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De un lado a otro

La chica se soltó de mi y se levantó con dificultad, quejándose por sus heridas.

Tenía golpes graves, incluso estaba sangrando, pero se comportó como si no fuese nada de otro mundo -genial, como ella- y caminó miserablemente hasta una esquina cerca del baño.

Me arrastré hasta mi esquina frente al refrigerador y volví a abrazarme.

Ella estaba demasiado débil para detenerme, y, sin embargo, no me apetecía marcharme, aún.

La vi barrer los cristales rotos con su mano lastimada y echar todo a la pala. No importaba si barría o no el suelo, todo el lugar era un chiquero. Había sangre seca en las esquinas y en la mesa, y en todo donde una cabeza pudiera ser golpeada.

De sólo ver ese lugar me invadía el asco, y pensar en ser asesinada allí -muy probablemente a golpes- me revolvía el estómago.

-¿Qué van a hacerme ahora? -le pregunté, mirándola arreglar los platos en la alacena.

Volvió a tomar el botiquín y se sentó frente a la mesa. La vi mientras lo abría y sacaba un espejo pequeño, lo apoyó en el botiquín y se miró el rostro.

-No lo sé, posiblemente Marsh te matará, ya te lo dije -dijo tranquilamente, pasando el algodón mojado en alcohol por sus cortes recientes; el chico le rompió algo en la cara, al parecer, posiblemente un vaso-. Pero no avanzaremos mucho en nuestros planes si te matamos, necesitamos a la otra, y también esa maldita estatuilla -me miró, como si sintiera mi miedo por sus palabras, y sonrió secamente-. No te preocupes, no te matarán hasta que encontremos la estatuilla, es necesario.

Otra vez esa estúpida estatuilla. No entendía nada de lo que pasaba, no sabía que era lo que querían con nosotras, y Keim y los chicos no nos explicaban nada, quizás para no asustarnos.

La chica se limpiaba la sangre y las heridas como si se maquillara, posiblemente muy acostumbrada a eso. Era demasiado bonita para ser humana, incluso con todos esos desperfectos que creaban los golpes y rasguños y esa mente tan podrida. Recordé que en el psiquiátrico ella dijo algo que me inquietó en su momento;-Tuve que volverme a esta forma femenina.

Hasta ese momento no lo recordaba, pero me dió mucha curiosidad.

-¿Eres una mujer?

Se rió y se quejó al tocarse muy fuerte un golpe en el pómulo.

-Claro que soy mujer, ¿no ves? -dijo, con voz fastidiada por herirse, y volviendo a su posición para seguir tratando las heridas-. Aveces puedo cambiar de forma, pero son sólo ilusiones para el resto, muchos caídos podemos hacerlo.

-¿Eres un caído?

-James y yo somos caídos. Marsh es un demonio, por eso los demonios de afuera sólo lo obedecen a él. A mí y a James siempre intentan matarnos.

-Ya veo.

Osea, que ellos fueron ángeles, como Keim, y posiblemente fue su eternidad lo que los volvió locos. Quizás vivir demasiado los guió a todo lo que hacían ahora. Keim estaba a un paso de esa locura, aunque Jaco parecía bastante cuerdo. Y Grace, pues, Grace era Grace.

Una pequeña llama de esperanza quemó dentro de mi.

-¿Si no tienen la estatuilla no pueden hacernos nada?

Ella asintió, aún mirándose en el espejo.

-Tenemos que bañarla en su sangre, la de ambas, como un sacrificio.

Oculté mi rostro en mis rodillas, pensando.

-Entonces -sonreí-. ¿Dónde está esa estatuilla? -obviamente yo sabía dónde estaba.

-El idiota de James la perdió.

Ella estaba tan segura de que iban a matarme que no temía en decirme todo eso. Pero ya era definitivo, por primer vez en días estaba pensando racionalmente; no podía dejar que me mataran, tenía que salir de allí, buscar la estatuilla y hacer lo posible por destruirla.

Miré furtivamente como la chica cerraba el botiquín de primeros auxilios y se levantaba.

Es ahora o nunca, pensé, y, con tal rapidez que me sorprendió incluso a mi misma, corrí hacia la mesa, la empujé desde un borde cuando ella se levantaba y le dí en el estómago. Volvió a caer sentada en la silla y esta se tambaleó hacia atrás, y yo fuí directamente hacia la puerta.

-¡No! -la escuché intentando levantarse, pero no me volví para mirarla-. ¡Espera! ¡DETENTE!

Abrí y bajé el porche dando saltos, no me detuve ni un segundo y me interné en el bosque. No quería ni pensar en lo que le harían Marsh y aquel chico cuando descubrieran que ella me había dejado escapar tan fácilmente, pero no me deje ganar por el remordimiento de conciencia y seguí adelante con seguro.

Corrí tan rápido y tan desesperada que la adrenalina me hizo ignorar incluso el dolor que provocaban las astillas y piedras en mis pies.

§

Capítulo corto porque a) mi teléfono se dañó b) no estoy escribiendo desde mi casa c) la laptop es prestada y d) quería adelantar alguito para no sentirme tan mal

Gracias por leer ❤️

𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝐺𝑢𝑎𝑟𝑑𝑖𝑎𝑛𝑒𝑠 [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora