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"Los nuevos vecinos actúan extraño..."


—Recuerdo que cuando era humano—empezó Keim, apartando los binoculares de su cara— tenía un vecino al que le encantaba soltar a su perro para que ladrara fuera toda la noche.

—¿Y qué hiciste? —me atreví a pregunta, aunque oír su respuesta iba a aterrorizarme.

Una sonrisita de burla se creó en sus labios.

—Lo mate —dijo tranquilamente.

—Dios, ¿al pobre perro?

Él lo pensó por un segundo, algo confuso, y parecía que se estaba debatiendo.

—Sí eso me hace más cristiano, está bien para mi...

Aparté la mirada de él, sin saber si sentir asco, miedo o lástima, aunque la mayor parte de los sentimientos que Keim me provocaban me hacían tener pena por mi misma. Después de todo era yo quien salía con él, era yo quien un día afrontaría un asesinato o un ataque demente.

—¿Seguro que son recuerdos de cuando eras humano? —preguntó irónicamente Grace, mirándolo con burla.

Estábamos todos sobre mi cama, frente a la ventana y mirando por auriculares que Keim le había pedido a Grace. Ether estaba distrayendo a mamá abajo para que no subiera y me descubriera infraganti encerrada con tres chicos. No sabría que explicación darle si nos encontraba.

Él único que parecía realmente preocupado por la situación era Jaco, que seguía mirando sin prestar atención a los chicos.

La situación era realmente preocupante desde nuestra perspectiva. Habían unos cuatro o cinco demonios paseando por el bosque y la carretera, con sus enormes, oscuras y delgadas formas amenazando desde la distancia, como si acercarse a la casa fuese una mala opción.

Era extraño, pero cuando un coche salía o entraba a la casa, o simplemente pasaba por la carretera, los demonios no se preocupaban en atacar, sólo miraban dentro del coche antes de que este desapareciera, para luego ignorarlo y seguir rodeando la casa. Había pensado, basada en el incidente del psiquiátrico, que atacaban por instinto, pero ahora demostraban que eran más precavidos que eso.

Además, las personas normales, como mamá, no parecían notarlos.

—Esto es un verdadero desastre —terminó por decir Jaco, palabras que eran realmente innecesarias—. Apenas una de ustedes ponga un pié fuera de aquí los demonios las capturaran, debemos actuar rápido.

—Eso ya lo dijiste —le recordé, dejándome caer en la cama para mirar la sábana y encontrar una solución entre el diseño de flores vintage de la tela—. Quizás deban entregarme a la chica de la máscara y proteger a Ether, será más fácil si sólo se ocupan de una de nosotras.

Ellos se volvieron mecánicamente, mirándome como si hubiese pronunciado palabras desagradables.

—¿No está mal que digas esas cosas? —preguntó Grace, frunciendo el ceño.

No los miré, recorriendo la tela con mi dedo.

Posiblemente la solución si estaba en algo tan sencillo como mi muerte. No iba a permitir que Ether muriera, y si cabía la posibilidad de una muerte, esa definitivamente iba a ser la mía y no la de ella.

Si sólo obtenían a una de nosotras su plan estaría incompleto. Los chicos podrían centrarse en Ether y no estár de aquí para allá con ambas a los costados como sacos inútiles. Ether tenía más oportunidades de un futuro exitoso que yo, que ni siquiera sabía que hacer con mi vida.

𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝐺𝑢𝑎𝑟𝑑𝑖𝑎𝑛𝑒𝑠 [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora