Intercambio | T2 | Sebastián Villalobos

| C A P I T U L O 1 4 |

Narra Sebastián

—Sebastián, por favor— hablo bastante arrepentida tal vez

—Bájate— subí el tono de mi voz aún más

—¡Está bien, me largo!— bajó del carro, cerrando la puerta fuertemente. La vi cruzar la avenida bastante molesta. Pero en ese momento había deseado tanto llevarla hasta su puerta.

—¿______?— esperaba ver un reflejo un dejavú de mi vida pasada, pero no era así. Crucé la avenida como un bólido, esperando llegar a tiempo.

—Llamen al 911— escuche a una mujer de la tercera edad

—No la muevan, déjenla— una señora apartó a todos del lugar

—La ambulancia ya viene en camino— Escuche la voz de un señor a mis espaldas

—¿_______?— apenas, me salió la voz para decir...

—Sebastián—

—Sebastián—

—Sebastián— escúchame...

Me había perdido en mis pensamientos, no sabía porque estaba pensando en ese trágico momento, tal vez por la ira que sentía; jamás le desearía el mal a ella.

—Me mentiste— le dije mirando un punto dijo

—No sabía cómo decirlo, no sabía cómo decirte que me iría a España— tomo mi mano, ese suave tacto podía estremecerme... Como siempre

—Solo vente ______— me quite de su agarre, con todo el dolor de dejarla ir y verlo partir de la mano de otro.

En ese momento me di cuenta que esa segunda oportunidad se había esfumado, _____ había cambiado o eso creía yo, no era la misma, nunca me había mentido de tal manera; lo hacía inocentemente pero sus viajes salían de por medio, siempre ocultándolos, siempre arruinando el momento.

—Sebastián, yo no quiero irme de aquí, quiero estar contigo—

Narra ______

Había decidido tomar una taza de café. Media noche y la luna está más brillante que nunca, media noche y las miles de estrellas se apoderan del cielo, media noche y el cielo permanece con un color azul marino intenso, casi negro. Media noche y mi cama permanece hecha aún, media noche y no m he sacado el maquillaje del rostro, media noche y mi ropa sigue impecable, media noche... Sigo pensándolo, será duro.

No me importaría dejar mi vida en España, podré concluirlo todo estando acá. Sé que es lo que quiero, pero estaría mal. Mariale podría aparecer y arruinarlo todo, es como el huracán de nuestras vidas, lo va a demoler todo.

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—Necesito que vayamos al centro comercial, debo comprar unas cosas antes de irnos. El vuelo se retrasó, estaremos acá unos días, pero en verdad necesito comprar unas cosas— hablo Rubén dirigiéndose a mi amiga.

—Bien, eso nos da tiempo de solucionar algunos pendientes.— hablo mi amiga, claramente refiriéndose a mi y mi asunto con Sebastián

Doblas y mi amiga salieron de la casa de mi hermana, yo estaba sola en el lugar únicamente acompañada de mi fiel celular. Decidí ingresar a Twitter y postear algo acerca de mi patética -"Para decir adiós"- fue lo único que se me ocurrió en el momento, al instante miles de personas comenzaron a hacer conclusiones y a responder el twit. ¡Genial! El mundo sabe que Sebastián y yo estamos en algún tipo de situación.

—Hola— respondí al llamado de mi celular

—¿Cómo estás?— era la voz de Villalobos

—No te voy a mentir— suspire —estoy mal— solté

—_________— musitó, podría jurar que estaba cerrando sus ojos con fuerza

—¿Qué pasa, Sebastián?— interrogue. En mi mente le oraba a Dios para que esta llamada nunca finalizará, para que ninguno de los dos presionará el botón rojo por la ansiedad

—Olvidaste algo en mi casa—

—¿Qué cosa?— pregunte extrañada, no recuerdo haber dejado algo —La verdad es que no sé que deje— solté, recordando el momento, el momento donde todo se había ido al carajo —Bien lo recuerdo, esa escena nunca...— iba a soltarlo, pero no quería que esto terminara mucho peor —No olvide nada—

—Te apuesto lo que quieras, acá olvidaste algo— creo que sonrío, ya que un tono de victoria podía notarse en él

—¿Porque sé que me estás mintiendo?— comencé a reír

—Eso tendrá que averiguarlo usted, señorita Font— corto la llamada.

¡Qué verga!

Sebastián se había comportado bastante extraño, podría jurar que estaba jugando, que estaba intentando simpatizar. Él es tan gracioso, me encanta.
Tome nuevamente el móvil y le marque, al instante contesto la llamada, quería seguir en el juego.

—¿Qué olvide?— hable sonriente, quería escuchar todas la idioteces que inventaría

—¿Se te ofrece algo?— esa voz no era la de Sebastián.