Enfermedad incurable.

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Al despertar mi madre está a mi lado apretandome contra si como si aún fuera un bebe.

Sus ojos están llorosos y el maquillaje se le ha corrido.

-Mamá...- digo con apenas un susurro.

-Oh Nala querida-

-Estoy bien sólo un pequeño percance-

-¿Pero estas bien?-

-Si... hasta el próximo mes-

Ella suspira.

Se perfectamente que quiere que le cuente mi enfermedad.

Una parte de mi quiere sacarlo todo y desahogarse con mi madre.

Pero la otra me dice que aproveché para ser fuerte.

Está vez optare por dejar el orgullo a un lado.

-Ma-

-Dime-

Inhalo fuerte y lo suelto.

-A los niños de doce que no pasan la prueba de compasión se les mete ahí, pues mi padre dice que los débiles no sirven, se usa el veneno vaporisado de los vampiros para darles a sentir dolor y temor mientras ven una grabación de algún humano que es mordido de manera que lleguemos a odiarlos con el alma y esforzarnos por vengar la muerte del mismo- Suspiro y... - en mi caso la de la grabación... eras tú-

-Pero ocurrió un error.

Mi padre desesperado porque yo tardará en asimilar la situación, me rocío con la cantidad de un adulto y caí desmallada, el veneno no sólo produjo terror en mi, si no una fuerza sobrenatural como para matar por exceso de odio hacia ustedes, es decir como si estuviera a punto de tener la enfermedad de Aritnia pero sin llegar a completarse, por eso necesito hierro y sangre-digo Estoy debastada.

Cuando mi padre se dio cuenta de su error jamás le perdone.

La verdad es que ni pienso hacerlo.

Un sólo impulso sale a relucir cerca mío.

Talvez combirtiendome en vampira y perdiendome page por lo que hizo.

Y la verdad, está vez no suena tan mal.

A colmillos agarrotadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora