Light Em Up

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De aquí en adelante todo será marrado por Bill, lo digo para quienes estén confundidos.

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La oscuridad rodea lo que alguna vez pude llamar hogar, pero la conciencia me gritó lo idiota que podia llegar a ser el pensar como los otros, yo estaba ahí, no por estar lunático, sino por que fingí serlo, la gente a veces llegaba a ser tan ciega que hasta me daban pena.

Blanco era lo único que veia en este asqueroso lugar, solo blanco a donde sea que fuera o volteara, supuestamente era para relajarme, a mí eso solo me mareaba.

El llanto combinado con los gritos era lo único que alcanzaba a escuchar en este lugar tan miserable. Gritos de pacientes pidiendo piedad, luchando contra monstruos que no existen, pidiendo piedad a gritos o solo criticando a los empleados del lugar por ser maricas o algo así. Llantos de los niños que residian en el pavellón infantíl, de las pacientes que no sabian si estaban en el cielo o en el infierno, y de los familiares ante la idea de que nunca podran volver a como eran antes por el virus de la locura que residia en sus hijos. Yo parecia ser el único callado a esas horas de la madrugada, quien necesita un gallo cuando tienes a tresientos mil pacientes gritones como alarma, que bonita vida.

¿Por qué estoy aquí?

Nadie deseaba cuidar de mí cuando era pequeño, siempre cuidaban de Will, cabe decir que esto era por que Will y yo eramos gemelos, digo eramos porque ahora se tiñó el cabello de color azul y por fin lograron diferenciarnos luego de años de llamarnos por nombres equivocados, yo nunca culpaba a mi hermano culpaba más bien a mis padres, ellos eran todo menos responsables, eran liberales pero solian pasarse con eso. Ellos a veces no les importaba que nos lastimaramos o si teniamos todas las vacunas por culpa de las enfermedades que rondaban comúnmente en nuestra ciudad natal, eran sencillamente unos irrespondables, si no querian niños pudieron simplemente usar condón y listo, no era necesario pasarse en la luna de miel.

El estar aquí en este... Agujero del demonio, fue a causa de algo que hice de joven, especificamente a los diez años cuando ya harto de todo lo que me hacian pasar mis padres tomé la gasolina que guardaban en la cochera, la vertí en su cama mientras dormian y por toda la habitación, tomé un encendedor y lo tiré dentro de la habitación sin siquiera pensarlo dos veces, sin esperar mucho tranqué la puerta y desperté a Will para sacarlo de la casa por miedo a que hubiera una explosión como en las películas, al salir de la casa que se prendia fuego llamamos a los vecinos para pedir ayuda, esto siendo idea de Will sin estar enterado de que yo habia sido el culpable, cuando la policia y los bomberos llegaron ya los cuerpos estaban carbonizados, era increible que ni siquiera pudiera reconocer quien era mi madre y mi padre por todo lo quemado que estaban sus cuerpos. Cuando nos llevaron a la estación le dije a Will que era mi culpa lo que habia pasado, lo cual, para mi sorpresa, se lo habia tomado muy bien.

Llegué aquí cuando mi hermano me convenció de decir la verdad, los detectives no podian creerlo, hasta parecian aterrados por la manera tan calmada en como lo dije. Me divertí con sus reacciones, sinceramente.

Pides que sea perfecto, nadie en el mundo lo es.

Estaba sentado en esa mesa frente a mi hermano quien venia deprimido, ya han pasado seis años desde lo sucedido y aun veo esa cara caida, a veces desearia hacerlo reir, y lo hago.

-¿De donde sacas la lana virgen? – Le pregunté.

-¿De donde?

-De una oveja fea – Reí a caracajadas de mi propio chiste, de Will solo escuche una simple risita – ¿En serio no te dio risa? Pero si es de mis mejores números. – Repliqué sin dejar de sonreir, era lo único que podia hacer junto a él.

-Perdona, pero no he tenido una buena semana – Dije algo decaido sin dejar su sonrisa – Ya sabes, hoy comienzo la escuela, tu sigues aquí. Me preocupa tu educación.

-Will, sabes que resibo clases privadas ¿Verdad?

