Intercambio | T2 | Sebastián Villalobos

| C A P I T U L O 1 5 |

Narra Sebastián

Había llamado a ______, solo estaba buscando un mínimo pretexto para hablar con ella un segundo. En realidad era más que un pretexto, ella había olvidado uno de sus collares.

—Eso tendrá que averiguarlo usted, señorita Font— finalice con la llamada, tal vez dejándola con la gran duda.

Al instante alguien tocó la puerta, deje el celular en el sillón y me dirigí a averiguar quién llamaba.

Mariale. ¿Que hacía aquí a esta hora?

—Hola, bebe— beso fugazmente mis labios. La hice pasar, con la manga de mi suéter me limpie con asco el beso que me había robado.

—¿Qué pasa?— le cuestioné cerrando la puerta

—Es algo muy importante, pero primero baja, que el portero te tiene un paquete de no sé que— se sentó en el sillón. Con toda la pereza del mundo baje por el dicho paquete.

Narra ______

La verdad es que vengo a decirle a Sebastián toda la verdad, que _____ a dejado a su amante de aventuras en España, Mauro. El no sabe que su amada _______ se encontraba de eterna luna de miel con un sujeto, mientras él se encontraba en el vagabundo olvido de se amor. Y yo, estaba dispuesta a recuperarlo.

El sonido del celular había interrumpido mis pensamientos, era Font. No dude en tomar la llamada.

—¿Qué olvide?— hablo contenta

—¿Se te ofrece algo?— le cuestioné con desagrado

—¿Dónde está Sebastián?—

—Esta aquí conmigo, la estamos pasando increíble— intentaba enfadarla, para que terminara odiando a Sebastián. Apartándose de el.

—Mientes— exclamó

—No, de hecho me regalo un dije muy bonito— tome un dije de plata que estaba en la mesa de centro

—¿Qué?—

—Como escuchaste, animal—  finalice la llamada.

Estúpidamente idiota.

Narra Sebastián

Él paquete era algo pesado, creo saber que es.

—¿Y bien?— cuestionó Mariale cuando entre a la casa.

—Gracias por avisarme— deje el gran paquete en el suelo —¿Qué tenías que decirme?— le cuestioné

—¿Sabías que tu novia... Amante... O eso que sea, tiene un novio allá en España?— soltó de golpe víbora.

—¿Qué?—

—Que te cuente ella, te espero en la cama— camino a la habitación.

Ni loco iría a la habitación, tome un cojín del sillón y me acosté en la alfombra. Agradezco que Mario allá dejado su bati-sabana en el sillón.
Esperaba quedarme dormido rápidamente, le rogaba a Dios para no tener más problemas con ______ ¿Porque mierda Mariale es así? ¿Las mala personas nunca van a desaparecer de nuestras vidas?

Narra ______

Esta mañana en despertador sonó antes de lo normal. Decidí entrar a la ducha, me relaje. Despoje todas las prendas de mi cuerpo e ingrese al relaja te baño. Al salir, únicamente me vestí con un vestido corto de flores, había decidido maquillarme, dejando un acabado más elaborado en mi rostro.

—¿De verdad vas a ir?— me cuestiono mi aún modorra amiga. Ella pensaba que esto era un error, pero yo no pensaba de esa manera.

—Esto no va a quedar así—

[...]

Toque dos veces la puerta, nadie abría. Volví a tocar. Nada. Mire la maceta, desde viejos tiempos los chicos solían esconder la llama, aún lo hacían.

—Buenos días— le dije a Sebastián, quien dormía plácidamente en la alfombra de la sala

—¿Qué hora es? ¿Font?— froto sus ojos

—Las 8:40— me senté a su lado. El aún permanecía acostado, me dediqué a acariciar su suave y despeinado cabello, me encanta sentirlo cerca. Me encanta saber que estamos juntos en este momento

—¿Qué haces en la sala?— cuestioné, la verdad es que si me extrañaba verlo en esa situación

—Es una larga historia— abrazo mi pierna fuertemente

—Vine por mi dije— le di un beso en la mejilla

—¿Quién te dijo que era un dije?— se sentó extrañado

—¿Quien tocó la puerta, mi vida?— la voz de una mujer se interpuso en la plática

—¿Sebastián, que hace ella aquí?— me puse de pie, mirando a Mariale frente a mi. La muy impúdica únicamente llevaba un diminuto vestido como pijama. No quiero empezar a sacar conclusiones

—Esta es la larga historia— me tomo de la mano —Mariale, vístete y vete— camine hasta el balcón. Solo quería que se fuera

Narra _______

—Sebastián y yo la pasamos increíble— se sentó en el sillón y cruzó sus delgadas piernas

—No te creo nada— me senté frente a ella, retándole

—Es una bestia— mordió su labio, parecía puta

—De seguro pensaba en mi, porque dudo que causes placer en alguien— le dije y me dirigí a la cocina —Reina, que tus argumentos sean más creíbles.—

—Pues dudo que él te ame— se paro y me miro, tratando de intimidar

—Pies yo dudo que alguien te tome en serio— sonreí victoriosa. Mariale solo fue a la habitación y como un bólido salió únicamente con un saco largo.

[...]

—Nuevamente me engañas— le dije a Villalobos

— Ella llegó a media noche, solo decidí dormir acá— señaló el frío suelo —No quería más problemas—

—Te creo— sonreí

—_______, una pregunta... ¿Quién es Mauro Mendoza en tu vida?— cuestionó Sebastián.

Mauro Mendoza... Mauro Mendoza... Mauro Mendoza...