| C A P I T U L L 2 2 |

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Narra ______

Habíamos salido a la sala de espera del aeropuerto, los Bautista se ofrecieron a recogernos, mientras el resto permanecían en la clínica.

—Hola— bese la mejilla de Jan para después hacer lo mismo con Daniel y Mario

Mi amiga parecía entenderse muy bien con Mario, pude notarlo ya que iban muy juntos en la parte trasera del coche

—¿Cómo sobreviviste a tantas horas de vuelo?— me pregunto Daniel mientras miraba el camino

—Pues nada, si coges un buen libro y tomas los cascos para poner buena música, el tiempo pasa de bólido— respondí cual poeta

—Bien, yo en mis largos viajes me dedico a solo dormir— alzó los hombros

—Él que siempre habla es Mario— se burlo Jan —No se porque va tan callado allá atrás—

—¿Vosotros derramando miel tan rápido?— reí. Por un segundo olvide el mal momento, me olvide de todo

Narra Sebastián

Como siempre, Roberto y Sulemma me acompañaban a diario, el resto no a querido presentarse, no necesitan presentación, solo hablan y ya, no les importa nada.
Siento que algo me tranquiliza, cada día siento que mis molestas voces internas dejan de exclamarme cosas a diario, cosas que claramente no entiendo y me hacen sentir tan confundido, tan molesto y fuera de mi.

—¿Cómo estás Sebastian?— entro a la habitación la misma enfermera de siempre, Alex. Una joven morena de aproximadamente 24 años, es tan linda conmigo, me hace sentirme en una enorme y morada nueve mágica

—Estoy bien, verte me hace sentirme bien— suspiré 

—También me hace bien verte, Sebastián— una voz salió detrás de la enfermera, automáticamente me tape el rostro, intente esconderme bajo la sabana y planear quedarme ahí por siempre

Narra _______

Camine por el largo pasillo que dirigía a la habitación de Sebastián, todo era tan ruidoso, parecía reventón de preparatoria, todo un instituto acá.
Encontré la habitación, estaba la puerta abierta, únicamente logre ver a una figura blanca que me daba la espalda, una enfermera.

—Estoy bien, verte me hace sentirme tan bien— era la voz de Sebastián, soñaba extraño, no estaba bien. Contuve las lágrimas y trate de tener fuerzas.

—También me hace bien verte, Sebastián— sollocé. La enfermera se hizo aún lado, dándome paso para ver a Sebastián, parecía niño pequeño escondido bajo es blanca sabana.  —Sebastián— quite de manera delicada la sabana que le cubría

—¡No!— aventó mi mano de lado —Déjenme, dígale que se callen, no— parecía que alguien más le molestaba

—¿Qué tiene?— pregunte asustada

—Tiene que salir— me indicó la enfermera, me negué ante eso. Lo único que hice fue abrazar a Sebastián fuertemente

—Tranquilo, mi amor— lo abracé —Estoy aquí, contigo— le volví a quitar la sábana, encontrándome con una dulce pero temerosa mirada. Comencé acariciar su rostro, de manera inmediata relajo sus facciones, dándome confianza nuevamente

—Hola— susurro, al fin parecía tener a Sebastián frente a mi, como si no hubiese sucedido nada

—Hola— hable con lágrimas en el rostro

—Se supone que volvías en 20 días— su voz tan ronca me estremecía, extrañaba mucho escucharlo

—Volví para estar contigo— bese su mano, mientras peinaba su alborotado cabello

—¡No!— grito nuevamente. Tomó su cabeza e intentó tapar sus oídos

—No— lloré. Verlo así me hacía tanto mal

Salí de la habitación, ya que la enfermera llamó al doctor para aplicarle sus respectivos medicamentos

—¿Todo bien?— pregunto Arango

—No puedo verlo así— llore aún más. Por su parte, Arango me abrazo... Necesitaba sacar todo lo que tenía —Es mi culpa— sollocé —Yo debí estar acá para el— me tire al suelo, sentía que todo se me venía abajo —¡Pero me fui! ¡No debí irme!— me abrace a mí misma, sintiendo la culpa sobre mi

—Tranquila, debes ser fuerte por el— sentí el agarre de Juana, quien me ayudó a sentarme en una cómoda silla

—Toma, te traje agua— Mario me entregó una botella con agua natural, sin dudarlo la tome toda

—¿Dónde está mi amiga, Bautista?— Le pregunté a Mario

—Esta en el coche, se sentía un poco mal— hizo una mueca

—Cuida de ella, por favor— él asintió —Yo necesito regresar con Sebastián— me pare y camine hacia la habitación nuevamente

Estaba dormido, con su rostro tan relajado, estaba bajo los efectos de una poderosa medicina. Tome la silla que estaba en el lugar y la coloqué a lado de la cama, tome su mano y comencé a tocarla con suavidad.

—¿Podrías perdonarme?— pregunté tratando de controlar el llanto —Yo no quería lastimarte, por eso no dije nada. Veo que todo lo que hice fue malo. Tan malo a fin de cuentas— me late de la silla, me asomé por la gran ventana del edificio —Tu no deberías estar así, yo pude evitar todo eso— suspire —realmente sé que soy la única culpable— tape mi rostro y comencé a llorar— No sé cómo vamos a salir de esto, pero que yo estaré contigo siempre—

—¿Porque te culpas de esa manera?— la enfermera entro a la sala —Perdón por escuchar eso, pero tampoco quería interrumpir— se dirigió a Sebastián —Él está mejorando— me entregó un escrito, al parecer del doctor —Es un análisis del doctor, hecho en esta mañana— sonrío.

—Pero solo lo vi unos segundos— lleve mis manos a la boca

—Le das la estabilidad emocional que él necesita— sonrío ampliamente

—Entonces él está así por mi culpa—

—Perdón, pero en gran parte si— bajo la mirada

Intercambio | T2 | Sebastián VillalobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora