Enmoscada

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Al amanecer, Riven se encontró sola en la cama y buscó con la mirada a Yasuo, ¿dónde estaba? La mujer se levantó de la cama dispuesta a encontrar al hombre, pero antes de que pudiera acercarse a la puerta, alguien la cogió por la espalda, tapándole la boca al instante. La peliblanca se alarmó y empezó a forcejear, pero éste le susurró al oído:

-Shhhhhh, Riven soy yo, Yasuo. Tranquilízate- dijo el moreno intentando tranquilizar a la joven, lo cuál consiguió y le quitó la mano de la boca

-¿Qué pasa, Yasuo? ¿A qué viene ésto?- preguntó asustada la exiliada

-Vienen soldados noxianos, los he visto entrar en el hostal, no tardarán en venir a por nosotros. Coge tus cosas y nos vamos, yo ya tengo preparadas las mías

-De acuerdo, me daré prisa

La muchacha se apresuró a acomodarse bien la ropa y coger su espada y su peluche, después el de la coleta la cogió de la cintura con fuerza y saltó junto a ella. Al llegar abajo se cogieron de la mano y empezaron a correr, poco después los noxianos se asomaron a la ventana y al verlos se dispusieron a seguirlos con los caballos.

Al cabo de un rato corriendo, la pareja llegó al bosque y se escondieron tras unas rocas, aprovechando para descansar y distraer a sus perseguidores. Esperaron unos minutos a que los hombres se fueran y agachados andaron con sigilo por detrás de los árboles. Todo iba bien, hasta que se toparon con un gigantesco oso pardo que se dispuso a atacarlos, no sin antes dar un rugido que llamó la atención de los noxianos haciéndolos volver a atrás. Yasuo, con rapidez, decapitó al animal y cogió a la exiliada de la mano para salir corriendo, pero antes de que pudieran escapar los soldados los rodearon. La mujer buscó una salida para escapar pero no había ninguna, la única salida era luchar, ambos lo sabían, por lo que se pusieron en guardia con sus espadas y esperaron a que los hombres se les echaran encima.

El combate duró casi treinta minutos, teniendo en cuenta que eran más de diez soldados experimentados y les llevó un tiempo acabar con todos. La muchacha se apoyó sobre sus muslos agotada y el moreno no tardó en ofrecerle la mano para que se reincorporara a la vez que le preguntaba que si estaba bien. Riven tomó la mano de su compañero poniéndose al frente suyo y detrás de él quedaba un soldado vivo dispuesto a matarlo. La peliblanca empujó con rapidez a Yasuo tirándolo al suelo y antes de que pudiera protegerse con su espada el noxiano ya le había dado un espadazo en el pecho, la habría matado si ella no se hubiera echado hacia atrás, pero aún así la hirió, aunque dentro de lo malo, tuvo suerte de que la hiriera en el pecho izquierdo.

El imperdonable mató de un sólo movimiento al soldado y cogió a Riven en brazos antes de que cayera al suelo, estaba muy débil, tenía que atenderla inmediatamente. La posó en el suelo con cuidado notando como ella iba perdiendo poco a poco sus fuerzas hasta quedarse incosciente. Lo primero que hizo fue taponar la herida con múltiples pañuelos y vendas, presionó la herida con fuerza logrando así detener el sangrado, eso era bueno, si no hubiera dejado de sangrar había muerto, pero gracias a Dios la herida no era muy profunda, y se la llevó en brazos para ponerla en un sitio más seguro.

Se tiró todo el día montando un pequeño campamento para refugiar a Riven del frío de la noche y reuniendo alimentos para cuando despertara. Se hizo de noche y Yasuo ya había formado una tienda de campaña con unas mantas sostenidas por tres palos de matera muy resistentes que encontró, o más bien cortó, entre los árboles y en el suelo puso más mantas, donde tumbó a su prisionera y se sentó a su lado para cambiarle las gasas ensangrentadas por otras limpias, luego esperó a que se despertara, necesitaba que estuviera cosciente para curarle y coserle la herida.

