El dia a dia de unas chicas cuyos objetivos las llevarán a tener una vida interesante y llena de muros por superar.
Amores, separaciones, exámenes, desamores, acontecimientos inesperados, desilusiones, cambios para bien y para mal es lo que vivirá...
El sol salía por el horizonte este, anunciando el amanecer del día sábado y como tal, solo unos pocos saludaban a la estrella gigante mientras brillaba suavemente, la mayoría de las personas estarían en cama unas cuantas horas más para disfrutar del inicio de fin de semana.
En un edificio, en el piso octavo, se despertaba Zafiro, una joven de piel trigueña y labios gruesos, la chica se estiró aun sentada en su cama, una muy grande a decir verdad, y viendo la hora revisó su celular, no tenía mensajes solo una notificación de su correo electrónico, mientras lo leía alguien llamó a su puerta, ella solo contestó que pasara, sabía que era la ama de llaves.
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- Buenos días señorita Zafiro ¿Desayunará ahora o prefiere tomar un baño antes? - preguntó la señora de cabello corto y ropa formal.
- Buenos días Mildred, tomaré una ducha rápida, hoy saldré a casa de una amiga y volveré mañana, tendremos una pijamada - respondió serena pero emocionada en sus adentros.
- De acuerdo, le iré preparando el desayuno para que lo tome al terminar su ducha - Respondió acatando la orden de Zafiro
La mujer dejó sola a la rubia y esta entró en su baño, de un tamaño muy grande a los ojos de cualquiera, abrió la regadera y ajustó la temperatura rápidamente, se desvistió y entro en la fina ducha de vidrio.
Y en una casa mucho más pequeña Rubí se despertaba de golpe gracias sus hermanas que se lanzaron encima de ella para decirle que el desayuno ya estaba listo, así eran siempre, solían ser muy rudas entre todas y no les importaba darse algunos pequeños golpes o empujones pero sin lastimar realmente a alguna de ellas.
- Akiki, ¿Podrías quitar tú pie de mi cara? - Reclamaba, aguantando la risa, a su hermana mayor
- ¡Solo si Hara quita su trasero de la mía! - Gritó la mayor refiriéndose a la más pequeña.
No aguantaron más y las tres echaron a reír como siempre que sus jugarretas terminaban en situaciones alocadas, sin dudas su familia era muy animada.
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Mientras tanto en otra casa un gato travieso se subía a la cama que estaba siendo ocupada por la joven de bucles desordenados que dormía tranquilamente, el felino caminaba lentamente hasta encontrarse frente a la cara de la muchacha, ladeó su cabeza y acercó su pata para darle toques suaves en la nariz, después de varios toques la chica no despertaba así que el gato se lanzó sobre su dueña para por fin despertarla.
