Mixture

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"Lo nuestro fue tan inesperado, que nos encontramos sin buscarnos."

Danns Vega.

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Cuando era pequeño mamá decía que el amor podía ser de muchas maneras. Ser al comienzo lindo, tornarse violento y acabar en tragedia, y mi favorito, tener todo el cariño de esa persona, vivir felizmente y terminar con la mejor historia de amor.
Mamá y papá eran la segunda. Ellos son mi inspiración.

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Pensar en Ichimatsu me recordaba a esos dulces de sabores misteriosos, nunca sabias cual te tocaría, pero aun así los ansiabas.
¿Alguna vez pensaron en eso? ¿No? Ichimatsu me hacía pensar así. Algo estúpido si él se llegase a enterar, pero algo hermoso para mi. Nunca creí que fueran simplemente azúcar, tras el nombre y la apariencia, debe existir más.

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Sus suaves gemidos llamaban mi nombre, suplicantes, añorando algo más que simplemente una mirada. Tocarlo, por Dios, ¿podría desaparecer de mi vista? Yo esperaba que no, él no podía ser efímero como los dulces, necesitaría más de él, mucho más.
Lentamente, sin intención de asustarlo, me acerque tocando su cabello, haciendo que buscase más contacto, tan pronto pudo, sus brazos rodearon mi cuello, y con sus pocas fuerzas tiro de mi hacia la cama. Suaves besos fui dejando en su cuerpo, recordando que me  pertenece. Yo quería borrar su mala experiencia, él quería ser feliz, y eso yo junto con él. 
La piel de Ichimatsu era tan suave como el algodón y tan delicada como una burbuja. Provocaba querer molestarle al punto de hacerlo llorar.

La tarde paso lenta. Los besos que comencé tímidamente dejaron de serlo para pasar a la sensualidad que se necesitaba. Cuando estuvo lo suficientemente asfixiado, mis manos viajaron a su estómago dándole pequeñas caricias que le provocaron la más hermosa de las risas que he escuchado.

Mi amor por él era tan enorme y sincero que a Ichimatsu le bastaba con solo escucharme hablar, él me decía, que rara vez uno amaba realmente.

Para mí, su cuerpo era tan frágil y delicioso como el algodón de azúcar, simplemente con tocarlo se hace más pequeño, y al hacer que entrara en la boca desaparecía.
Los brazos de Ichimatsu abrazaron mi cuello lentamente, acercándome a él, para poder besar sus labios. Entre besos y caricias él pidió por más y yo no le iba a negar eso.
La yukata de Ichimatsu era un estorbo para mi tarea de acariciar su pecho, mientras su cadera rozaba lentamente contra la mía provocando que ambas erecciones se tocaran por encima de la ropa, lo que provocaba ligeros gemidos y temblores en Ichimatsu. Mis manos hicieron la tarea de desatar completamente su yukata y aunque la vista no era mala, no la prefería en ese momento. En su cuerpo fui dejando suaves mordidas reclamando su piel y besos para disfrutar su sabor. Mis pensamientos se detuvieron cuando su entrepierna quedó a mi vista, ligeras caricias y mordidas hicieron de él un hermoso poema. Mi mano lentamente acarició su ya despierto miembro y sus suspiros no se hicieron esperar; aunque él pedía por más, yo quería torturar un poco su conciencia y dejarlo desesperado.

Ichimatsu, sin mi ayuda comenzó a satisfacer sus necesidades, y yo como buen esposo no se lo permití, aunque receloso de mi poca participación tomé su muñeca delicadamente mientras mi mano comenzó a hacer el trabajo por él. Había dos cosas que agradecí en ese momento, la primera: mi gran interpretación de alguien completamente seguro en estos casos, y la segunda: el "funcionamiento" del cuerpo de un omega.
Mis dedos, rápidamente, entraron en su orificio para darle placer y ayudarle a relajarse más, dando pequeños movimientos circulares, entrando y saliendo de él, esperando el momento justo. Lo besé y él, con sus ojos cristalinos, lágrimas quemando sus mejillas y sudor en su cuerpo, me suplicó que lo hiciera, que lo impregnara de mí.

***

Perdí la noción del tiempo, no supe de mis actos con claridad, y eso era debido al celo pero yo prefería tener vagos recuerdos de nuestra primera vez, que hacer sufrir a Ichimatsu.

Las embestidas que debían ser suaves y lentas, a los pocos segundos fueron salvajes y placentera, nuestros cuerpos chocaban creando ese exquisito sonido, que si bien a mi me volvía loco, a Ichimatsu no. Sus largos dedos se aferraban insistentes a mi cabello y cuello, jalandome hacia su boca para probar nuevamente sus rosados labios. Y entre jadeo y sollozos, su voz se escuchó anunciando el final de su máximo placer, con temblores y espasmos se aferró a mi, sin dejarme escapar e invitándome a tomarlo, a marcarlo como mio. Con mi miembro comenzando a formar el nudo y su casi inexistente acentimiento. Y el bello espacio entre su hombro y cuello, llamándome desesperadamente a dejar mi marca ahí, y como si de un imán se tratase, mi boca se posó dando cortos besos, para por fin morder haciéndolo mío. Por la sensación, sus temblores se hicieron más presentes y él terminó sobre su abdomen y yo, por la presión ejercida de sus músculos y gracias al nudo, termine dentro de él.

**

Ichimatsu no era como el algodón de azúcar, el no desapareció, y su sabor era aún más embriagante.

La noche es larga, y una vez nunca es suficiente. Estuvimos en esa habitación tres días y dos noches, sin ningún tipo de contacto humano. Entregando nuestros cuerpos al deseo y placer que encontrábamos en los caminos de besos y caricias.

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Aquí estoy yo, y me da pena este capítulo.
No es el mejor, es mi primera "escena" de alguna actividad sexual escrita, y agradecería de corazón saber sus opiniones, sean buenas o malas.
Espero haya sido de su agrado, los leo después, bebés preciosos 😊

Cotton candy flower 🌸 [Karaichi] (EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora