Capítulo 9

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Despierto de mi profundo sueño al oír el crujir de la madera del suelo y lo primero que capta mi atención es Elián, quien está apoyado sobre la superficie de la puerta, con los brazos entrecruzados y con una mirada ausente que refleja que sus pensamientos van por otro lado. Me sobresalto ante su inesperada visita y me incorporo en el sofá. El vampiro cruza la estancia con dos zancadas y recoge la bandeja de plata del suelo, examinándola rápidamente.

-Parece que vas a seguir dando guerra.

Suelta la bandeja en una mesa y se pasea por delante de una estantería, deteniéndose de vez en cuando para ojear algún ejemplar que llama su atención. Aprovecho su entretenimiento con el libro "Cumbres Borrascosas" para emprender una sigilosa caminata hacia la salida de la habitación. Al alcanzarla, extiendo el brazo y me aferro con fuerza al picaporte. Antes de girarlo miro una última vez hacia atrás para comprobar si Elián está al tanto de mi plan.

-Yo que tú no lo haría. A menos que busques desesperadamente morir a manos de uno de los vampiros que se alojan aquí.

Ignoro su advertencia y cuando apenas he abierto un poco la puerta, este cruza la estancia con rapidez, situándose a mis espaldas, me hace girar y me apoya con fuerza sobre la superficie de madera, inmovilizándome con uno de sus brazos. La presión que ejerce en mi clavícula es tan grande que dificulta mi respiración y me veo en la obligación de abrir la boca para inspirar el aire.

-La próxima vez que se te ocurra hacer una tontería semejante, tu amigo se convertirá en el aperitivo de William.

-Pagarás por todo lo que estás haciendo.

-¿Me estás amenazando?

Aproxima su rostro tanto al mío que nuestras narices se cruzan. Hasta ahora no me había fijado en que tienes unos enormes ojos verdes claro poblados de pestañas.

-Te creía menos estúpida.

Se separa de mí y me aparta de la puerta con un rápido movimiento para salir por ella, concediéndome nuevamente el privilegio de disfrutar de la soledad que tan a menudo me visita. Cuando la entrada se sella una vez más, confío mi espalda en la superficie de madera y miro con desdén todo cuanto me rodea.

-Psicótico- digo en voz alta.

Entonces, agudizo el oído y escucho unos pasos que poco a poco se alejan de la puerta.

Al parecer ese vampiro se ha quedado para escuchar mis quejas y la verdad es que me hace sentir bien el hecho de que haya sido partícipe de cual es mi opinión con respecto a él. Quién sabe. Tal vez haya vivido con los ojos vendados demasiado tiempo. Si es así, ya va siendo hora de que alguien le advierta de la venda que lleva puesta.

Me acomodo nuevamente en el sofá y le permito a mis ojos el privilegio de recorrer cada centímetro de la habitación con tal de matar el tiempo mientras pienso en una forma de escapar. Entonces, mi mirar se detiene en el cristal de la ventana e inmediatamente se me ocurre una brillante idea.

Ruedo por el sofá y me lanzo al vacío sin ningún pudor. Arrastro mi cuerpo por la superficie de madera en dirección a la ventana y cuando me encuentro lo suficientemente cerca, extiendo ambas piernas y las agito en el aire, haciendo una prueba. Luego, me aferro con los pies a la cortina y tiro de ella, descolgándola.

Tomo asiento en el suelo y con dificultad, pues mis manos están atadas, cubro mis vans con la tela blanca que permaneció sujeta a la galería con anterioridad. Una vez me aseguro de que no cabe la posibilidad de que me abandone en pleno proceso, vuelvo a tumbarme boca arriba en el suelo, extiendo las piernas y doy con ella un fuerte golpe en el cristal, el cual no llama la atención. Cientos de fragmentos de vidrio se caen sobre mí, de manera que tengo que apartarlos uno a uno antes de llevar a cabo mi propósito.

Cazadores Nocturnos 1: El Resurgir #SoupAwards #PecesAzules #BooksAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora