CAPÍTULO 7

190 14 3
                                    

(Narra Mel).

Después de estar unos segundos abrazando a Alli en la puerta de casa, pensé que sería mejor entrar y tranquilizarla de otra forma; con helado de chocolate en tarrina o magdalenas rellenas, eso parece funcionar en las películas.

Se sentó en el sofá y cogió un cojín entre sus manos, colocándolo sobre su estómago mientras yo me dirigía hacia la nevera.

Me senté junto a ella en el sofá y le ofrecí una tarrina de helado, aunque acabé comiéndome yo la suya y la mía.

Después de que me contara detalladamente lo que había pasado, intenté consolarla y animarla con consejos absurdos sobre chicos y sobre la vida en general. Consejos que solía darme mi madre y que en aquella época no entendía, pero ahora conseguía encontrarle sentido a cada uno de ellos. Eran absurdos porque ninguno de esos consejos iban a solucionar nada, ni a cambiar el estado de ánimo de Alli, sin embargo yo seguía repitiéndolos para intentarlo.

-Me voy a casa. -Dijo entre lágrimas.

-Creo que es mejor que te quedes aquí unos días. -Sugerí ofreciéndole un pañuelo.

-Gracias Mel, te quiero, pero prefiero irme.

-¿Seguro?

Asintió con la cabeza e hizo un fallido intento de sonreirme.

-Te acompaño. –Dije cogiendo mis gafas de sol.

Salimos y cogimos el autobús más cercano hasta la casa de Alli. Éste es uno de esos momentos donde me replanteo lo del carnet de conducir.

-Mel, ¿ese no es Harry? -Dijo señalando a un chico que estaba de pie, con el brazo izquierdo colgado de la barra que salía del techo para mantenerse recto.

Ladeé la cabeza hacia el lado del pasillo cuidadosamente para comprobar si era él y giré rápidamente al ver que también él me estaba observando.

Una pareja de ancianos subió al autobús en la siguiente parada y le ofrecí mi asiento a la mujer ya que no había ningún otro sitio vacío.

Tuve que levantarme y agarrarme en una de esas barras que tanto odio porque hay veces que me cuesta llegar a ellas y acabo sujetándome en cualquier otra cosa.

Me agarré en la barra de metal más cercana a donde Alli estaba sentada y más alejada de Harry. Empecé a hablar con Alli, realmente era una conversación estúpida que me servía como excusa para ponerme de espaldas a Harry y no tener que explicarle por qué me fui ayer sin decir nada. Vale, en realidad eso me daba exactamente igual porque tampoco fue para tanto.

Un bache. Un bache seguido de una curva en la carretera que causó que me soltara de la barra de metal de golpe y recorriera medio autobús hasta que pude volver a estabilizarme y agarrarme en algo. En alguien. En Harry.

-Ya pensaba yo que no ibas a venir a saludarme. -Dijo Harry cogiendo mi mano y llevándomela a la barra.

-¿Qué haces aquí?

-Vivo por aquí, ¿vosotras qué hacéis aquí?

-Vamos a su casa. -Contesté señalando a Alli.

Volví a sentarme con Alli cuando vi que la señora a la que cedí el sitio unos minutos antes se había bajado.

-¿Qué te ha dicho? -Me preguntó Alli nada más sentarme.

-Nada importante, que vive por...

-Vale, no mires, pero creo que no para de observarte.

Hice todo lo posible para no mirar, pero en este tipo de luchas entre lo que te dicen que hagas y la curiosidad, siempre gana lo segundo.

Y ahí estaba él, en la misma postura que antes, de pie y con el brazo en alto. La verdad es que agradecía el hecho de que no hubiera ningún sitio libre, porque no podría tener mejores vistas en ese momento. No podía dejar de ver cómo sus hombros hacían que la tela de su camiseta casi estallara de lo ajustadas que eran las mangas, aunque fueran cortas y tuvieran los bordes plegados. Los pantalones se ajustaban perfectamente a sus piernas y tenían un par de rajas hechas a propósito en la zona de las rodillas. Parecía salido de una revista. Pero no era ningún modelo de ninguna revista, era real y se estaba acercando hacia mí sin apartar la mirada. "Egocéntrica, no te está mirando a tí." Me dije a mi misma para calmar mis nervios.

Butterflies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora