CAPÍTULO 1

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-Vamos Mel, llevo dos horas diciéndote que te pongas el puto vestido.

-Si me lo dices así no se cómo esperas que vaya a ponérmelo.

-Vale, pero es que la fiesta está a punto de empezar y tú sigues en leggings y sudadera.

-Es que te he dicho que hoy no voy a salir a ningún sitio, no sé por qué te empeñas tanto en ir a esa fiesta. Además, no conocemos a casi nadie.

-Sí que vas a salir. Si no quieres cambiarte, ve así, pero tu vienes como que me llamo Allison.

-Joder que pesada eres a veces, ¿me quieres explicar por qué tienes tantas ganas de ir? Puedes ver a Niall en cualquier otro momento, llámale y vais al cine o algo.

-No es para ver a Niall, quiero ir porque hace mucho que no vemos a Louis. Además, habrá chicos y eso, o eso me dijo él… ¿no te apetece?

-Ya, seguro que no tiene nada que ver con Niall… Ve tú y ya está, no me apetece nada, hoy estoy muy poco sociable. Mira, vas a la fiesta, saludas a Louis, te subes a una habitación con Niall y punto, creo que no me necesitas para nada, ¿no?

Unos segundos después las dos nos echamos a reír sabiendo que no hacía falta responder.

Alli y Niall llevaban juntos más de diez meses, hacían muy buena pareja. Conocimos a Niall hace bastante tiempo, un día cualquiera de septiembre que pasamos en casa de Louis, como de costumbre. Habíamos quedado para comer en un McDonald’s los tres, pero Louis apareció con Niall, cosa que nos molestó un poco al no habernos avisado. Bueno, más bien me molestó a mí, Alli cambió de opinión a lo largo de la tarde. Al salir comenzó a llover, por lo que nos fuimos directos a casa de Louis a ver una peli. Acabó pasando lo de siempre. A mitad de la película nos bajamos del sofá formando un pequeño círculo, y sentados en la alfombra nos pusimos a jugar al póker, haciendo caso omiso a la televisión. Volvimos a quedar días después, pero a veces Niall y Alli se olvidaban completamente de que no estaban solos. Empezaron a verse casi todos los días y desde entonces salen juntos.

-Vale, iré a la fiesta. Pero solo porque hace más de dos meses que no vemos a Louis.

-¿En serio? Ya pensaba que tendría que atarte con cadenas al asiento del coche.

-¿A qué hora empieza? 

-A las 9:30pm. O sea que ya estás quitándote esas pintas de náufrago con resaca y poniéndote el vestido rojo ese de diva que te hace tan...

-¿Me has llamado náufrago con resaca?

-No, solo he dicho que lo pareces.

-Bueno, antes de nada, escúchame. Vamos a ir a la fiesta, voy a hablar con Louis y bailar un poco y luego nos vamos.  Antes de las 11:30. Por favor.

Me quité mis leggings negros y la sudadera y me puse un vestido veraniego rojo de tirantes, con bastante escote. Era un vestido muy simple, pero para ser sincera, me quedaba muy bien. Como no iba a la fiesta a “cazar chicos” decidí coger también una chaqueta fina color negro y un fular a juego.

-¿Se puede saber qué haces así?

-¿Así cómo?

-Con chaqueta y pañuelo.

-¿Por qué dices eso? ¿No pega?

-Sí, si te queda estupendamente, el problema es que estamos a finales de junio.

-¡Qué exagerada eres! Es una chaquetita de verano, solo quiero taparme un poco.

Decidí quitarme la chaqueta y el fular, Alli tenía razón, había más de 30 grados a la sombra. De repente sonó el timbre y bajé corriendo a la entrada para abrir la puerta. Era Rose. Iba con unos vaqueros bastante cortos y rasgados y una camiseta negra muy ajustada. Estaba esperando con su coche aparcado a que saliéramos cuando llamó Louis.

-¿Mel? –Preguntó Louis desilusionado.

-¡Louis! – Dije yo alegremente.

-¿Ha pasado algo?

-No. ¿Por qué?

-La fiesta ha empezado hace más de media hora y seguís sin aparecer. ¿Vais a venir?

-¿En serio? ¿Hace más de media hora? Alli me dijo hace un momento que empezaba a las 09:30pm.

-Mel, son las 10 y cuarto.

-Vale, Louis, lo siento, ya vamos para allá, un beso.

-¿Quién era? –Preguntó Rose.

-Era Louis, hemos perdido mucho tiempo cambiándonos de ropa, la fiesta ha empezado hace más de media hora, llegamos tarde.

-Mejor tarde que nunca. – Soltó Rose con una sonrisa.

-En eso tienes razón. - Dijo Alli.- Venga, no te preocupes, ya verás como al final de la noche pensarás que habrá merecido la pena ir a esa fiesta.

Hizo énfasis en “merecido la pena” mientras me giñaba un ojo. La verdad es que no tenía ganas de nada. Y lo peor de todo es que ya sabía de ante mano como iba a acabar la noche.

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