Portland era una ciudad realmente hermosa, el río Willamette pasaba por el centro de la ciudad y al este, los montes Saint Helens y Hood le daban ese toque tan especial. Tal vez, y solo tal vez, si hubiera sido en otras condiciones, estaría feliz de mudarme a una ciudad como esa.
Estaba profundamente enfadada con mis padres. ¿Por qué teníamos que mudarnos? Si querían divorciarse, por razones que yo no lograba entender ¿Por qué era necesario que no alejáramos tanto? ¿No podíamos solo cambiarnos de casa? Pero una que quedara en la misma ciudad, o por lo menos no del otro lado del país. Por más que lo había intentado nada había dado resultado para convencer a mis padres de que dejaran que me quedase en mi casa.
Tenía la mirada perdida, mientras el taxi que habíamos tomado en el aeropuerto, se aproximaba cada vez más a nuestro nuevo “hogar, si así podía llamárselo. Todavía sentía esa punzada en el pecho, la misma que sentí cuando tuve que separarme de Luke para de subirme al coche y emprender el viaje unas interminables horas hacia el Estado de Oregon. Dios, lo extrañaba tanto. Y este era solo el principio.
El taxi se detuvo y mi madre me tocó el hombro en señal que teníamos que bajarnos allí. Sin decirle nada ni siquiera mirarla, bajé del coche, tomé mis maletas del baúl del coche y me paré en la vereda esperando que ella me indicara cual era nuestra casa.
****************
Mi nueva habitación era fría, grande y nada acogedora, todo lo contrario a la anterior. La odiaba, como a todo y todos en este momento.
Era muy temprano por la mañana, el viaje había sido por la madrugada, y ahora tenía todo el día para sentirme miserable en mi nueva casa.
Encima de todo era sábado y el lunes comenzaría las clases en un nuevo colegio.
-Amanda, voy a descansar, tienes el coche libre, ve a dar una vuelta, te hará bien tomar un poco de aire- escuche decir mi madre entrando a mi habitación.
-Bien- le contesté cortante mientras acomodaba mis pertenecías en el guardarropa.
Pasé cuatro horas con esa misma actividad. Pero ya estaba aburrida. Pensé en llamar a Luke y decirle que había llegado bien. Pero era demasiado doloroso hablar con él, lo extrañaba demasiado.
Decidí hacerle caso a mi madre y salir a dar una vuelta. Busqué un mapa de la ciudad que mi madre me había dejado sobre la mesa del comedor junto a unos folletos de mi nuevo colegio.
Salí de la casa, mientras la observaba atentamente, cosa que no había hecho al llegar. Era un barrio agradable, las casas no eran ni enormes ni tampoco demasiado pequeñas. Algunos autos circulaban por las calles y pocos caminaban por las veredas.
Me tomó más de 45 minutos llegar a la dirección que marcaba el folleto. Estaba a unas 35 cuadras de mi casa, si, las había contado, y calculado que si caminaba normalmente y no a la velocidad de una tortuga como lo venía haciendo, llegaría en menos tiempo, tal vez unos 30 minutos. O menos, si lograba encontrar la parada de un autobús o al menos un colectivo interno.
Me ubiqué en un banco del pequeño parque que había justo frente al colegio mientras contemplaba el lugar. Era un gran edificio tipo victoriano, muy grande y de unos 3 pisos. En el parque delantero, había una amplia playa de estacionamiento, que por supuesto en este momento se encontraba vacía.
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On my way
Teen FictionLa vida de Amanda cambió para siempre con la muerte de su mejor amiga y vecina, Lily. Lo que Mandy no sabía, es que a veces, con la llegada de una persona especial, nuestra vida puede dar un giro tan grande como el de cuando otra decide partir.