Sumin estaba demasiado confundida. Jimin miraba un punto fijo en el suelo y no articulaba ninguna palabra. Estaba tan callado como lo estuvo durante todo el camino y no daba ningún indicio de donde estaban. Ella pensaba que irían a algún lugar cálido o algo por el estilo, pero todo eso se desdibujaba a estar frente a una calle. Los transeúntes pasaban, inadvertidos de los dos jóvenes que estaban parados en la acera.
—Jimin...
La voz suave de Sumin llamándolo, logra hacer eco en los oídos del rubio y voltea a verla de soslayo.
— ¿Acaso no recuerdas esta calle? ¿Esas paredes? —sus preguntas habían tomado por sorpresa a Sumin, plantándose así una expresión en blanco sobre su rostro. Jimin nota que aún no logra removerse de la memoria de la chica algún recuerdo. —Solo mira una vez más. —suplica Jimin.
Ella lo mira con su ceño fruncido, casi agotada de cómo las cosas se habían tornado, mas lo hace porque la mirada del rubio era demasiado insistente. No entendía por qué el persistía en hacerle ver algo que para ella no tenía mucho sentido. Era estúpido, creyó pensar ella.
El peatón que había cruzando la calle daba entrada a un callejón, uno que no tenía salida. Las personas seguían caminando por allí cerca, quizás iban para sus casas, para el trabajo, o a ver a alguien. Habían locales y puestos de comida. Sintió su estomago rugir, el olor a comida impregnaba sus fosas nasales y de inmediato estrujó su pansa, creyendo que así podrían para los sonidos provenientes de allí.
—Jimin, ¿qué tal si continuamos desp...—la interrumpe.
—Lo oí, tu estomago parece un monstruo con vida.
Ambos chicos ríen.
Jimin toma de nuevo la mano de Sumin, gesto que la toma por sorpresa, aunque no intenta negarse y se deja llevar por lo bien que se siente entrelazar su mano con la de él. Era cálida y encajaba perfectamente.
Después de un rato caminar, Jimin se detiene en seco y se queda mirando al frente. Sumin no deduce qué pueda ser lo que llamó la atención del rubio, sino hasta cuando cruzan la calle y entran a una panadería. Esta se encontraba muy bien iluminada y olía delicioso; pan recién orneado. Lo que más le gustaba eran las mesas, pues eran de color celeste como las sillas.
—Elige una mesa. —demanda Jimin, sin mirarla, y en cambio observa la vitrina donde estaban bien acomodados los panes, cupcakes, pies, y otras delicias hechas de harina. Ella obedece y observa el lugar, después de unos cortos segundos se decide por una mesa en la esquina, junto a una enredadera artificial. De hecho, el lugar no estaba tan lleno, la mitad de este estaba ocupado por personas.
Estando ya sentada en la mesa que había elegido, dedicó los minutos que le quedaban antes de que llegara Jimin, a observar los detalles que no había podido apreciar de la panadería. Era todo muy delicado, con adornos muy adorables y sencillos, nada demasiado extravagante...cuando de repente, sintió como si le hubieran chuzado su corazón. Llevó rápidamente una mano a su pecho y con la otra se sostuvo del borde de la mesa. Pero se enderezó los segundos siguientes al recordar que estaba acompañada de Jimin y no quería que se diera cuenta de su inesperado estado. Al levantar la mirada, casi como un imán, sus ojos quedaron atrapados en los del rubio. El ya se encontraba caminando hacia ella.
— ¿Estás bien? ¿Qué tienes? Háblame —el parloteo insistente de Jimin la aturdió un momento, y sintió como si le hubieran robado algo de su corazón. Luego, sin previo aviso, una perlita trasparente resbaló lentamente por su mejilla, para luego desatar un montón de estas mismas. Jimin, asustado, se movió rápido para hacerse a su lado y acobijarla en sus brazos. Unas cuantas palabras dulces salían de la boca del rubio, pero ninguna que pudiera aliviar el dolor inexplicable que sentía Sumin.
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ーwinter bird; pjm♡
Fiksi PenggemarDos lágrimas diáfanas, lentas por sus mejillas resbalaron. Las palabras del ángel, sin ser pronunciadas pero que Jimin las había captado por la firmeza de su mirada, una realidad que le sacudió como un torbellino y sintió ser lanzado lejos de Su Min...