Cuando el reloj digital del coche marca las doce de la noche, tanto Jonathan como yo abandonamos el vehículo y nos encaminamos con paso decidido a la entrada al hospital. A medida que avanzamos se percibe un sonido metálico que hace referencia al impacto de la espada contra la hebilla del cinturón. A pesar de este no hay otro sonido perceptible. Traspasamos la entrada y nos sumergimos en un pasillo de paredes blancas, algunas de ellas poseen un cartel que indican cual es el comportamiento que debemos tener en el centro hospitalario por respeto a los pacientes. En otros casos se trata de indicaciones de las que puedes valerte para dar con una determinada consulta. Nuestro objetivo es llegar al laboratorio en el que guardan las reservas de sangre, con tal de comprobar la cantidad de bolsas de plasma que faltan y descubrir a los atracadores.
Subimos a la segunda planta gracias a las escaleras y cuando nos hallamos en la cima de esta comprobamos si hay alguien en las proximidades. Al ser la respuesta negativa, decidimos adentrarnos en el pasillo torciendo a la izquierda y continuando todo recto.
-Debe estar por aquí- anuncia Jonathan.
En efecto, a escasos metros se alza una puerta marrón que posee un cartelito en el que se puede leer "laboratorio". Nos situamos frente a esta y miramos de un lado a otro antes de tomar una decisión. Nuevamente descubrimos que estamos solos en el pasillo, así que Jonathan toma la iniciativa de aferrarse al picaporte, el cual tiene una ranura para introducir una llave y tira de él con fuerza. No sucede nada. La puerta sigue intacta. Vuelve a intentar abrirla pero el resultado sigue siendo el mismo que con anterioridad.
-Está cerrada, vamos a tener que ir a buscar al encargado.
Asiento y cuando hago ademán de dar media vuelta para conducirme hacia las escaleras, escucho unas voces continuadas de unos pasos que me confirman que alguien se acerca a nuestra posición. Jonathan se aferra a mi antebrazo y tira de mí hacia el interior de un cuarto de limpieza que hay justo enfrente del laboratorio. Al cerrar la puerta detrás de sí nos sumimos en una completa oscuridad, la cual nos impide distinguir cuanto nos rodea. Aunque, apuesto a que por el olor debe haber varios productos de limpieza.
Mi acompañante se queda quieto y me pide que hago exactamente lo mismo con tal de evitar llamar la atención de los nuevos visitantes. Agudizo el oído y descubro que los pasos se sienten muy próximos de nuestra posición.
-Ya sabes lo que tenemos que hacer, Will- dice una voz masculina-. Entramos, cogemos lo que buscamos y nos marchamos. Nada de espectáculos de última hora.
-Entendido.
-Estoy seguro de que Kai nos recompensará como es debido por esto.
Will ríe malévoladamente.
-Adoro volver a los viejos tiempos.
-Coincido contigo, Peter.
Percibo el sonido de una puerta abrirse y como los pasos de los visitantes se alejan hacia el interior de otra estancia. Al parecer basta con menos de sesenta segundos para que vuelvan a incorporarse al pasillo pero, esta vez, cargados con bolsas y bolsas de plasma. Nuevamente cierran la puerta del laboratorio, haciendo uso de la llave.
Mi corazón se dispara en el instante en el que soy consciente de que los pasos de los acechantes acaban de detenerse a escasos centímetros de la puerta. Con ayuda de mis manos me tapo la boca con tal de evitar delatarme con la respiración.
-¿Oyes eso?- le pregunta Will.
El vampiro guarda silencio, imagino que para agudizar el oído.
-Es un corazón acelerado- continúa.
-Qué novedad- dice Peter-. Es bastante normal captar los sonidos de un corazón. Por si no te has dado cuenta los pasillos están repletos de habitaciones que contienen pacientes y enfermeros que se encargan de atenderlos.
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Cazadores Nocturnos 1: El Resurgir #SoupAwards #PecesAzules #BooksAwards2017
FantasyAriana Greenberg era una adolescente corriente hasta que se produjo un trágico incidente que cambió su vida para siempre. Con el tiempo descubre que pertenece a una familia de cazadores que se encarga de combatir a los seres nocturnos que suponen un...