Amarga venganza Yasuo x Riven

Ciudad De Justicia

Era el medio día cuando las tropas demacianas llegaban de regreso a su ciudad junto con los forasteros, quiénes pasaron a ser sus invitados. Algunos no estaban muy convencidos de acoger a Yasuo y demás, pero aún así confiaban en la decisión de Garen, puesto que él era un hombre de honor que sabía lo que se hacía. Aunque por otro lado, Xin Zhao aún desconfiaba de ellos y los vigilaría de muy de cerca.

En la entrada de tan gloriosa ciudad aguardaban sus majestades los reyes al son de varias trompetas, anunciando la llegada de los valientes guerreros dispuestos a dar sus vidas por Demacia y por el mismísimo Rey, el actual Jarvan IV. También había una gran multitud vitoreando y alabando a los soldados. En absoluto silencio, avanzaban Riven y las chicas en un grupo delante de Yasuo y los otros. Parecían algo intimidados, pero al ver que nadie les abucheaba se relajaban un poco.

Al llegar frente al rey, el General se arrodilló ante éste, mostrándole así el respeto que le tenía, además de considerarlo su amigo. Durante un largo tiempo, estuvieron haciendo las presentaciones de los recién llegados, a quienes Jarvan no tuvo ninguna objeción en dejarlos hospedarse en su ciudad con la condición de que no hicieran gamberradas y respetaran las leyes de la ciudad.

Todos asintieron conformes y agradecidos por ser la única ciudad en la que habían estado que no los querían ejecutar. Ya terminadas las presentaciones, el rey ordenó que los invitados tuvieran varios guías para mostrarles la ciudad y sus costumbres, y poco a poco Jarvan empezó a asignar gente de su confianza a los nuevos.

-Muy bien, he decidido que los señores Yasuo, Varus, Yi y Gnar irán acompañados de Garen y Xin Zhao- pronunció en voz alta Jarvan, y un pequeño gruñido de fastidiado salió de los labios de Xin -¿Algún problema, Xin?

-No, majestad, en absoluto- contestó el de la lanza arrodillado junto a Garen

-Y, por otro lado, las señoritas Riven, Ahri y Taliyah estarán acompañadas por las adorables Luxanna y Sona

Dicho esto, aparecieron de entre la multitud una chica bajita rubia con armadura portando una varita y una mujer alta de cabello azul con las puntas doradas llevando consigo un instrumento musical. Ambas inclinaron la cabeza levemente a modo de saludo. Poco después, el rey se retiró del lugar y cada quién volvió a sus tareas de siempre.

Garen y Xin llevaron a los chicos por la parte norte de la ciudad mientras que Sona y Lux iban con las chicas por la parte sur, luego cambiarían de zona los dos grupos. Riven se quedó la última en la fila, y de repente alguien la agarró del brazo apartándola un poco de sus amigas. Era Yasuo.

-¿Es que tienes prisa por irte, que ni si quiera te despides de mí?- preguntó con picardía

-Claro que no, nunca me iría sin despedirme de ti- contestó ella de la misma forma dándole un tierno beso

-Espero que nunca te vayas para siempre

-Tranquilo, te quiero demasiado

-¡Eh, yo también quiero un beso! Ahri, cariño...- dijo Yi haciendo pucheros, y la mujer zorro fue riendo a sus brazos

-Voy a vomitar...- se quejó con asco Xin Zhao

-Qué poco romántico eres, viejo amigo- rió Garen animado

-¡Uhhhh! ¡Eso es que estás enamorado, hermanito! ¿No tendrá que ver cierta pelirroja que yo conozco, verdad?- preguntó Lux a su hermano mayor dándole pequeños codazos en el brazo

El mayor iba a responder, pero varios soldados interrumpieron la conversación diciendo que antes de explorar la ciudad, las armas se debían de guardar en el almacén de armas, ya que sólo los soldados que hicieran guardia tenían permitido llevar armas dentro de la población. Así pues, todos se encaminaron al lugar de almacenamiento de armas, muy cerca de la prisión de Demacia, y las dejaron bien colocadas junto a las demás, aunque les costaba un poco al grupo desprenderse de sus amadas armas, las que los ayudaban a salir de momento muy críticos.