Habían pasado 4 años desde la última vez que vi a Zack, había perdido la cuenta de todas las veces que quise llamarlo para decirle que lo sentía y que lo extrañaba, después de todo él era mi mejor amigo.
Tomé la decisión de irme y no podía arrepentirme, aunque lo pensé varías veces antes de tomar aquél autobús hacía otro lugar. No tenía el suficiente dinero como para dejar la ciudad, así que simplemente rente una habitación. Renuncié a la disquera y comencé a trabajar como camarera en dos lugares diferentes, el primero era en el día en un café, y el segundo en un restaurante por la noche, estaba renunciando a mi sueño de ser cantante, solo para no hacer sufrir a mi mejor amigo viéndolo todos los días... increíble.
Odiaba estos trabajos, pero era eso o morir de hambre por no tener dinero con que comprar algo de comida. Me sentía miserable, lloraba todas las noches... aún luego de 4 años, lo hacía. Las primeras semanas Zack no dejaba de llamar a mi celular, pero jamás contesté aún que quisiera. Luego de varias semanas las llamadas dejaron de llegar y comencé a sentirme más sola de lo que estaba.
Me había unido a un grupo de apoyo, para así poder superar la muerte de Luke. Puedo decir que me ayudó mucho, aún lo recordaba pero no estaba tan obsesionada por hacerlo, como me di cuenta que lo estaba antes. Me rehusaba a dejarlo ir y eso era lo que me alejaba de todo, esa era la principal causa por la cual me alejé de Zack.
Hace un par de meses conocí a un chico llamado Andy, desde entonces ha estado al pendiente de mí y me la pasó muy bien a su lado. Siempre pensaba que no iba a poder sentirme a gusto con otro chico que no fuese Luke o Zack, pero aquí estaba él. Muchas veces me sentía incómoda ya que muchas cosas de él me hacían recordar a los otros dos, pero luego de un tiempo deje de relacionarlo y todo cambió para mejor.
Puedo decir que todo estaba bien, lo único que necesitaba era buscar un trabajo que amara, y todo sería perfecto, aun así me sentía bien, hasta aquel día.
De todos los malditos cafés que existen, a ese chico con rizos dorados se le había ocurrido ir a este. Yo estaba tras la puerta de la cocina, no podía verlo más de cerca, su simple presencia me comenzaba a hacer daño.
Se supone que ya lo tenías superado.
Quería golpearme a mí misma, y golpearlo a él por llegar a ese lugar. Una de las camareras entró a la cocina a avisarme que su turno había terminado y debía ir a encargarme de las órdenes. Sentía náuseas ¿Era eso normal?... me sentía como cuando debía hablar en público frente a un montón de personas, mis manos sudaban, podía desmayarme en cualquier momento.
- Juliet, hay clientes esperando. - Dijo la chica frente a mí. - ¿Te encuentras bien? - Volvió a decir y yo solo asentí. Debía enfrentarlo, aunque estuviese muriendo por dentro.
Salí de mi escondite y tome la libreta con las órdenes. Tomó poco tiempo para que el barista me entregara la orden. - Mesa 7. - Dijo y yo solo deseaba que aquél chico estuviese en cualquier mesa menos en la 7.
Mierda.
¿Acaso hoy era mi día de suerte? Gracias Zack por sentarte en la puta mesa 7. Podía sentir como mis pies casi se arrastraban por el suelo de camino a la mesa. Daba gracias a que Zack estaba muy distraído rayando una libreta, coloqué rápidamente el pedido en la mesa, pero algo llamo mi atención.
¡IDIOTA CORRE MIENTRAS PUEDAS!
No podía escuchar a mi subconsciente, mi vista fue directo a su libreta, o mejor dicho su cuaderno de dibujos, no sabía que Zack pudiese dibujar tan bien. Aquél dibujo era un retrato, un retrato de...
- ¿Juliet? - Mi nombre saliendo de sus labios me hizo entrar en razón, nuestras miradas se encontraron y puedo decir que estuvimos por un largo rato de esa forma. No podía decir nada, pero sentía como mi corazón poco a poco se aceleraba aún más.
- Juliet. - Esta vez sus labios no se movieron, no había sido él. Giré la vista y era uno de mis compañeros. - Estás trabajando. - Me recordó.
- Si, lo siento. - Dije sonrojándome al instante.
¿Qué mierda estaba haciendo? Debía correr lejos de Zack en ese momento. Sin mirarlo, tome la bandeja de la mesa y me dispuse a irme pero su mano me lo impidió.
- ¿Podemos vernos luego de que termines tu turno? - Preguntó, ¿Qué debía hacer? Él era mi mejor amigo aún ¿no?
- Salgo a las 3. - Dije sin dejar de darle la espalda.
Jamás en mi vida había deseado que el tiempo pasará de la forma más lenta posible. Sé que le había dicho la hora en la que terminaba mi turno, pero ahora me estaba arrepintiendo. Tenía miedo de volver a verlo, de volver a hablarle.
Tomé el valor que necesitaba y salí del local, pude notar que en la acera de enfrenté estaba aquél rubio, con sus manos en los bolsillos de su pantalón ¿Acaso podía verse más perfecto? Dudé en acercarme, pensé varias veces en irme, pero su mirada dio directo con la mía, no podía hacer nada más que caminar hacia él.
Me recosté de la pared en la que él estaba recostado, estábamos en completo silencio. Pasamos así alrededor de 10 o 15 minutos. Con cada segundo que pasaba quería salir corriendo y dejar que algún auto me atropellara.
- ¿Cómo has estado? - Dijo rompiendo el gran silencio.
- Bien... ¿y tú? - Pregunté con un gran nudo en mi garganta.
De nuevo silencio.
- Se está haciendo tarde, debo ir a mi otro trabajo. - Dije, pero aún él no decía nada. Di media vuelta y comencé a caminar, mi pecho dolía de nuevo.
- Podemos vernos otro día. - Dijo tomando mi mano para que dejara de caminar. Su tacto hizo que mi piel se erizara. - Quiero volver a verte. - Soltó, volví a girarme para verlo de nuevo.
- ¿Por qué? - Pregunté, él debía odiarme por haberlo abandonado de esa forma.
- Porque somos los mejores amigos ¿no es así? - Dijo dándome la hermosa sonrisa que jamás pensé en volver a ver. - Te veré mañana. - Volvió a decir, sin dejar que yo dijese nada.
- Está bien. - Respondí.
Y como si me hubiese leído la mente, sus brazos me rodearon y pude volver a sentir su abrazo, ese que tanto extrañaba.
love, Xx
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Tres No Son Multitud
Ficção AdolescenteTres mejores amigos Tres problemas diferentes Tres corazones Un solo amor ...