-Lo se, pero desearia que fueras conmigo a la escuela. – Oh no, va aponerse triste de nuevo, yo no quiero que esté triste.

-Si tanto quieres que vaya entonces deberias sacarme de aquí. – Dije como medio de excusa.

-No puedo sacarte de aquí, y lo sabes – No mentia, él no me sacaria de aquí hasta cumplir los 18 años. Ya que, esperare dos años más.

-Cambiando de tema, ¿Ya conseguiste novia? – Le dije coqueto a sabiendas que eso lo pondria muy avergonsado.

Estaba tan rojito, que lindo – P-pues... Aun no. No he encontrado a nadie que me interese – Dijo algo incomodo. Tiene la mira en alguien, lo se – De todas formas eso no deberia interesarle a un solterón que no tuvo ni una novia – Will, eso fue un golpe bajo.

-Es que las mujeres no ven lo hermoso de la sangre entre los dedos y la delicadesa de arrancar tripas con tijeras oxidadas – Dije en broma. Obvio nadie entenderia eso ni con una gráfica, nadie tan cuerdo lo haria.

-Bill, eso es asqueroso.

-No entiendes mi arte. – Por fin pude escuchar su risa. ¡Lo logré! Lo hice felíz, justo como me agrada verlo.

-Estas loco, Bill.

-¡Vaya noticia!

Todos los días eran siempre así. Cada fin de semana Will venia a visitarme para ver mi estado y contarme como pasó su semana. A los once años empezó a visitarme como medio de equilibrio hacia mi cordura, ya con el tiempo esto se volvió un hábito, como una tradición, siempre nos encontrabamos en la sala de visitas, habia veces en las que me quitaban la camisa de fuerza, otras simplemente me dejaban inmovíl. Las veces que me quitaban las ataduras era cuando Will venia por Navidad o por nuestro cumpleaños, que era cuando normalmente nos abrazabamos y comiamos pastel juntos, nunca faltaban sus regalos, siempre me traia sueteres, algún libro, e incluso una vez me trajo un disco con todos los capítulos de un anime que nos gustaba ver juntos de pequeños. En esas ocasiones los regalos eran límitados, los sueteres siempre eran simples por las políticas de que los internos no podian ver colores. Ridículos. El tema de los libros era por mi fasinación por el misterio y los temas relacionados con el terror. Y aunque Will se esforzaba en sus regalos, ya era algo tedioso recibir siempre lo mismo, pero es mi hermano y aprecio lo que hace. Mis regalos siempre trataban de ser especiales, por eso mismo solia regalarle cosas que hacia en las clases de cerámica y arte, aunque suelo pintar muy seguido lo que hay en mi consciencia, por eso es que no salgo antes.

Solia regalarle esculturas de criaturas mitológicas y musas representando animales o plantas, eran obras de arte según mi psiquiatra. Las pinturas eran más bien artes abstractos o a veces solian salirse de lo fantástico, a lo que me refiero con esto último es que suelo pintar personajes extraordinarios y criaturas extrabangantes, cosas que solo residirian en la cabeza de un lunático.

-Vendrás a visitar la semana que viene ¿Cierto? – Pregunté antes de que se fuera.

-Por supuesto, nunca falto a una visita. – Dijo antes de abrazarme y se fue sonriendo.

Amaba verlo felíz, aunque extraño a ese niño que se disfrazaba en Halloween y me daba de sus dulces cuando me los robaban de niño.

-Bien Cipher, hora de volver a tu cuarto.

-Como digas, gordis. – Sentí como me tomaban del brazo y me llevaban casí arrastrando hasta mi cuarto – ¡Oye! Si tanto odias que te digan así entonces adelgaza – Dije cuando sentí como me habian lanzado contra el piso de mi cuarto, aunque no sentí dolor por lo acolchonado de este, eso no evitaba el hecho de que tardaria bastante en levantarme por culpa de mis ataduras.

Puedo liberarme de ellas si deseo, pero no quiero.

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Ya comenzamos con el desmadre :v

(Las canciones serán al alazar, asique no traten de buscar el albúm esta vez)

Cry Baby. [BillDip]Where stories live. Discover now