-Al fin despiertas. ¿Cómo te encuentras?- preguntó Yasuo aliviado

-Con un dolor de cabeza terrible- respondió la chica sobándose la frente

-Es normal, se te pasará en un rato, no te preocupes. Gracias por salvarme

-De nada, tú también me has salvado muchas veces, es lo menos que podía hacer

-Pero casi mueres por mí, de verdad, gracias- el de la coleta sonrrió con ternura haciendo que ella se sonrrojara y le sorriera también -Come un poco, después te curaré la herida

El hombre ayudó a la peliblanca a reincorporarse y le tendió una cantimplora con agua y un saco con fruta fresca, necesitaba tomar vitaminas para acelerar la sanación. Después de cenar, la muchacha se tumbó de nuevo en la manta mientras el de la coleta preparaba todo lo necesario para desinfectar y coser la herida, una vez estuvo todo preparado él se puso de rodillas al lado de ella.

-Reincorpórate un poco para que pueda quitarte el vendaje que cubre tu pecho- pidió el hombre sosteniéndola del brazo para ayudarla a reincorporarse de nuevo

-E-está bien- dijo nerviosa la joven y se sentó de espaldas a él -Ve con cuidado para que me pueda tapar en cuanto me quites las vendas

-Entendido

Yasuo desenrrolló las vendas del busto de la joven hasta dejarlo desnudo y ella se cubrió los pezones con ambas manos. El hombre examinó el corte y vio que le cruzaba todo el pecho derecho pasando por encima del pezón, por lo que la chica tenía que quitar la mano para poder tratar toda la herida.

-Riven, tienes que destapar tu pecho derecho, no puedo curarte todo si tienes la mano en medio- habló Yasuo mirando a los ojos a la chica, estaba nervioso

-Mmmm... Vale- accedió la pobre mujer más roja que un tomate y con timidez apartó su mano del pezón derecho, dejando a la vista toda la teta -Date prisa, por fabor, esto es vergonzoso

El moreno se quedó unos segundos mirando el pecho de la peliblanca, tan redondo, tan bonito, tan... ¿Apetitoso? El hombre negó con la cabeza mentalmente y se dispuso a untar el corte con una especie de crema espesa para desinfectarla, provocando unos gemidos de dolor por parte de la chica, los cuáles lo excitaron, cada vez lo tenía más claro, la deseaba, la amaba. Yasuo esperó a que la crema hiciera efecto observando cada parte del cuerpo de la exiliada, su bien formado busto, su delgado y perfecto cuerpo, la belleza de su fino rostro, sus labios rosados y húmedos... El de la coleta empezaba a perder el control sobre su cuerpo y a pensar que era hora de confesarle a la mujer sus sentimientos, necesitaba hacerla suya en ese instante, no podía ser otro, la necesitaba como el respirar.

Una vez que la piel había absorvido la crema, el moreno pasó a coser con aguja e hilo la herida de la peliblanca, había decidido contarle que la ama después de curarla, ya no podía ocultarlo más. Ya sanado el corte la joven tapó con ambas manos de nuevo su pecho y él la miró directamente a los ojos.

-Riven, yo... En estas semanas que hemos pasado juntos ha crecido un sentimiento hacia ti que nunca había conocido- el imperdonable suspiró nervioso y cogió valor para decir -El amor

-Yasuo...- la joven lo nombró con timidez sintiendo como él la cogía con suavidad de la barbilla -Me he dado cuenta de que siento un cariño especial hacia ti, también llamado amor

-Te amo, Riven

-Yo también te amo, Yasuo

El hombre acercó lentamente sus labios a los de la peliblanca hasta unirlos en un suave beso que se fue profundizando con lentitud. La chica dejó de cubrir su busto para abrazar por el cuello al hombre, dejando que éste explorara toda su boca con la lengua y dejándose caer lentamente sobre la manta con él encima de ella, ya no había marcha atrás, se dejarían llevar por el deseo, la pasión y, sobre todo, por el amor.

_____________________________________Hola, lectores, esto es un aviso del capítulo siguiente. Tendrá lemon, (escenas de sexo, por si alguna no lo sabe), la que sea sensible a eso o simplemente no le gusta le recomiendo que no lea la primera mitad del capítulo, la segunda mitad seguirá la historia y será bastante interesante. Las que sí les guste el lemon las invito a leerlo, no soy muy buena que digamos, pero creo que os gustará. Nos vemos, sayonara y gracias por leerme ^^.


Amarga venganza Yasuo x RivenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora