Day #7: Gore

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Se preparó con una honda respiración y salió al campo lleno de arena.

Rojo. Así era su mundo.

Rojo como la sangre que manchaba sus manos cada vez que salía a ese lugar, observado por miles de personas que le vitoreaban.

Rojo como su propio corazón, que latía por tan solo una persona.

Rojo como decían que era el amor, aquel que sentía cada vez que veía esos ojos.

Pero también era dorado. Irónicamente, aquellos orbes que tanto amaba eran de oro.

Dorados como el sol, como la sangre de los dioses del Olimpo.

Dorados como sus cabellos arrebolados que desafiaban la gravedad.

Miró los ojos azul oscuro de aquel hombre que sonreía arrogante. Las ganas de enviarle el cuchillo de su cinto directo al corazón.

Ese tipo era quien le había tratado de arrebatar al único que necesitaba en aquel nefasto mundo. A su luz dorada.

Decían que aquel hombre estaba protegido por Hera, la diosa que todos adoraban, poderosa, la reina de dioses.

Él no creía en eso. No creía en la ayuda de los dioses. De ser así, no estaría pasando todo eso.

La reja de la entrada del anfiteatro, la cual estaba frente suya, se iba abriendo y de ahí saldría su contrincante.

—No puede ser...

El encontró con un cuerpo menudo, unos brillantes y temblorosos ojos dorados...

El muchacho se puso a la mitad de la arena, a pocos metros de él, y se estremeció al ver sus lágrimas surgiendo.

—Alaude...

No lo resistió y lo abrazó, mirando a aquel hombre que decidía su fatal destino.

—¡Un combate a muerte! —exclamó, y eso hizo que el público estallara en vítores mientras el chico incrementaba su llanto y se aferraba a él.

—Cabrón. ¡Eres un maldito desgraciado! ¡Baja aquí y pelea tú, desgraciado!

Su risa resonó y se juró que, aunque muriera, su espíritu regresaría para aniquilarlo. Maldito hijo de perra.

—Alaude... —llamó, y se separó ligeramente para ver su rostro surcado en lágrimas.

Besó a Giotto con pasión, ternura, tristeza.

No podía dejarlo morir. No podía dejar que muriese. Sobre su cadáver...

—Alaude... —suspiró en cuanto se separaron.

—Giotto, no vas a morir. Me matarás y te librarás de...

—Recuerda que te quiero.

—¿Qué?

—Recuerda que te quiero...

—Giotto, no vas a...

—Recuér... dalo...

Y se desvaneció en sus brazos.

—¡Giotto!

Se había clavado la daga en sí mismo, quizá mientras se estaban besando, y sus labios formaron una sonrisa cálida antes de que su alma se fuera para siempre de su cuerpo.

Su mundo dorado ya no existía.

Murió junto al brillo de aquellos soles, ahora opacos, con aquel cabello salpicado de escarlata.

Su mundo era totalmente rojo.

Rojo como la sangre que manchaba sus manos, la misma que pertenecía a su amado.

Rojo como el cuerpo que sostenía entre sus manos.

Rojo... como el amor que ya nunca sentirá.

Rojo como la sangre que pensaba derramar.

»◦✿◦«

Salut, lectores...

Vale. Faltan 8 minutos para que sean las 00 así que llego a tiempo.

Es "algo Gore" vale XD. ¡No sabía qué hacer! ¡Soy mala!

Bueno... ¿Merezco comentario/voto? ¿Disparo? ¿Tartita?

Au revoir~. Nos leeremos pronto~.

30 Days: OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora