo lo surca-. Buen viaje.

Alguien deposita su mano en mi hombro y me sobresalto ante el inesperado contacto. Ladeo la cabeza hacia la izquierda y descubro una poblada barba que comienza a tener alguna que otra cana y unos enormes ojos celestes que me observan.

-¿Qué tal estás?

El dolor por la muerte de la mujer que me dio la vida sigue estando más vivo que nunca. Incluso he llegado a la conclusión de que jamás llegue a superar esa pérdida. Durante estos días he intentado concienciarme de que debo seguir adelante pero no puedo. Cada vez que imagino mi futuro la veo a ella en él y lo peor llega luego, cuando no tengo otro remedio que volver a la realidad. Me he acostumbrado al vacío que se apodera de mí cada vez que me doy cuenta de que ella ya no está en este mundo. Mi único consuelo es pensar que fue inmensamente feliz a lo largo de su existencia.

-Asimilando lo ocurrido-respondo al fin.

-Es comprensible.

-Aún no me hago a la idea de no volverla a ver.

Mi padre me envuelve con sus brazos. Siento la calidez emanar de su pecho y los latidos lentos y acompasados de su corazón. Juro que si hay algo real en este alocado mundo es el amor incondicional que siento hacia mi progenitor. No puedo imaginar el día en el que despierte y ya no esté ahí y si por algún casual lo hago, siento como mis miedos florecen.

-Debemos ser fuertes, por ella.

-¿Cómo lo haces?-formulo la pregunta sin pensarla siquiera. Como consecuencia, Christopher me observa con desconcierto-. ¿Cómo puedes aparentar ser fuerte después haber perdido al amor de tu vida? Si hay algún truco, hazmelo saber, lo necesito desesperadamente.

-No hay ningún truco, Ariana. Aunque aparente ser de piedra, la realidad es que por dentro estoy destrozado.

-No tienes porqué guardarte todo. Es bueno soltar lo que llevamos dentro para que la herida comience a cicatrizar.

Mantengo la cabeza agachada y finjo colocarme un mechón de mi cabello detrás de la oreja. En cuanto vuelvo a alzar la vista me topo de nuevo con sus ojos celestes pero estos no me miran sino que se pierden en el horizonte, donde se unen la tierra y el cielo. Entonces, en mi detenida contemplación me percato de que un par lágrimas se deslizan por sus mejillas con rapidez.