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Por aquí y por allá


Miré fijamente la carretera, con mis manos sudando frío contra el volante y mi respiración volviéndose pesada por el pánico que invadió mi cuerpo.

Era ella, estaba segura de eso; la chica de la máscara.

No había esperado verla en mucho tiempo, incluso había llegado a pensar que estaba muerta después del incidente del psiquiátrico.

Volví a la realidad cuando oí la bocina de un coche, y tuve que volver a la ruta de la carretera y evitar un par de accidentes antes de parar el coche en una orilla.

Me quedé muy quieta, mirando por el retrovisor hacía la carretera y la farola, asegurándome de que sólo hubiese sido mi imaginación. Me moví hacia el asiento trasero con dificultad y pegué mi frente al cristal detrás de los asientos, con mi vista fija en aquel punto.

No había nadie allí.

Necesitaba asegurarme de que fuese real; la última vez que no creí en mi criterio terminé siendo casi decapitada por ella en el estacionamiento del psiquiátrico.

Pero tampoco quería decir luego que la última vez que comprobé algo terminé en un hospital.

Abrí la puerta trasera del lado del bosque y me deslicé fuera del coche, sin apartar la vista de la farola, que estaba bastante lejos. Dejé la puerta abierta y di algunos pasos, intentando encontrar alguna figura cerca del bosque.

No eran ni siquiera las dos de la tarde, pero el bosque estaba bastante oscuro.

Recorrí con la mirada alrededor, pero, a excepción de uno que otro coche que pasaba en la carretera, el lugar estaba casi vacío. Intenté tranquilizarme, pero entonces oí algo detrás de mí.

La piel se me erizó.

Sentía una mirada pesada en mi nuca, casi como la mirada de Keim.

Tragué en seco y me volví hacía el coche, a un metro de mi, conteniendo un grito y la necesidad de correr que me abordaba. La chica estaba apoyada contra la puerta del copiloto, mirándome tranquilamente detrás de su máscara.

Me volví del todo y di varios pasos hacia atrás, alejándome de ella.

—No te acerques —intenté sonar segura, pero estaba temblando patéticamente.

Ella se separó del coche, mirándome, y yo di un paso más hacia atrás.

—¿Vas a hacerme daño?

Sacó la mano derecha de su espalda, mostrándome el cuchillo que llevaba consigo.

Bueno, eso no era un consuelo.

Pensé en echarme a correr cuando una musiquita conocida me detuvo; mi celular estaba sonando desde el coche y la chica bajó la mirada para verlo. En ese momento corrí, rodeando el coche para llegar al frente y entrar; cuando casi logré abrir la puerta, la chica rodeó el coche tan rápido como yo y saltó sobre mi, empujándome contra el.

Tropecé y caí al suelo, lastimandome el tobillo, pero no me detuve a examinarlo cuando la vi venir hacia mi. Me arrastré corriendo al otro lado del coche y entré por la puerta trasera que seguía abierta, cambiando tan rápido como podía a los asientos delanteros para conducir.

No logré mi objetivo cuando sentí a la chica tirando de mi pierna desde atrás, haciéndome chillar de panico y arrastrándome hacía los asientos traseros otra vez. Me volví como pude, con ella sujetando mi pierna para sacarme del coche.

Levanté mi pierna libre y, cuando metió su cuerpo para tirar de mi, patee su pecho con fuerza. Se tambaleó y soltó mi pierna, cayendo hacia atrás de espaldas.

𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝐺𝑢𝑎𝑟𝑑𝑖𝑎𝑛𝑒𝑠 [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora