CAPÍTULO 5

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-Alli, venga, despierta, estoy haciendo el desayuno. –Dije en voz baja para no despertarla de golpe.

-Debería irme, mi madre me va a matar. –Contestó entre bostezos.

-No te preocupes por eso, la llamé ayer por la noche y le dije que te quedabas en mi casa.

-Gracias. ¿Tus padres no venían hoy?

-No, hasta el miércoles no vienen.

Se levantó de la cama y bajamos juntas a desayunar. Para lo que solíamos hablar normalmente, se me hizo muy largo e incómodo este silencio. Se podía oír cantar a los pájaros, incluso con las ventanas cerradas. Me quedé observando cómo se movían las agujas del reloj de pared, parecía que cada vez iba más lento. Alli llevaba más de tres minutos mojando una galleta en la leche mientras miraba un punto fijo de la mesa.

-Dime lo que estás pensando. -Solté para romper el hielo.

-Voy a llamar a Niall. –Respondió ella.

-¿Qué? ¡No! ¿Para qué? –Dije sorprendida por su respuesta.

-Necesito hablar con él. No sé si habrá una explicación válida, pero necesito saber que por lo menos le importo algo como para buscarse una buena excusa.

Pensé que después de todo esto no querría volver a verle. Es más, pensé que tampoco íbamos a volver a ver a Louis, o que al menos íbamos a distanciarnos ya que siempre quedábamos con los dos y quizá Louis no quedaría tanto con nosotras sin Niall. Si no volvíamos a ver a Louis tampoco volvería a ver a Harry. Suena estúpido y egoísta, pero no podía pensar de otra manera. La verdad es que no sabía ni por qué estaba pensando en Harry.

Me centré en animar a Alli y lo mejor era distraer sus pensamientos. Creí que sería buena idea salir a comer o ir de compras. Le conté el plan de tarde que se me acababa de ocurrir y parecía bastante interesada. Aunque creo que solo lo hizo para convencerse a ella misma de que era lo que necesitaba en ese momento.

Cuando terminé mi desayuno recogí la cocina y le pregunté a Alli si quería más leche. La miré a los ojos y pude ver como hablaban por sí solos; como, sin decir nada, expresaban toda la tristeza que no podía expresar con palabras. Abrí la boca para hablar pero la cerré al darme cuenta que no tenía nada que decir. Agachó la cabeza y respiró lentamente, intentando evitar llorar. Dejé la taza en la encimera y me senté a su lado. Dejó caer un par de lágrimas y se las limpió inmediatamente. Nunca le había gustado que la vieran llorar, incluso siendo yo la única que estaba con ella.

-Puedes llorar. –Susurré.

Cerró los ojos con fuerza y empezó a llorar desconsoladamente en mi hombro, escondiéndose en mi abrazo. Después de unos segundos se separó y se limpió las lágrimas con la palma de la mano.

-Mel, no entiendo nada, no lo entiendo. Estábamos bien, ¿por qué? ¿por qué ahora?

-Si quieres hablo con Louis a ver si él sabe…

No contestó, en vez de eso frunció el ceño, como preguntándome qué es lo que pretendía conseguir llamando a Louis. Me levanté y fui a por mi bolso a la habitación, cogí el móvil y marqué el número.

-Joder… ¿Sí?

-Buenos días a ti también.

-¿Qué cojones haces llamando a estas horas?

-Louis, cielo, son las doce y media.

-¡¿Qué?! Dios, si supieras dónde estoy…

-¿Dónde estás?

-Espero no haber pasado toda la noche en el felpudo de mi puerta.

-Eres la persona más imbécil que conozco. -Dije riéndome. -Bueno, escúchame, ¿sabes algo de Niall?

-Ni idea, no me acuerdo, ¿por?

-Vale, gracias.

Nada más colgar el teléfono me di la vuelta, vi que Alli había entrado en la habitación y estaba hablando por teléfono. “¿Niall?” “Necesito hablar contigo” “Vale” es lo único que pude oír antes de que colgara.

Colgó sin dejar que él pudiera despedirse y me miró como si me estuviera pidiendo la opinión sobre lo que acababa de hacer, como si no supiera si estaba actuando bien. Se sentó en el borde de la cama, apoyando sus codos en las rodillas y tapándose la cara con ambas manos. Dejó caer el móvil al suelo. Me senté cuidadosamente a su lado, frotándole la espalda con la mano.

-¿Qué hago? –Contestó mientras dejaba caer su cuerpo para atrás sobre el colchón. -¿Qué voy a hacer ahora?

-¿Has quedado con él, no? –Pregunté sabiendo la respuesta. –Escúchale pero no le perdones.

-¿Y si me convence? Mel, le quiero.

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