Day #14: Primer encuentro

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Torpe.

No había palabra mejor para definirlo.

-¡Con permiso, perdón! ¡Cuidado! ¡Cuidado, que voy!

Cajas y cajas tapaban su visión mientras recorría los pasillos del instituto en dirección al salón de actos.

Era torpe.

Quizá era inevitable que acabase por chocarse con alguien.

Las cajas volaron por encima suya mientras resbalaba y caía hacia atrás. Cerró los ojos al ver que le caerían encima suya, seguramente provocándole un gran dolor.

Pasaron los segundos sin que sintiera el peso cayéndole sobre el cuerpo, y se extrañó.

Abrió sus orbes dorados para encontrar a un muchacho algo mayor que él, cabellos rubios con ligero toque de plata y entrecerrados ojos azules como el cielo, soportando el dolor de una caja cayendo sobre su espalda y rebotando a otro lado.

Se sonrojó, no sabía si de la vergüenza o del calor que de repente empezaba a hacer.

-¿Te encuentras bien, herbívoro?

Giotto se quedó sin palabras, pues aunque abrió los labios para decir algo, no pudo decir absolutamente nada.

-Hey, ¿estás bien? -volvió a preguntar.

Ante su repentina falta de vocabulario y cuerdas vocales, el joven rubio no podía hacer otra cosa que asentir.

-No deberías cargar con todo esto tú solo -dijo, mirando a su alrededor-. Son muchas cosas, ¿no crees?

-Un poco... -rió, agradeciendo que su garganta se dignara a hacer caso-. Pero como delegado de mi curso debí hacerlo...

El de orbes azules hizo una leve mueca y se levantó, tendiéndole la mano.

-Será mejor que te levantes, a menos que te guste estar en el suelo.

-Gracias... -tomó su mano y se incorporó-. Y gracias por... protegerme.

Agachó la mirada y se preguntó qué le pasaba. No era típico de él ruborizarse tanto, solía siempre ser el primero que era alegre y despreocupado.

¿Por qué entonces se ponía así con ese chico?

-De nada.

Suspiró y miró las cajas que estaban desparramadas por todo el pasillo, y se dispuso a recogerlas. Sin embargo, alguien tropezó con un adorno navideño y cayó, llevándose las risas de todos alrededor.

-¡Lo siento, mi culpa! -se disculpó el joven de orbes dorados, acercándose a aquel que se había caído para ofrecerle su ayuda.

Sin embargo, el caído rechazó su ayuda con un golpe en la palma de su mano, soprendiendo al muchacho y haciendo que el de ojos azul cielo frunciese el ceño, imaginando lo que sucedería a continuación.

-Tú, bastardo, ¿cómo te atreves...?

Furioso, el chico que había resbalado se levantó y miró con ira a Giotto, que no comprendía demasiado bien lo que sucedía.

-Te vas a enterar -le dijo, haciendo arquear al rubio una ceja y dar un paso hacia atrás.

Buena acción, porque esquivó un puño que quedó a centímetros de su nariz. Giotto no desaprovechó la oportunidad y le cogió la muñeca, doblándole el brazo en un rápido movimiento.

El muchacho gritó de dolor y, tras retorcerle un rato más el brazo, el rubio le soltó ante la mirada divertida del rubio platino.

Por fin, un chico interesante.

-¡Te voy a...! -el orgullo herido era grande y doloroso, así que el molesto tipo se dispuso a dar una patada.

Giotto le bloqueó sin dificultad y le proporcionó un patazo que le mandó a volar unos cuantos metros. El de ojos azules se fijó en que sus ojos brillaban con un peculiar color que, hasta que el otro no se fue por patas, no desapareció.

Todos decidieron no acercarse por lo que pudiera pasar, la pelea ya circulaba por las redes sociales y no había quien no supiera que el chico de primero había dado una paliza al matón de cuarto.

-No eres tan herbívoro como pareces.

Giotto le miró y se sonrojó. Toda su fuerza se había ido en el momento en el que ya no se vio en peligro, y su timidez repentina con ese muchacho seguía latente.

-¿Gracias? Siento que hayas tenido que...

-Me ha gustado verlo, no te disculpes por eso.

Giotto se rascó la mejilla con el índice, algo nervioso.

-No es nada que sea bonito de ver... -rió ligeramente, tenso.

-Eres un omnívoro interesante.

El mayor acercó su mano al rostro de Giotto, quien le miró con sorpresa y su rostro se iba tornando color escarlata.

Sin embargo, fue un toque más bien fuerte y bastante breve.

-¿Qu-qué...? -se tocó la parte de su mejilla donde le había tocado.

-Tenías una mancha.

La campana sonó, y todos se dirigieron a sus clases, esquivando los adornos de las cajas caídas.

-Me tengo que ir -dijo el de ojos azules-. Pero antes, te ayudaré con este desastre.

Giotto se lo agradeció y empezaron a recoger los adornos navideños, metiéndolos de nuevo en las cajas.

-¿Vas a poder ir tú solo con todo esto hasta el salón de actos? Es donde se pone el árbol, ¿no? -le preguntó, y el menor sonrió.

-Bueno, tengo que poder.

-Te ayudaré, total, no es que inglés sea mi peor materia.

Cogió unas cuantas cajas y se encaminó al salón, dejando a un sorprendido muchacho que se apresuró a coger las restantes y seguirle con premura.

Cuando se puso a su lado, le dedicó una radiante sonrisa.

-Muchas gracias.

-No tienes que darlas. Lo hago porque quiero y puedo.

El menor de los rubios amplió su sonrisa. En cuanto llegaron al salón de actos, suspiró dejando las cajas al lado del árbol.

-Es todo. Muchas gracias, esto...

-Alaude. Puedes llamarme así.

-Alaude-san -asintió-. Yo soy Giotto, mucho gusto.

El de orbes azul cielo dejó las cajas en el mismo sitio y miró la mano de Giotto, que se la extendía en señal de amistad.

-Igualmente, supongo.

Se dieron la mano, y segundos después, se separaron.

-Debo irme -anunció Alaude, poniendo las manos en los bolsillos-. Ya nos veremos, omnívoro.

Giotto asintió y lo vio marcharse.

No sabía, mientras decoraba el árbol de navidad, que aquel pensamiento que en circulaba en su mente acerca de lo guapo que era el chico que acababa de conocer, se convertiría con el tiempo en algo más.

Alaude tampoco sabía, mientras subía escaleras para ir a su clase, que aquel interesante omnívoro sería algo mucho más significativo con el paso de las agujas del reloj.

Pero eso, es otra historia.

30 Days: OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora