Assistent.

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Part II.

 " The sugar rush comes over me at once • I'm so naturally stopped in front of you."  

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Él apartó la mano, en cuanto sintió la de su jefe sobre la suya. Había sentido un leve escalofrío. Aun no entendía como había sucedido todo aquello.

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Urie Kuki, siempre había demostrado una faceta de hombre inalcanzable, un sueño para las mujeres y un rival para los hombres, sin embargo parecía que aquello no era suficiente para cabal caballero.

Mutsuki siempre lo había observado a la distancia. Se había mantenido al margen en cuanto a relacionarse demasiado con su jefe, él debía de desempeñarse bajo su rol y limitarse únicamente a ello. Aún recordaba cómo había encontrado su oficina en cuanto llegó. Los papeles se encontraban sin archivar, las carpetas enfiladas se mantenían apiladas en un rincón, mientras la pizarra de corcho, que se alzaba firme en la pared, estaba atestada de pequeñas notas color amarillo y magenta. Aquello le había hecho sonreír débilmente, le gustaba en cierto sentido sentirse útil.

Cada vez que se proponía terminar con el archivo, de todo el papeleo, surgían nuevas exigencias por parte de su superior. Las yemas de sus dedos terminaban ardiendo al finalizar el día, más no le desagrada terminar tan cansado, ya que lograba hacer varias cosas durante la jornada. Hasta se había encargado de sustituir la planta de plástico color verde, por un helecho que irradiaba vitalidad. Tooru Mutsuki sonreía cada vez que dejaba la oficina, puesto a que a cada día que pasaba, sentía que iba creciendo un poco más.

Su jefe era bastante exigente y hasta, existieron veces en la que se le había olvidado tomar su descanso para almorzar. Se le había ocurrido traspasar, cada informe hecho a mano por Urie, a prácticos archivos, almacenados en su ordenador. De esa manera evitaría la pérdida de tiempo rebuscando en los gabinetes de acero, que dormían muy cerca de su pequeño escritorio color marrón.

Las luces del día lo acompañaron durante varias horas, hasta que finalmente su jefe saliera por la puerta de su oficina y sin detenerse a decir adiós, partiera hacia quién sabe dónde. Algunas veces se preguntaba a donde iría. ¿Tendría familia? No había visto ninguna foto enmarcada, ni aún entre los cajones, que Mutsuki pudo revisar. A juzgar por cómo se comportaba sospechaba que ninguna mujer vivía con él. No es que sus prendas no estuvieran limpias y planchadas, eso jamás podría advertir en él. Sino que a veces, durante la hora del almuerzo, había notado que Urie comía alguna que otra bandeja de alimentos pre-cocida, para microondas. O también, le había visto disfrutar de unos sándwiches, que había sabido ver, en alguna que otra vidriera de una cafetería internacionalmente conocido por llevar una sirena como logotipo.

Ver, o mejor dicho espiarlo por entre el espacio que dejaba la puerta, le permitía conocerlo un poco más, o al menos un poco. Urie Kuki era un tipo de acertijo que no quería ser develado con facilidad y eso lejos de desalentar al moreno asistente, lo alentaba a continuar buscando posibles soluciones al cubo de 4 caras, que veía a diario.

En cuanto a él, no había mucho que contar. Vivía en un pequeño departamento, el cual solamente tenía una ventana que daba a un callejón, en frente de la salida trasera de un restaurante hindú. Aún con sus 20 años, podía mantenerse económicamente, gracias a los trabajos temporales que había tomado. Al asistir a la universidad con media beca, había podido conseguir un puesto en la biblioteca de la misma, como ayudante. Durante esa experiencia había podido leer muchos libros que necesitaba para realizar sus trabajos y proyectos que hacían a la carrera que cursaba, sin necesidad de tener que comprarlos. Poco tiempo después y gracias a la recomendación de uno de sus profesores de derecho, Sasaki Haise, había podido ingresar a trabajar en un buffet de abogados, como asistente de Urie Kuki. Aquello le hacía muy feliz, después de todo ese sería su primer trabajo estable.

The year of Horsey [Mutsurie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora