CAPÍTULO 2

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Llegamos a la casa de Louis más o menos a las 10 y media. Rose aparcó el coche en un hueco milagroso que encontró a unas manzanas más allá. Eran las 10:40pm. Parecía que todo el mundo había venido a la fiesta. Fuimos hasta la puerta y llamamos al telefonillo. Nos abrieron la puerta amablemente. Era un chico bastante alto, con una sonrisa que hacía imposible que te fijaras en el resto de sus rasgos.

-¡Hola! –Dijo.

En ese instante fue cuando vi a Louis por detrás atravesando el jardín para llegar a nosotras. Salté a sus brazos y él me agarró con fuerza irradiando emoción. Alli, Rose y Louis llevaban siendo mis mejores amigos desde la infancia, éramos vecinos, pero desde que Louis se mudó a otro barrio ya no nos veíamos tanto. Louis tenía el pelo castaño y los ojos azules. Era alguien con el que podía contar para cualquier cosa, bastante realista; pero sobretodo el único que sabía animarme en cualquier situación, el primero que pasaba por mi cabeza cuando no tenía nada que hacer los sábados y solo me apetecía hablar con alguien.

Me soltó para abrazar a Rose y a Alli y nos presentó al que todavía seguía sujetando la puerta.

-Chicas, este es Liam. Ellas son Mel, Alli y Rose. -Dijo Louis señalándonos.

Liam tenía el pelo cortito, entre castaño y rubio trigueño, ojos marrones claros y no hacía falta fijarse mucho para darse cuenta de que tenía buen cuerpo.  Me puse de puntillas para darle dos besos y luego seguí a Louis hasta el interior de su nueva casa, donde había estado ya un par de veces. Me llevó a la cocina  y sacó una de las últimas botellas de vodka que quedaban.

-Con coca-cola, ¿no? –Preguntó para asegurarse.

-No, con que me des un vaso de agua me sobra, gracias.

-Venga Mel, que es una fiesta... – Insistió Louis.

-Déjalo anda, he venido para verte, no para pasármelo bien ahora y despertar mañana en el banco de la acera de enfrente con una resaca enorme.

-¿Pero qué estás diciendo? Solo te estoy ofreciendo un cubata ¡exagerada! Vamos, solo uno, ¿vale? Ya no puedes decir que no, ya te lo he servido. –Dijo Louis sacándome la lengua con rasgos infantiles.

-No sé porque me haces esto sabiendo que no me sé controlar…

-Tranquila, yo te controlo.

-¿Tú? ¿Controlarme a mí? ¿En serio?

Empezamos a reírnos a carcajadas cuando de pronto aparecieron otros dos chicos, le quitaron la botella de las manos a Louis y sirvieron vodka en sus vasos, acabando con la botella entera.

-Mira Mel, te voy a presentar a dos amigos que te van a caer muy bien. –Dijo Louis guiñándome un ojo.

-Estos son Zayn y Harry.

Zayn se agachó un poco para darme dos besos. Moreno, alto, grandes ojos marrones que parecían atravesar los míos cada vez que me miraba. Llevaba un pendiente en cada oreja y el brazo derecho repleto de tatuajes. Bastante simpático, parecía un chico agradable. ¿Agradable? ¿Desde cuándo se califica a alguien con “agradable”? En realidad Zayn era el chico más atractivo que había visto nunca, sin exagerar. Podía pasarme el resto de la noche mirándole, que no iba a encontrar ni un solo fallo en su físico.

-Encantado. – Dijo Harry impidiendo que siguiera mirando a su amigo.

Harry tenía el pelo castaño y rizado, pero lo llevaba echado para atrás recogido en una especie de tupé despeinado, aunque tengo que decir que no fue en lo primero en lo que me fijé. Sus ojos. Jamás había visto unos ojos verdes como aquellos: tan transparentes, tan sinceros, tan delicados; parecía que con solo mirarlos podían romperse o hacerse añicos, pero tenían la suficiente fuerza para resistir a una tormenta sin siquiera ser rallados, como un diamante.

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