Baño en el lago

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Al día siguiente, el sueño de la joven exiliada se vio interrumpido por los rayos del sol que le dieron directamente en los ojos, bostezó somnolienta mientras se desperezaba y se quedó unos minutos viendo como salía el sol, era una vista magnífica y se preguntaba si Yasuo la había subido allí para que contemplara las vistas. Hablando del rey de Roma, lo vio dormido en la misma posición que la noche antes, no había movido ni un músculo, aunque le costara reconocerlo, ella admitía que el moreno se veía atractivo con la luz del sol iluminándolo, su bien formado tronco la incitaba a acariciar sus abdominales, pero no tenía tiempo para eso, creyó que tenía la oportunidad de escapar y fue a revisar su pierna para saber si estaba en condiciones de huir. Para sorpresa de la peliblanca la herida estaba curada, hasta ahí bien, lo que le sorprendió fue ver una nota debajo del pie que ponía "Ni lo intentes".

Eso hizo dudar a la mujer de si escapar era una buena idea o no, ya que el hombre le dio a entender que si se escapaba la cogería y posiblemente la mataría, pero dado que él estaba profundamente dormido y puede que tuviera algo de resaca por haberse vevido ayer todo el alcohol que le quedaba le costara levantarse y no podría atraparla, ¿verdad? Así que con mucho cuidado dejó la manta que le había prestado el castaño la noche anterior y fue bajando poco a poco ayudándose de su espada para no resvalarse. Al llegar al suelo miró hacia arriba y se impresionó al ver todo lo que había descendido y comenzó a andar.

La muchacha dio dos pasos y se escuchó un enorme estruendo que la asustó, pero no fue el golpe, el miedo que tenía era debido a que posiblemente el moreno estaba detrás de ella, aunque pensaba que era imposible que alguien bajara de semejante árbol tan rápido, bueno, mejor dicho, de un solo salto. La exiliada tragó saliva rezando para que no fueran verdad los pasos que se escuchaban, si ese era el hombre estaba perdida y lo sabía.

-¿A dónde te crees que vas?- preguntó una conocida voz deteniendo su marcha a pocos centímetros de Riven y posando una mano en su hombro

-Esto... Verás, iba a...- la pobre chica se quedó sin palabras, ¿qué podría decirle?

-¿Ibas a qué?

Yasuo giró a la mujer con ambas manos obligándola a mirarlo a los ojos. Él estaba serio, esperando la respuesta de su prisionera, mientras que ella estaba nerviosa y asustada, deseando salir de aquella situación.

-Iba a... Bañarme. Bajé del árbol para quitarme de encima el polvo y la sangre seca que se me quedó en el cuerpo después de la batalla de ayer.

-Mmmmm...- el moreno lo pensó un momento. Sabía que le estaba mintiendo, pero tampoco era mala idea bañarse antes de seguir su camino hacia Jonia, así que por esa vez lo dejó pasar -De acuerdo, vamos a bañarnos.

-¿Vamos?- preguntó confusa la chica, ¿a caso quería bañarse con ella -Yo me refería a solas.

-No, no. Tú te bañas conmigo, además, yo también estoy sucio

El hombre llevó a la joven a la orilla del lago dónde le curó la pierna el día anterior y empezó a desvestirse, pero la chica se quedó quieta, sonrojada.

-Venga, desnúdate. Quédate sólo con la ropa interior, aunque por mí te la puedes quitar- habló con un tono pícaro Yasuo, sonrojando aún más a su acompañante -Yo sólo me quedaré con los bóxers a menos que quieras lo contrario

-¡No, déjatelos puestos!- exclamó nerviosa la peliblanca y se quitó todo menos las vendas que le cubrían el pecho y sus bragas

-Jo, que pena- el moreno escondió su ropa y la de Riven detrás de unos setos cercanos por si alguien pasaba. Luego cogió la cuerda que usa como cinturón y ató su mano a la de la chica dejando un buen tramo de distancia para no ir muy pegados -Cómo he visto que la pierna ya se te ha curado te ato por si acaso intentas escaparte, vamos.

Yasuo se quitó el coletero que amarraba su larga melena castaña y la lanzó detrás del seto, después tironeó de la cuerda para que la exiliada lo siguiera. Cuando el agua les llegaba a la cintura, el moreno tomó aire y se sumergió para salir unos segundos más tarde totalmente empapado. La peliblana lo miró embobada, le favorecía más al hombre que le cayera el pelo por la espalda que recogido en una coleta, y para colmo sus músculos se tensaron más con el agua fría haciéndolo parecer más fornido. Poco después la chica salió de sus pensamientos y se quitó el coletero que llevaba en el pelo y se lo puso en la muñeca, luego se sumergió en el agua y salió a la superficie, estaba fría, pero tampoco era para tanto.

Riven miró a su derecha y se dio cuenta de que su acompañante se había quedado embobado mirándola al igual que ella se había despistado mirándolo a él. Yasuo no podía dejar de mirarla, después de todo tenía muy buen cuerpo, las piernas delgadas pero bien moldeadas, trasero respingón, curvas de escándalo, pechos redondos y bonitos, y para acabar un bello rostro que al estar serio se veía fuerte, pero al sonreir se veía guapa e inocente. El moreno se estaba dando cuenta de que empezaba a sentir algo por ella, pero sabía que su relación no sería posible, ya que la entregaría a los soldados jonios para recuperar su honor, aunque había mucho camino por delante y podría cambiar de planes.

Ambos comenzaron a nadar metiéndose más adentro hasta llegar a una cascada dónde no cubría y se sentaron en unas rocas que habían dentro del lago para retomar el aire. Al rato se escucharon relinchos de caballos por los alrededores y al instante Yasuo cogió firme de la muñeca a la joven y la llevó tras el agua de la cascada. Ahí había una estrecha cueva, por lo que decidieron quedarse allí hasta que pasaran los que estuvieran fuera. Al ser eso tan pequeño se tuvieron que pegar mucho el uno al otro, quedando Riven con la espalda pegada a la pared y el hombre delante poniendo los antebrazos a cada lado de la cabeza de la mujer para que los dos cogieran.

En ese tiempo que estuvieron ahí no pararon de mirarse el uno al otro, ambos tenían la respiración agitada, más Riven. El pecho de ésta tocaba el pectoral del moreno debido a la cercanía, y la pierna derecha de Yasuo estaba entre las dos de la exiliada, ya que no la podía poner al otro lado porque chocaba con la pared y así se quedaron casi cinco minutos hasta que dejaron de escuchar a los animales.

-Yasuo, creo que ya se han ido- dijo la mujer para que el hombre se quitara de en medio y la dejara salir de la cueva

-Lo sé, pero quiero quedarme un poco más así contigo- explicó el hombre sin dejar de mirarla a los ojos

-¿Por qué?

-Porque, para empezar, quiero decirte que la próxima vez que me mientas te saldrá caro. Y en segundo lugar porque disfruto de tu compañía

Dicho esto, la mujer asintió y unos minutos más tarde salieron de la cueva para volver a nado de nuevo a la orilla. Una vez allí se vistieron y anduvieron todo el día sin tener más problemas hasta el anochecer, que acamparon en un bosque y durmieron hasta el día siguiente.

Amarga venganza Yasuo x RivenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora