o c h o

23 7 28
                                    


Jimin había logrado, medianamente, recomponerse a todo lo que sentía en su pequeño corazón.

Creía que si fuera posible sacarse el corazón con las manos y seguir viviendo, lo haría. Sentía que este mismo se lo pedía, y aunque era demasiado, su mente le pedía que volviera su mirada a aquella castaña que le había robado un poco de sí mismo y que él ni siquiera sabía que había robado tanto de él, para tener un poco de respiro, como si ella fuera ese pequeño espacio en el que podía respirar, dentro del tanque de agua en el que se sentía nadar.

Pronto llegaron a su destino, y Jimin le llamó la atención lo bonita que era la casa. Era totalmente enrejada, había un árbol adentro, en el jardín frontal y algunas flores rodeando la casa. Su Min oprime un botón y en cuestión de segundos se oye un sonido mecánico en las puertas, indicando que podían pasar. Sin antes llegar a tocar la puerta, ni estar cerca de ella, una chica de cabello azabache, y corto hasta los hombros, sale por la puerta y con un gran salto sobrepasando los escalones que le esperaba, lleva sus pies al césped que en otro momento se teñía de un verde brillante, junto a las coloridas flores, pero que ahora sus colores se escondían bajo una escarcha blanca debido a la nieve. Aquella chica era la amiga de Su Min; Harumi. Una pelinegra bastante tierna, cariñosa, a veces muy centrada y otras veces no tanto, pero que siempre mantenía el buen ánimo y así mismo la amistad de Su Min. Aunque sus personalidades eran diferentes, de alguna manera se conectaban a la perfección.

— ¡Hola, ya te extrañaba! Y se me había olvidado lo enana que eras —la amiga de Su Min tenía entre sus manos la cara de la castaña, apretujando sus mejillas y haciendo que Su Min sintiera dolor en estas, pero no decía nada puesto que era su amiga de quien se trataba.

—Ya, me lastimas —decía apenas audible por el poco espacio que le daban las manos de la pelinegra, seguido de una expresión en su rostro que hizo reír a carcajadas a su amiga, olvidando por completo a Jimin quien miraba con gran atención y diversión la escena. El pensaba en si podría tener la oportunidad de tomar entre sus manos las mejillas coloradas de Su Min, pero aquel pensamiento se ve interrumpido por la mano agitándose en el aire de la pelinegra. Estaba saludándolo.

—Oye, somos amigas, ¿o no? Porque este muchachote está buuuenísimo. ¿Cómo pudiste ocultarme algo así? ¿Pensaste que te lo iba a robar? —dice fingiendo estar ofendida, poniendo una mano en su pecho. Su Min suelta una risita y tapa su cara con ambas manos, avergonzada. —Ya sé, no me digas. Le hiciste brujería. ¿Qué has hecho con mi inocente niña Satanás? SAL DE AHÍ, AHO...

La bullosa voz de la pelinegra es detenida por la mano de Su Min en su boca. Estaba haciendo un lio donde no lo había. Y quien necesitaba explicación para todo el asunto de Jimin era ella, pues esa era la razón por la que había decidido venir.

—Cómo dices eso. No le he hecho nada, más bien tu debiste haberme hablado de él porque él se quedará aquí en tu casa.

La expresión atónita de la pelinegra era épica, no podía formular ninguna palabra y Su Min tenía miedo que se cayera en cualquiera momento, así que la tomó de los brazos.

—No, no, no he entendido —dice zarandeando sus manos frente a su cara, para luego ponerlas en su cien. —Me estas queriendo decir que este... —su mirada repasa el cuerpo de Jimin de arriba abajo y luego mira la castaña. —bombón, se quedará en... ¿mi casa? ¿Acaso te has fumado algo? Porque eso es demasiado bueno para creerlo.

Jimin seguía aun en su sitio, sin poder entender nada de lo que las dos chicas estaban conversando. A decir verdad, se sentía cansado, su energía ya no era la misma y debía descansar por más tiempo. Era la desventaja de estarse muriendo por dentro.

ーwinter bird; pjm♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora