Capítulo 4.

525 52 2
                                    

  Llegué a su casa unos diez minutos después, me abrió su madre y fui hasta su habitación, estaba en su cama, medio dormido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  Llegué a su casa unos diez minutos después, me abrió su madre y fui hasta su habitación, estaba en su cama, medio dormido.
—¿Te pillo en un mal momento?
—No no, tranquila... —Dijo desperezándose, algo aturdido en su cama.  

—Estas muy mono así.

Solté sin querer, el solo me miró sonriendo.

—¿Que película te apetece ver?
—La que tú quieras, a mi me da igual...
—¿Vemos una de miedo?
No era capaz de soportar las películas de miedo, pero por él, haría hasta ese esfuerzo.
—Esta bien, claro.
Abraham preparó su televisión y puso la habitación con un ambiente lo más oscuro posible, mientras yo me encargaba de las palomitas.
Cuando volví a su cuarto, lo encontré echado en su cama, listo para darle al play.
—¿Preparada?
—Si, supongo.
Me senté en la silla que tenía al lado de su mesa, cuando de repente me dijo:
—Oye, no me importa que te eches aquí a mi lado eh, sabes que no te voy a comer.
—Lo se, pero no quería incomodarte.
—Eres mi mejor amiga, nunca lo harías.
Me eché a su lado en la cama, el corazón me latía a mil, si el supiera lo que yo estaba sintiendo ahora mismo, aunque sería inútil, ya que el no siente lo mismo  y sinceramente no creo  que lo haga.

Dime que me amas. (Abraham Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora