Butterflies.

CAPÍTULO 8

El Sol fue lo primero que vi al despertar. El Sol. No podía ser una pequeña estrella lejana como todas las demás, no; tenía que haber un maldito sol atravesándome los párpados con luz cada mañana, recordándome día sí y día también que tenía que levantarme de la cama e ir a clase.

Como cada mañana, empujé las sábanas de un solo golpe y me levanté por el lado derecho para abrir la ventana, pensando que quizá el aire fresco evaporaría mi mal humor. Pero nunca lo hacía. La alarma sonó un par de minutos después, con un mensaje de ánimo que jamás parecía funcionar: "VAMOS, ¡A POR EL LUNES!"

Me arreglé, bajé a desayunar, preparé las cosas y salí hacia la facultad. Y así era mi vida diaria.

Las clases se me hicieron larguísimas, pero nada más acabar cogí mis cosas y me dirigí camino a casa. Nota mental: añadir como prioridad lo del carné de coducir.

Oí que alguien gritaba mi nombre, pero no había nadie en la calle, por lo que volví a colocarme los cascos y seguí andando. Pero después sentí que alguien agarraba mi hombro y me di la vuelta asustada.

-¡Mel! –Gritó Louis.

-Ya te he visto, puedes dejar de gritar.–Dije con una sonrisa para suavizar el tono borde.- ¿Qué haces aquí?

-He quedado para comer. -Contestó señalando hacia atrás.

-Se llamaba... -Me dije a mí misma forzando a mi mala memoria a recordar.

-Zayn. -Rió él desde atrás.

Imposible que hubiera oído eso desde donde estaba y teniendo en cuenta que yo estaba casi susurrando.

-Os conocéis, ¿no? -Intervino Louis.

-Nos vimos en la fiesta.

-Sí, imposible olvidar a la única persona que me apoyó en la idea de hacer un concurso de camisetas mojadas.

-¡¿Cómo?! Creo que te estás confundiendo.

-Fuiste tú la que apareciste de la nada con un vestido totalmente calado y con el pelo chorreando, creemé, me acuerdo. -Respondió con una sonrisa de medio lado, acelerando su paso para alcanzarnos.

-Escúchame Zayn, ve subiendo y te esperamos aquí abajo. -Sugirió Louis.

Subió las escaleras de la entrada de lo que supuse que era su casa, y mientras, nos sentamos Louis y yo en un pequeño muro de piedra que había rodeando el jardín.

              

-Louis, ¿Zayn es así siempre?

-Mmm… ¿Así cómo? –Dijo frunciendo el ceño.

-No ha levantado la vista de mi escote en todo el camino.

-¿Y eso te pone? -Preguntó Louis.

-¿Qué? -Dije. -En menos de diez minutos me ha mirado las tetas más de nueve veces.

-¿Las has estado contando? No sé qué es peor. -Respondió riendo.

-¿Me estás vacilando?

-Bueno que sí, que lo hace con todas. Déjale, querrá informarse bien del material antes de hacerse con él.

-Cada día que pasa eres más gilipollas…

-Yo no digo nada, pero ya sabes que todo lo que digo se suele cumplir.